Tranquilita.

Así falleció Kesia Rivera de 37 años, víctima de un cáncer que se apoderó de su cuerpo de manera acelerada y por quien su familia pidió ayuda ante la difícil y desesperante situación por la que pasaban. 

Tras ese llamado, las aportaciones comenzaron a llegar y las agencias del gobierno que habían estado entre reacias y presionándolos, comenzaron a ver el caso con mayor compasión.

En dos semanas, gracias a toda la generosidad del pueblo, lograron que se pintara el modesto apartamento donde Kesia residía con su esposo y sus cinco hijos. También se pudieron comprar uniformes escolares y artículos de primera necesidad para los hijos, así como camas apropiadas para todos, que pasaron el cedazo del Departamento de la Familia. Además la mujer logró pasar sus últimos días de una manera más digna.

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En medio de su dolor y en sus momentos de lucidez, Kesia entendió lo que sucedía. El lunes por la noche a su alrededor había un grupo de personas cantando y orando por ella. Y así expiró.

“El último instante fue bien fuerte… muy triste. Pero sabemos que ella está mejor ahora. Yo le contaba de todas las donaciones, de todo lo que empezamos a recibir, de esa generosidad de la gente”, relató su hermana Keila Rivera.

“La gente mandó ropa hasta de Estados Unidos. Nos enviaron juguetes, nos trajeron comida, así que podíamos mandar a los nenes con las meriendas a la escuela. Yo no sabía que había gente tan buena. No me imaginé que el pueblo de Puerto Rico y los que viven en Estados Unidos tuvieran este cariño tan grande, esta demostración de amor, tan grande para Kesia y su familia. Se les agradece de verdad, de corazón”, afirmó.

Desde organizaciones sin fines de lucro, la oficina del Ombudsman en Caguas, compañeros de trabajo de un dealer de autos, personas de distintos municipios, Keila no paraba de mencionar a todos con sus muestras de agradecimiento. 

Sin embargo, se mostró preocupada porque el Departamento de Educación les prometió que les daría ayuda sicológica a los hijos de Kesia, Adrián, de 21 años, Jonathan de 17, Kevin de 16, Luis de 9 y la menor Thalía de cuatro añitos, quienes están pasando por el duelo. 

“Ayer el papá encontró a la nena en un cuarto con la luz apagada en una esquinita llorando”, indicó Keila. “Ellos están bien afectados”. 

Keila dijo que hoy jueves velarán los restos de su hermana en la Funeraria Borinquen de Caguas desde las 9:00 de la mañana. El lugar del entierro sigue en veremos porque están buscando alternativas ya que el nicho en que descansaría el ataúd cuesta unos $6,000 y la familia apenas reunió para pagar los gastos del entierro que ascendieron a $2,500.

“Sobretodo los hijos van a seguir necesitando que no los dejen solos. El esposo (David Goytía Díaz, quien dejó de trabajar para poder cuidar a Kesia porque no tenía los recursos para pagarle a alguien), también va a necesitar poco a poco retomar una rutina y encontrar un trabajo”, dijo Keila.  

Si usted quiere ayudar a la familia puede escribir al siguiente correo electrónico: kiriver123@yahoo.com