Mientras muchos niños jugaban en sus hogares, José Esteban López Maldonado manejaba cinco cuerdas de terreno que le regaló su padre en el barrio Limaní de Adjuntas, en donde cultivaba café y otros frutos menores.

Tan solo tenía cuatro años cuando el pequeño agricultor, hijo de don Carmelo y Aida, despuntaba en el arte de cultivar en su Hacienda Lírica, cuyo nombre provino de la música que emite la naturaleza, con el trinar de los pájaros y el sonido del viento acariciando las hojas.

Según iba creciendo, José Esteban seguía comprometiéndose con la agricultura y soñaba con rescatar un antiguo plantel escolar donde estudió su progenitor, con el propósito de convertirlo en un taller gratuito para que otras personas, principalmente su comunidad, aprendieran los secretos de la agricultura y que pudiesen replicarlo en sus respectivas zonas.

Su lucha rindió buenos frutos, pues la Escuela Agrícola Esteban Bianchi Maldonado se hizo realidad en 2016 y, desde entonces ha desarrollado varios proyectos dirigidos a educar y motivar a la juventud, tanto de Puerto Rico como de otros rincones del planeta, que viajan hasta el proyecto agrícola ubicado entre montañas.

Ahora José Esteban tiene 20 años y su amor por la tierra está más fuerte que antes.

“Siempre me ha gustado la agricultura ya que mis padres también han sido agricultores desde jóvenes. Además, es de gran importancia tener una seguridad alimentaria en el país, porque el 85% de lo que consumimos en Puerto Rico viene de afuera”, manifestó el estudiante de agronomía del Colegio de Mayagüez (UPR).

“El concepto de la escuela agrícola nace en el 2013, como una idea de educación a los jóvenes y rescatar el antiguo plantel del barrio. Aquí no hay iglesias, no hay centro comunal, sino una comunidad de envejecientes donde los servicios que hay en cualquier otra comunidad en la isla, aquí no existe porque la población ha disminuido”, expuso.

Destacó que su objetivo es volver a crear un enlace con la comunidad a través de la agricultura, además de “traer gente de otros pueblos para que conozcan las raíces y que otros jóvenes se inspiren y se motiven a entrar al mundo de la agricultura”.

José Esteban López Maldonado rescató un plantel abandonado en su comunidad del Barrio Limaní y lo transformó en una escuela agrícola.
José Esteban López Maldonado rescató un plantel abandonado en su comunidad del Barrio Limaní y lo transformó en una escuela agrícola. (Xavier Garcia)

“Aunque somos un país con amplia zona montañosa y hay una cultura agrícola, los jóvenes de hoy día no se han relacionado suficiente con la importancia de trabajar la agricultura. Entonces, comenzamos a traer estudiantes, siempre ha sido aprendiendo, haciendo”, sostuvo.

“Nosotros creemos que todos los humanos podemos adquirir conocimiento mediante la práctica y de ahí en adelante se empieza a enseñar la teoría. Yo diría que es la manera óptima para que una persona pueda aprender y traspasar ese conocimiento a las próximas generaciones”, confesó.

La escuela agrícola consta de 13 cuerdas de terreno, pero se han trabajado solo cinco para sembrar café, tomate, calabaza y parcha, entre otros productos.

“El proyecto ha ido cambiando según yo paso por una nueva etapa, pero siempre ha tenido la misma meta, que es educar, desarrollar la agricultura en la zona central. Cuando era pequeño, veía a algunas amistades que, aunque también eran del campo, no conocían algunos conceptos de la agricultura”, recordó.

“En aquella época, los terrenos de esta escuela estaban abandonados. Mi papá estudió aquí y qué mejor que rescatarlo y convertirlo en una escuela agrícola. Aquí se dan clases de contabilidad, de inglés, entre otros. Necesitamos personas trabajando por un mejor Puerto Rico y un mejor futuro”, sostuvo.

Igualmente, mencionó que gran parte del trabajo alcanzado se ha hecho a través de voluntarios que han llegado a la escuela en verano.

“La mayoría de las cosas que hemos logrado es con los grupos de estudiantes que han venido a la escuela durante los veranos, de diferentes partes de Puerto Rico y Estados Unidos. También han venido de Arabia Saudita, España, Corea del Sur. Aunque sea un proyecto pequeño que aun se está desarrollando, nos sentimos orgullosos de que hemos podido educar a jóvenes de todo el mundo”, resaltó.

“Además, recibimos grupos de voluntariado como Medlife de la Universidad de Puerto Rico de Mayagüez y un sinnúmero de personas que no solo vienen con un sentido de educación, tienen un sentido de voluntariado, pero tratamos de incentivar su conocimiento y se lleven algo con ellos”, afirmó.

De acuerdo con el joven agricultor, la meta a corto plazo es continuar el desarrollo en los predios de la finca, mientras las personas aprenden y se involucran en la dinámica agrícola.

Igualmente, su objetivo a largo plazo “es que este proyecto sea replicado en otras partes de Puerto Rico, que sabemos que hay muchos jóvenes agricultores agrónomos que también están haciendo cosas parecidas de educación agrícola”.

“También diría hacer enlaces con otras entidades para poder modernizar la agricultura y que otras profesiones se involucren, como la ingeniería, médicos, farmacéuticos, carpinteros, electricistas, de todo un poco, porque la agricultura es una profesión multidisciplinaria”, detalló.

“Necesitamos de un conglomerado de personas y profesiones para que una finca funcione. No es solamente tierra, pala, sino que va más allá. La agricultura en Puerto Rico necesita el apoyo del gobierno y que la universidad se incentive también porque ahí nace el conocimiento”, añadió.

Finalmente, dijo que “mi deseo es que, en Puerto Rico, surja la esperanza de que podemos producir lo que consumimos. Es un futuro difícil, pero si trabajamos juntos podemos lograrlo”.