Gurabo Reclaman a la Uniformada... porque esta vez fue su perro Pancho la víctima de abuso policiaco.

Desde lo alto de la casa de Edgar García Pérez, de 25 años, donde vive con su esposa Linnette Ortega Vázquez, de 27, y sus cuatro hijos, Pancho, un enorme perro de la raza dogo argentino, vela quién entra y quién sale de la residencia, que queda en el tope de una empinada loma, del sector El Cerro de este pueblo.

El perro, aunque grande, es amigable y tranquilo, tiene una mirada tierna y dulce. Nadie pensaría que hace varios meses estuvo a punto de morir después de que la Policía lo hiriera en medio de una intervención en un punto de drogas.

“Fue el 21 de agosto, eran como las 3:00 de la tarde cuando llegué a casa con los nenes y había muchos policías. Había una cinta amarilla que bordeaba mi casa, y cuando pregunté, me dijeron que había un perro herido. Yo dije, ése es mi perro, pero, no me dejaban pasar”, narró Edgar, con mucho pesar al recordar cómo sus vecinos le contaron que Pancho había sido herido hacía más de tres horas y estaba corriendo como loco del dolor por el barrio a la vez que se desangraba poco a poco.

Edgar no entiende por qué la Policía entró por un pasillo del lado de su hogar hacia la parte trasera para llegar a un punto de drogas sin notificarle. Tampoco entiende por qué tuvieron que hacerle disparos a Pancho y mucho menos por qué la Policía lo dejó allí a su suerte y no lo llevó de inmediato a un veterinario. En vez, Edgar tuvo que esperar que un vecino lo asistiera con una guagua pick-up para cargar el perro de 180 libras, ya en estado de shock por la pérdida de sangre.

Afortunadamente, en la Clínica Veterinaria Umpierre, en Hato Rey, operaron a Pancho, le pusieron sangre, lo estabilizaron y lo salvaron.

“Para nosotros fue bien traumatizante y lo más que nos disgusta es que la Policía no trabaje bien, no investigue cuándo va a hacer una intervención para saber si hay mascotas en las casas, mis nenes se vieron bien afectados”, comentó por su parte Linnette.

Y es que esta familia es amante de los perros. En su humilde casa viven Wina, Bob, Choco y Ceniza, este último un perro andariego que de vez en cuando comparte con sus otros colegas del barrio.

Edgar, Linnette y sus nenes demuestran un enorme cariño por sus mascotas, pero por la pareja tener cuatro hijos se le ha hecho cuesta arriba poder pagar la cuenta de los gastos veterinarios que requirió Pancho.

De la Policía no han obtenido nada, aun cuando radicaron una querella en la División de Integridad Pública y otra en el Negociado de Investigaciones Especiales.

La familia de Pancho todavía le cuida su pata en la que se le amputaron varios dedos, y también las heridas de la operación.

Las personas interesadas en donar dinero para saldar la cuenta pueden comunicarse al 1-888-8 Adopta o con Linnette al 787 967-8333.