Joven que iba a caballo a la universidad se gradúa hoy
Compañeros universitarios reconocieron la lucha del muchacho de Toa Baja por su logro.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 7 años.
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Alberto Martínez Rivera, de 25 años, no quiere que se enfoquen tanto en él y en su fiel caballo Travieso, sino en que su ejemplo de superación sirva a los jóvenes que aún no se deciden qué hacer en un futuro.
El estudiante-atleta de los Gryphons de la Caribbean University se dio a conocer en el 2015 -a través de una historia en Primera Hora- que evidenció su trajín diario de ir a caballo a la institución en Bayamón, desde el barrio Pájaros, en Toa Baja.
Hoy logró su meta al graduarse de bachillerato en Justicia Criminal y, gracias a una beca que le otorgó la institución, por superación, continuará su maestría.
Fué él precisamente quien anunció que era el receptor de la ayuda, luego que la presidenta de la institución, la doctora Ana Cucurella, le pidiera de sopresa que él mismo leyera el anuncio.
Empezó: no pudo. La voz se le quebró; los ojos se le llenaron de lágrimas.
“El final de la historia es que he culminado. Me siento muy contento y eternamente agradecido con la universidad”, dijo a Primera Hora.
El joven aceptó con humildad que “no me esperaba esa tremenda sorpresa (de la beca). Me quedo sin palabras porque en verdad es un gran logro”.
Aprovechó para resaltar que “el punto es que no quiero que se enfoquen mucho en el caballo ni en mí. Deseo que el pueblo de Puerto Rico se enfoque más a los adolescentes que hoy día aún no saben qué hacer. Yo les aconsejo que busquen la manera, que se asesoren, que vayan a diferentes universidades y busquen alternativas y que tengan un estudio”.
Aceptó que hoy día las cosas aquí “no son las mejores y sin estudios es bien complicado conseguir un trabajo”.
El graduado, que estuvo acompañado de su familia, dijo que “la verdad es que a pesar de todo tuve una experiencia espectacular en la universidad. No me arrepiento de nada y gracias a papito Dios pude culminar”.
En cuanto a su Travieso, dijo que ya es un adulto de 17 años y “hay que cuidarlo mucho. Ahora su tiempo es para descansar y a disfrutarlo”.
Pero hoy el caballo fue el centro de atracción, más aun cuando su amo y la pareja de este, Angelys Pagán, con mucha paciencia y amor le pusieron toga y birrete.
Precisamente Travieso había podido descansar un poco en los últimos años porque luego de conocerse la historia del joven futbolista a través de este diario, en el 2016 la Cooperativa Manuel Zeno Gandía, sucursal de Arecibo, le regaló un auto.
“La verdad es que ha sido un proceso complicado. En un principio no tenía transportación para llegar a la universidad; era bajo lluvia, bajo sol, pero gracias a papito Dios pude terminar en 4 años y medio”, recordó al mencionar que su jornada empezaba a las 4:00 a.m. porque como atleta, a las 6:00 a.m. eran las prácticas.
Sobre sus próximos pasos dijo que “lo que voy a hacer ahora es asesorarme porque mientras más preparado, mejor”.
Por su parte, su abuela Áurea Ríos estaba anonadada. “Esto ha sido para mí algo grandioso, maravilloso, algo que no encuentro ni cómo explicarlo porque a la verdad… no se puede describir”.
Precisamente en el hogar de Ríos es que vive el joven junto a su padre y abuelo. Este último, Félix Vargas, era el dueño de Travieso. Ahora tiene Alzheimer pero estuvo allí y no paró de reír.
Mientras, Alberto Martínez, dijo que está feliz de los logros de su vástago.
“Cuando oí lo de la beca dije, ‘contra qué bueno’, porque él estaba pensando si hacía una maestría y ahora le abre las puertas. Me siento súper orgulloso y contento verlo a él que siga completando sus metas sus logros”, agregó el padre.
La primera reacción de su madre, Kyanniwshka Crespo, que vive en Estados Unidos donde Martínez Rivera terminó su cuarto año, fue: “wow, es como si yo me hubiese graduado porque me sacrifiqué muchísimo para lograr lo que él hizo…Es una bendición inmensa que la universidad le haya otorgado ese privilegio tan grande (la beca) para terminar su maestría. Para Dios nada es imposible”, agregó.
Otra que no cabía en sí de la alegría era la doctora Cucurella.
Recordó el día que supo de un alumno que iba a caballo a la universidad.
“Me enteré por Primera Hora cuando mi relacionista público me levanta a las 5:45 a.m. diciéndome que si había visto la noticia relacionada a un caballo; pensé que había sido un accidente en la universidad, pero tras calmarme me dijo, ‘es que usted tiene un estudiante en el recinto de Bayamón que va a caballo’. Yo dije, Virgen María, yo nunca he visto un caballo en la institución”, confesó.
Al conocer al joven se emocionó porque “su historia es cónsona con la misión de nuestra institución, que busca a estos estudiantes que tienen un sueño pero que por diferentes razones no pueden alcanzar, o piensan que no pueden alcanzarlo”.
Luego de eso, Travieso tiene “su agüita, su espacio con sombra y tanto es así que se gradúa hoy con Alberto”.
Cucurella dijo que el ejemplo de este joven debe servir “a todo Puerto Rico que atraviesa tiempos difíciles… Tenemos que hacer lo que hizo Alberto. Él tenía un sueño y buscó la manera y la forma. Venció bullying, obstáculos, distancias…Cuando regresó de Estados Unidos, lo que él dejó de niño cambio: unos abuelos enfermos, un caballo enfermo, la finca diferente y él toma la decisión de quedarse cuidando a su abuelo y echar para adelante esa finca…”, agregó.
El orador principal de la graduación fue el doctor Jesús R. Dávila Rosa, cuyo sueño de estudiar medicina comenzó en un humilde apartamento del Residencial Zenón Diaz Valcárcel, en el Barrio Amelia de Guaynabo.
El sueño lo llevó a la Carribean University donde pudo “estudiar aun teniendo desventajas económicas”.
Hace tres meses que se graduó de generalista y hoy la institución reconoció sus logros.