Gary Nuñez
Gary Nuñez (Archivo)

Siempre me ha gustado ‘la época navideña’ por varias razones.

Por ejemplo, encuentro que hay como una ‘querencia’ que se apodera de nuestro carácter como pueblo haciendo de la vida diaria más llevadera. Estamos más propensos a buscar la armonía y el compañerismo.

Hemos vivido en un Puerto Rico difícil, particularmente en los últimos tres años que, como me decía un viejo amigo locutor, “si nos dejamos, nos chupan la alegría”.

Pero aún en esas situaciones encontramos motivos de alegría. Para mí, el mayor motivo de alegría ha sido las muestras de solidaridad que dimos en los momentos difíciles del huracán María. Entonces fuimos los vecinos los que nos ocupamos los unos de los otros; o durante los temblores, recordemos el tapón del Expreso Las Américas de gente llevando ayuda y consuelo a nuestros hermanos del sur; o aún durante la presente pandemia, cómo tratamos de cuidarnos los unos a los otros. Nosotros no esperamos por un gobierno deficiente para ayudar a los nuestros y ¡eso es motivo de alegría!

Otra razón por la que me gusta la Navidad es porque, como decimos, “sacamos nuestro ser puertorriqueño a pasear”. Nuestra celebración es particular y alegre, y nuestra música es parte esencial de ello. La música jíbara, la plena y la bomba forman parte imprescindible de esa celebración. Un dato curioso es cómo algunos artistas e intérpretes durante el año no integran nuestros géneros tradicionales en sus propuestas musicales, pero llegada la época, se contagian con nuestros ritmos y “no se quedan fuera”. Ellos también sacan su “puertorriqueño a pasear”.

Hay quien propaga que a los puertorriqueños sólo nos gusta nuestra música en navidades. La implicación es que, en las navidades, por arte de magia, nos gusta nuestra música. Sin embargo, los intérpretes de nuestra música tradicional somos fieles testigo de que es una apreciación incorrecta cuando vemos la reacción del público a una plena o un seis bien tocados, sin importar la época del año en que se interprete. Eso es como decirle a un hermano dominicano que solo le puede gustar escuchar merengue en “las navidades”, o lo mismo al pueblo cubano con referencia al son y sus derivados, que conocemos como la salsa. La música nuestra es “cosa nuestra” y nos conmueve el corazón cuando la escuchamos. Esa es la verdad.

Que esos géneros no tengan la difusión y respeto que merecen son “otros veinte”, y hay múltiples razones para explicar eso: una política deficiente del gobierno, la ausencia de una industria disquera nacional o una emisora dedicada a difundir nuestra música, etc.; elementos que existen en los países originarios de otros géneros musicales.

Preparando la nueva producción de Plena Libre, me causó asombro la cantidad de artistas de primer orden en otros géneros musicales, que a través de los años aceptaron con alegría, ser parte del esfuerzo por difundir nuestra música. El listado de colaboradores incluye nombres como Eddie Palmieri, Andy Montañez, Millo Torres, Néstor Torres y los compañeros Andrés Jiménez y Antonio Cabán Vale “El Topo”, con quienes compartimos honores. Nos unió la música que es la “Cosa Nuestra”, título de nuestra más reciente producción discográfica.

En esta época, y todos los días, en Plena Libre vivimos agradecidos del respaldo de nuestro pueblo, y prueba de esto es que ya estamos próximos a cumplir tres décadas en el pentagrama musical nacional e internacional. Como en las situaciones anteriores, contamos con nuestro pueblo para llevar la “Cosa Nuestra” al lugar que merece, en y fuera de Puerto Rico, respaldando a los intérpretes de nuestra música tradicional en sus producciones y presentaciones, en vivo o virtuales. En esta esta Navidad, ¡regala música puertorriqueña!

Nuestra música es bella, rica en matices, simple y compleja, pero más importante aún es reflejo de lo mejor del carácter de nuestro pueblo que es ¡Cosa Nuestra!

¡Felicidades!