Quien ve a Lucas Cases por primera vez, con el distintivo “look” que ha adoptado, pensará que salió de otra época, pues este joven universitario de tan solo 19 años viste a la usanza del jíbaro tradicional que poblaba las zonas rurales de Puerto Rico hasta entrado el siglo pasado.

Su apariencia es una forma de acompañar el producto de su microempresa Jugo E’Caña, pero también encierra una gran dosis de historia de su familia y de la tierra que le apasiona.

Su vestimenta evoca al jíbaro boricua que poblaba las zonas rurales de la Isla.
Su vestimenta evoca al jíbaro boricua que poblaba las zonas rurales de la Isla. (Xavier Araújo)

Lucas se crió en las lomas de Bayamón, en el barrio Minillas, y desde adolescente se empezó a interesar por la agricultura.

“No me acuerdo la causa por qué me vino a la mente, pero me crié en el campo, vi a mis tíos sembrar y ahí me interesó, y ahí entré en batalla a sembrar y a saber todo el conocimiento del campo, las costumbres, las reglas de cómo se siembra, los tipos de suelo también, el control de la vegetación cuando crece alrededor de los cultivos, y todo lo que tiene que ver con agricultura”, comentó.

Tras desatar esa conexión con la tierra, no es de extrañarse que, al entrar a la universidad de manera avanzada, con solo 16 años, optara por una carrera agrícola. Y fue justamente como parte de sus clases que nació el proyecto de producción de guarapo que eventualmente se convertiría en su microempresa.

Sin embargo, el look de jíbaro “empezó un poquito antes. Y fue escuchando historias de mis abuelos, que ellos trabajaron en centrales azucareras, y me contaron que en Puerto Rico en cada esquina había una persona vendiendo guarapo, en cada esquina de la carretera, especialmente la número 2. Y me hablaron de cómo se sembraba, el proceso por el que pasaba para hacer la fermentación para el ron criollo. Y a mí me interesó. Y empecé a hacer investigaciones, y me gustó más”.

Fue entonces que decidió comprar un trapiche, y además se mudó a una casa “que casualmente tenía caña”.

“Lo primero que hice fue propagar la caña, porque el pedacito de caña no era suficiente para producir. Todo era teoría, estaba empezando la práctica. Empecé a sembrar, empezaron a seguir los tucos. El mismo proceso, abonar, insertar el suelo, y pendiente a echarle agua to los días. Y ahí salió caña”, destacó.

Aunque consideró comprar un trapiche eléctrico, se decidió por el trapiche manual, “porque quería pasar por la experiencia de moler mi propio trapiche con la fuerza bruta. Y de ahí es de dónde saqué la experiencia de sacar caña, lavarla a mano, pasarla por el trapiche y el proceso de filtración, y ahí es donde saqué el producto como tal de la clase.

Sobre el personaje de jíbaro que acompaña a Jugo E’Caña, abundó que “mi tío, que tenía 86 o 87 años, él se vestía así todos los días, con su pava, con su camisa de botones manga larga, un pantalón crema y sus botas. Él representaba un jíbaro criollo. Él no lo hacía para que lo vieran, él se vestía así. Salía limpio de la casa y llegaba sucio completo. Y yo me acostumbré a vestirme así. Yo, en realidad, me visto así todos los días”.

Explicó que se trata una ropa cómoda para salir al campo, pues los colores claros reflejan más la luz solar y hacen que la ropa sea más fresca. Además, indicó que trabajar con una gorra “es lo más horrible” y hace que el sol te queme el área de la nuca. En contraste la pava de paja no solo protege la nuca, sino que también es más fresca que las de tela “que absorben todo el calor”.

Como es de esperarse, ver a un joven vestido de esa manera, y con machete y garabato en mano, causa toda clase de reacciones, entre sus semejantes

“Ellos dicen que parezco un viejo. Mira, me han dicho mucho, cuando fui el primer día a la universidad, me dijeron, ‘mira tú como que no eres de este tiempo, eres del pasado”, comentó. “Y eso es prácticamente lo que me inspira, porque en realidad no me interesa mucho la tecnología, los videojuegos, cuál es el último modelo de carro o el último modelo de teléfono. Yo no uso teléfono, no me gusta, porque para mí es una pérdida como que de tiempo, como que uno no hace prácticamente nada. Mientras que afuera uno puede ver su trabajo, lo aprecia. Trabajaste todo con tus manos. Todo resultó ser como tú no querías o como tú querías, pero pasaste por la experiencia, y se siente, más dentro que afuera”.

Así que, para nada le molesta que le digan “viejo”. Por el contrario, asegura con orgullo que “me pongo como un gallo”.

El también atleta comentó que no conoce a nadie con las mismas pasiones que él, y suele interactuar más con personas mayores, “porque son con las que yo puedo hablar, porque yo me crié con gente mayor, no con jóvenes”.

“A veces hablo cosas con ellos de su pasado, que yo sé que otros jóvenes, hablando con ellos, se quedan como que, ‘¿pero, qué es eso?’”. Como el garabato, la corsa, la horqueta, la enfermedad del plátano que le dicen currutaca”, sostuvo.

