También tienen sus preocupaciones.

Un panel de seis estudiantes entre las edades de 14 y 20 años expresaron inquietudes y posibles soluciones a través del conversatorio Nuestras voces cuentan: Niñez y juventud frente al COVID19.

La transmisión en vivo, una iniciativa de Red por los derechos de la niñez y la juventud de Puerto Rico, fue moderada por Marcos Santana Andújar, director ejecutivo de la organización sin fines de lucro enfocada en transformar las condiciones de vida de este sector.

Los jóvenes respondieron a preguntas sobre el manejo de la crisis de salud por parte del gobierno, su pensar sobre el Departamento de Educación para mejorar la educación en casa, la importancia de ayudar a quienes sufren limitaciones físicas y de salud, y cuán acertada ha sido la estrategia para llevar la información sobre la enfermedad, según el nivel comprensivo de cada edad, entre otros temas. Este último sirvió para iniciar el conversatorio, llevando a varios de los jóvenes a concluir que la población infantil ha estado en desventaja sobre recursos para conocer mejor sobre el coronavirus y la seriedad de la pandemia.

“Creo que la información está llegando a la población en general, pero información diseñada para los jóvenes y niños menores de 10 años, no está muy clara”, compartió Julián Nazario Martir, de 15 años y natural de Carolina. “Es necesario tener más información para esta población”.

Gabriela Rojas Bowe coincidió con su postura. “Para niños menores de quinto, o elemental, no he visto información general. Sugiero crear cosas más coloridas, más visuales”, agregó la estudiante de 15 años, de San Juan.

Baruc Tort Lugo, de 17 años opinó que “YouTube puede ser un buen medio para que los padres se enteren más directamente”, e hizo referencia a la labor de los encargados de la crianza o los cuidadores para también llevar esta información.

Al planteamiento del moderador sobre las medidas impuestas por el gobierno, y cómo les ha afectado, Leonelis Fuentes Carrasquillo, de 20 años, mencionó que “todavía faltan unas cositas” por trabajar, y compartió que “lo más frustrante para mí es mi hermana, que tiene 13 años y ella juega baloncesto. Al ella estar antes bien enérgica, ir a la escuela, y todo el tiempo jugar baloncesto, y que todo se pare, es un poco frustrante”.

De otra parte, la joven de Loíza, manifestó la preocupación de que no todos los ciudadanos tienen acceso al Internet para contar con ciertos servicios básicos para pedir ayuda. “Tenemos que buscar otras maneras. El internet es muy bueno, pero tenemos que buscar otras maneras eficaces para personas que no tienen acceso a Internet o a nada”, planteó.

El tema de cómo mejorarían las estrategias de la educación a distancia fue uno de los que despertó mayor inquietud. María Eugenia Geigel Méndez, de 14 años, propuso “hacerles un trabajo que a ellos les gustaría intentar, como un experimento de la casa o ver una película, y hacerle unos materiales más fáciles para la casa porque están en su propio hogar, se van a aburrir”. La joven de Culebra compartió la preocupación de que por estar en el hogar los menores “van a querer jugar con los juguetes”, lo que dificultaría para algunos padres esta misión.

Mathew Ramos Davila, de 19 años, manifestó inquietud con el tema de los módulos del Departamento de Educación. “Las clases a distancia son fuertes porque los maestros no solamente están pendientes a estudiantes, a cómo darles clases, sino también a proteger a sus familias”, dijo. El estudiante de Loíza propuso “dar trabajos menos complicados como decir ‘haz un ensayo de cómo te sientes, de quién eres tú’. Pienso que cosas así pueden ser las más apropiadas para dar el trabajo en casa”.

El tema de la salud mental también generó inquietud.

Gabriela, quien confesó ser una paciente de depresión, reveló que el encierro repentino “a mí me hizo muy mal”, y aseguró conocer de otras personas que han tenido una reacción similar. “Han vuelto a su comportamiento depresivo, ansioso, y siento que es bien importante prestarle atención a la salud mental en estos tiempos”. A su vez, sugirió el acceso gratuito en línea o a través de Internet para obtener ayuda sicológica.

“Hay muchos sectores que no pueden pagar sicólogos o, simplemente, no están en su prioridad ahora mismo”, observó. “Eso es un problema ya que es un tema tabú en nuestra sociedad, y no hacerla accesible lo hace más tabú”. De la misma manera, invitó a los padres a mantenerse atentos a las emociones de los pequeños.

Mathew, por otro lado, hizo un llamado a atender a las personas incapacitadas, los encamados y las personas de la tercera edad para recibir asistencia con el suministro de alimentos.

María Eugenia destacó que los ciudadanos de Culebra han recibido “comida enlatada y en cajas” por parte del alcalde, William I. Solís, “pero también el gobierno nos puede ayudar velando en tener precaución sobre lo que está pasando con las lanchas y la comida, y cómo va a llegar todo a los supermercados, y cómo se podría ayudar los residentes aquí para estar alimentados. Aquí hay mucha pobreza y, básicamente, se les hace difícil porque hay gente que no tiene carro”.

En cuanto a la falta del servicio de los comedores escolares, varios de los jóvenes propusieron la alternativa de crear un método para que quienes necesiten de esta ayuda, puedan ir a buscar la comida.

Gabriela, quien reveló que desde el séptimo grado ha hecho uso de este servicio, manifestó que desde enero se ha visto afectado en el plantel escolar donde estudia (Escuela Secundaria de la Universidad de Puerto Rico), lo que la ha forzado a llevar almuerzo. Pero afirmó que comprende el cierre actual a raíz de la crisis por el coronavirus.

“Es bien importante por la salud de los trabajadores, especialmente los cocineros. Quizás si pudiesen abrir un comedor público con medidas extrasanitarias, pero no estoy segura de que eso sea lo mejor porque estamos en medio de una crisis humanitaria y el salir y el compartir y estar en un comedor, es un riesgo grande”.

Baruc planteó que dentro de las circunstancias, hay familias que no tienen la capacidad económica de tener sus alimentos. “Creo que para ayudar en este momento, que hay tanto desempleo, que se ha visto más que nunca en poco tiempo, un comedor público, o por lo menos un servicio. Diría que tal vez si el gobierno nos proveyera un servicio para familias que no tienen el acceso, entregar tal vez a los hogares, o tener el espacio disponible para buscar rápidamente (la comida), o alguien que se encargue dentro de sectores para hacerle llegar a otra gente dentro de sus comunidades”, sugirió el estudiante de San Juan.