Salinas. En la entrada del refugio localizado en la escuela Carlos Colón Burgos en Salinas, Herib Vázquez, de 28 años, esperaba por un vehículo militar que lo transportara hasta su residencia en el barrio Playa, con la intención de salvar lo más que pudiera de sus pertenencias tras el paso del huracán Fiona.

Aunque la incertidumbre lo arropa en estos momentos, tiene algo claro: no volverá a vivir en la casa a la que se mudó hace una semana y de donde tuvo que ser rescatado junto a su esposa y tres hijos de siete meses, 3 y 4 años.

“Sería regresar (a la casa), pero como no tenemos donde dormir, porque las camas se ahogaron, pues no creo que vuelva a la casa. La casa me la dejaron para vivirla, pero tampoco voy a arriesgar a los nenes cada vez que llueva. No es conveniente ni para mí, los nenes ni mi esposa”, manifestó.

Vázquez anticipó que buscará vivir por un tiempo con su padre de crianza en Santa Isabel. Si no tiene éxito, procurará que el gobierno les brinde un alojamiento. El hombre señaló que intentó comenzar el proceso con el Departamento de la Vivienda en el refugio, pero que los funcionarios no estuvieron disponibles para atenderlo.

De acuerdo con el ayuntamiento, en el refugio permanecían 219 personas refugiadas hasta las 6:00 a.m. de este martes. El número se reducía a medida que las horas pasaban y las condiciones del tiempo permitían que algunas personas regresaran a sus hogares.

Mientras, este medio encontró nuevamente en el refugio a Luis Daniel Cruz, un residente del barrio San Felipe, ubicado entre Salinas y Guayama, que fue rescatado cuando el agua comenzó entrar a su casa.

Visiblemente afectado, el hombre de 47 años solo buscaba la forma de llegar a su hogar para encender su vehículo y llevarle leche y pañales a su hija. Contó que su residencia está llena de escombros, por lo que regresará en la tarde al refugio, que es donde más seguro se siente.

Contrario a Vázquez y Cruz, algunos refugiados han podido regresar a sus hogares para retomar sus vidas poco a poco, con la ayuda de oficiales de la Guardia Nacional de Puerto Rico (GNPR).

Entre los damnificados, había rostros de alegría por volver a su hogar, pero también de preocupación, ya que no sabían con lo que se encontrarían. Subían al vehículo con algunas bolsas de ropa y sus mascotas. Los que se quedaban en el refugio, entretanto, buscaban la forma de entretenerse hasta con música que retumbaba en toda la estructura.

La alcaldesa de Salinas, Karilyn Bonilla, destacó ayer, lunes, que en dicho municipio hay sobre 2,000 residencias afectadas por las inundaciones, mayormente en la zona costera, donde la marejada ciclónica causó estragos. Otras comunidades rurales como El Coquí se afectaron por el río Nigua, que salió de su cauce.

Bonilla acudió a las redes sociales para exhortar a los refugiados a que documenten los daños en sus residencias, ya que el proceso de reclamación ante la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) requerirá presentar evidencias de los estragos.