Además de guarapo en su forma original, Juego E'Caña también lo vende combinado con diferentes frutas, cien por ciento naturales, especialmente frutas de aquí.
Además de guarapo en su forma original, Juego E'Caña también lo vende combinado con diferentes frutas, cien por ciento naturales, especialmente frutas de aquí. (Xavier Araújo)

Un producto variado

Además de la vestimenta a lo jíbaro, resaltó que el trapiche, que montó en un mueble que fabricó el mismo con sus destrezas de ebanista, también contribuye a esa imagen de antaño.

“Cuando uno ve el trapiche, uno ve la caña, lo primero que trae es historia. Trae nuestro pasado en Puerto Rico, que fue un mayor exportador de azúcar de caña a los Estados Unidos a principios del siglo XX”, indicó.

Por otro lado, aseguró que el guarapo no tiene competencia como tal en la Isla, pues apenas hay un par de empresas que lo producen. De hecho, anda buscando dónde conseguir más caña, “porque con lo que tengo, y el progreso que estoy dando, que me han comprado mucho y tengo compradores también en Facebook, se me ha acelerado el paso”.

Además de guarapo en su forma original, también lo vende combinado “con diferentes frutas, cien por ciento naturales, especialmente frutas de aquí, como el jengibre, que yo lo siembro, el mangó, la piña, la parcha, y una fruta que casi no se ve, que es el jobo”.

También ha hecho otras mezclas, para probar, como limón, tamarindo o acerola, “y se ha ido más rápido todavía”.

Y además le saca al guarapo, “lo que se llama panela, que es como si fuese un azúcar morena natural, que se mezcla con agua y se llama papelón en otros lugares también”.

Asimismo, le puede sacar al guarapo vinagre, y a la caña “los ‘guarabites’ que yo tengo, caña para masticar”.

Detalló que todo el proceso es manual, desde la siembra, el corte, la limpieza de la caña, la extracción del guarapo en el trapiche, su filtración antes de que llegue a las botellas, y finalmente la reutilización del bagazo que resulta de moler la caña como fertilizante.

El guarapo, que describió como una refrescante azúcar natural, al no tener ningún preservante se debe almacenar en frío, donde su duración de vida es de “menos de una semana”.

El joven empresario prefirió un trapiche a mano que uno eléctrico y disfruta moliendo la caña de azúcar.
El joven empresario prefirió un trapiche a mano que uno eléctrico y disfruta moliendo la caña de azúcar. (Xavier Araújo)

El joven empresario está a un año de graduarse de la universidad, pese a que afirma que “no me gusta estudiar”, y lo hizo a petición de sus padres, pues en realidad prefería “quedarme en la finca trabajando con mi abuelo”. Escogió a la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Utuado, porque es la “única que da un curso de bachillerato en agricultura sustentable”.

“Estoy terminando sin fallo. Cuando termine no pienso estudiar más, pero mis papás me están embullando en que tengo que hacer por lo menos un estudio más para subir un poquito. No sé en qué, pero voy a ver y va a tener que ser una pequeña obligación y un sacrificio”, comentó.

La empresa de guarapo, sin embargo, afirmó que “se queda. Eso no lo mata nadie. Pa terminar la empresa hay que matarme a mí”.

“Si tú vives de eso, y esa es tu vida, tú tienes que seguir adelante con eso. Y tiene que ser tu vida, tienes que dejarlo todo aparte para dedicarte a eso. Porque si no te dedicas a eso y te embulla con otras cosas, se va a ir, y alguien otro se lo va a llevar si te quedas dormido”, opinó.

Admitió que el trabajo de agricultor es uno difícil, que a menudo exige “experiencia y empezar de cero”.

“Yo empiezo aquí con el guarapo, que ya tengo todo el conocimiento, y alguien me puede decir, pues compra una maquinota, compra un almacén, cómprale a esta gente, y ya empecé de grande, y ahí es cuando las cosas se caen. Uno empieza de abajo. Por eso es que empiezo con esto, yo muelo caña, todo el día. He llenado seis galones en un día, y eso es picar caña todo un día, picar las secciones, lavarla cada parte, meterla aquí (en el trapiche) y estar desde las 10:00 de la mañana hasta la 8:00 de la noche. Es lo mismo, lo mismo. Y me gusta. Y termino esbaratao. Pero terminar con el trabajo, y tener guarapito pa tomártelo, eso es lo mejor del mundo, y para venderlo también”, afirmó.

Lucas sostiene que la caña de azúcar tiene propiedades medicinales, “pero lo más importante es que es un acceso a azúcar que no hace daño, y los que son fiebrús con el azúcar, el guarapo y los productos como la panela que vienen directamente del guarapo sin pasar por el sistema de refinado, es más saludable para el cuerpo”.

“Y es un rescate como tal, de costumbre, cultura y tradición. Porque en realidad no sabía, y no me enseñaron en la escuela que en Puerto Rico este era uno de los productos principales, y que ya no se usa”, insistió.

Las personas interesadas en los productos de Lucas, pueden conocer más a través de la página de Jugo E’Caña en Facebook.