Mas la grandeza de traer al mundo a una hermosa princesa es parte del milagro experimentado por Rodney Torres Colón y su joven esposa Rosille Torres Oliveras.

Esto porque las posibilidades de que Rodney se convirtiera en padre eran prácticamente nulas ante la realidad humana, pues el muchacho criado en Guayama jamás podría tener hijos debido a una condición de cáncer tipo linfoma no Hodgkin, diagnosticado a los 13 años.

“El cáncer estaba en etapa tres, metastizado en bastantes partes del cuerpo y de yo ser un niño atlético completamente activo me llevó a una vida bien pasiva donde tuve que pasar por unos procesos de quimio y radioterapia. Le dije a Dios, si tú me sacas de esta yo te prometo que te voy a servir por el resto de mi vida”, confesó Torres Colón quien trabaja como operador de canales en la Autoridad de Energía Eléctrica.

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“Ahí empezó este proceso milagroso; los efectos secundarios que conllevaba una quimio y la radio no se vieron en mí, se supone que la quimioterapia no me dejara crecer más de cuatro pies y hoy día mido 5’7. A los 15 años, gracias a Papito Dios se cumplió el milagro donde ya el cáncer había desaparecido en todo mi cuerpo, pero parte del proceso de radioterapia afectó el sistema reproductivo”, agregó el hombre de 33 años.

Varios años después, este joven conoció a Rosille y aunque al principio ella lo ignoraba, pronto supo que sería su esposa.

Pero antes de casarse, Rodney le hizo saber a su amada que era estéril producto del tratamiento para curar el cáncer. Sin embargo, ella nunca creyó en esa sentencia y hasta se protegió para no quedar embarazada.

Y el milagro ocurrió, no una sino tres veces.

“Me da con verificar con una prueba de embarazo que tenía en la gaveta, él estaba descansando y me hago la prueba, pego un grito en el baño, llego a donde él, coge la prueba y le dijo ‘mírala, salió positivo’. Y él ‘felicidades mi amor vas a ser mamá’, y yo le digo ‘y tú vas a ser papá”, recordó la joven madre de 27 años.

Así recibieron a su primer vástago al que llamaron Noah, que ahora tiene cuatro años. Luego hubo un embarazo ectópico que provocó que a Rosille le sacaran una trompa de Falopio.

“Ahí nos damos cuenta que los planes de Dios son perfectos, porque perdí una trompa, me dieron cinco meses para recuperación y rapidito, ese primer mes de 2019 no hubo nada más que buscar. Lo que estaba para nosotros, estaba para nosotros y quedo embarazada de Amaia, de la nena y ahí nuevamente otro milagro”, confesó la ponceña.

No obstante, aunque resulte descabellado, Rosille no se privó de practicar la disciplina del crossfit.

“Para Amaia estuve trabajando muchísimo, hice mucho ejercicio, estuve haciendo crossfit hasta las 35 semanas de embarazo y para el nene hasta las 28 semanas. Porque llevo años practicando el crossfit, entrenaba dos veces a la semana y mientras más entrenaba mejor me sentía”, reveló la terapeuta quien trabaja por su cuenta con un quiropráctico.

“Por mis estudios conozco mucho cómo es la anatomía, cómo se mueve la persona al hacer ejercicio, cómo son las técnicas, llevo mucho tiempo haciendo ese deporte y básicamente siempre me cuidé, siempre veía hasta qué límites podía llegar con el embarazo y si algo me afectaba, dejaba de hacerlo y buscaba una modificación”, advirtió.

Así las cosas, Amaia Danila llegó al mundo el sábado 4 de octubre, una semana antes de lo proyectado.

“Cuando nos montamos en la guagua, cerca de Plaza del Caribe, le digo que tengo muchas ganas de pujar, ahí el me grita que no, que no puje, que no me atreva y yo sigo inhalando, exhalando. Pero ya cuando estamos bien cerca de las letras de PONCE, le dijo voy a pujar y pujé”, contó la mujer.

“Ahí pongo la mano, verifico, ‘o rompí fuente o salió la cabeza’ y cuando verifico, le digo ‘salió la cabeza, párate’ y él estaba en negación todavía. Doy un pujo más y sale el cuerpo, y yo ‘párate que salió la nena”, resaltó.

Como si se tratara de un filme en cámara lenta, Rodney recordó que estaba en negación pues no creía lo que decía su esposa.

“Hasta que escucho el llanto de la bebé”, dijo el padre al insistir en que su hija nació entre la P y la O, de las icónicas letras ubicadas a la entrada de la Ciudad Señorial.

“¿Esa es la nena? Y ahí fue que por fin se paró en cuestión de segundos y rapidito la sacó, se quedó en el pantalón. Ahí salió, la recibió, verificó el cordón umbilical que no estuviese enredado. A todo esto, está la llamada con la dula y él diciéndole ‘Rosille parió aquí en la guagua”, sostuvo sobre Elimaris del grupo de Dulas del Sur quien los esperó junto al personal médico del Hospital Episcopal San Lucas de Ponce.

Amaia, cuyo significado es “hija largamente deseada”, pesó más de siete libras y midió 21 pulgadas y aunque aparentaba estar en perfectas condiciones tuvo que permanecer varios días en la unidad de cuidado neonatal. Esto para cumplir con el protocolo médico.

Tras una semana de espera, esta hermosa familia pudo llevar la pequeña a su hogar.

“Estoy demasiado contenta, ya voy para casa con mi chica, estaba deseosa de tenerla”, señaló la madre.

“¿Qué si vamos a tener otro?”, contestaron Rosille y Rodney a carcajadas mientras dejaron la puerta abierta a otro milagro de vida.