ARECIBO. Luego de atender a sus gallos, Ángel Luis Rosa se sienta en un viejo sofá que mira hacia un pedazo de esa inmensidad que es el océano Atlántico. Tiene una vista privilegiada desde hace 77 años al nacer en el sector Barrio Obrero en Arecibo. Sin embargo, mucho ha cambiado ese entorno y varias cosas se han ido con el bravo mar de la costa norte de Puerto Rico.

Desde el sofá, don Ángel Luis ya no puede ver el pedazo de terreno en el que él y sus vecinos jugaban pelota.

“Estaba allí”, señala hacia un punto en el que solo hay arena y olas que golpean hasta casi llegar a la pared de tierra en la calle Cruz Roja, una de las tres que quedan en esta comunidad.

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“Allá… donde se ven los bloques”, dice y apunta buscando en sus recuerdos la ubicación de la casa en la que vivió antes de mudarse al hogar actual en el que cuida de sus gallos de pelea.

La estructura ya no existe, como tampoco tres hileras de casas levantadas en esa comunidad y que se fueron perdiendo debido a la erosión que afecta este sector y que, según los vecinos, se agravó con el paso del huracán María. 

“La mar siguió dando para acá y mira por dónde viene. La mar siguió comiendo, comiendo y comiendo”, así describe don Ángel Luis el proceso que eliminó decenas de residencias en Barrio Obrero.

Algunas casas fueron abandonadas por sus dueños debido a daños estructurales y otras fueron parte de un proceso de expropiación y reubicación de residentes.

El septuagenario presume que es cuestión de tiempo que su actual casa y las de sus vecinos también se afecten.

“Se la va a comer... El mar sigue para acá poco a poco”, comenta el arecibeño que prefiere la costa a las montañas, las que atravesaba como camionero cuando trabajaba para una empresa distribuidora.

Fotos de la década de 1950 muestran tres hileras de casas ubicadas frente al Atlántico en este sector donde se mudaron  muchos trabajadores de la destilería arecibeña. 

Al filo del talud

En el otro extremo de la calle Cruz Roja, reside José Morales, tiene 67 años de edad y, al igual que don Ángel Luis, ha pasado prácticamente toda su vida en este barrio arecibeño. 

Por las ventanas de la casa de Morales entra la brisa marítima y el olor a salitre. La estructura de madera no tiene patio trasero, allí solo hay arena y olas, mientras áreas de la casa parecen flotar en el aire debido a que se socavó parte de la tierra en la que está enclavada la estructura.

Morales intuye que si continúa este comportamiento en la playa, su casa desaparecerá como la de sus vecinos de juventud.

“Como somos criados y nacidos aquí, nos acostumbramos a ver la mar subir y meterse” (en sus terrenos), dice.

Vista desde afuera, la casa recién pintada de un verde azuloso y amarillo no da la impresión del peligro que corre al habitarla.

Mientras camina con su bastón -que tiene rastros del trabajo que pasó al pintar la casa- Morales dice que vive sin miedo, pero aclara que estaba listo para pasar la tormenta Dorian en el hogar de su hermano para no correr riesgos.

Las evaluaciones 

Actualmente, la profesora Maritza Barreto -de la Escuela Graduada de Planificación de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Río Piedras-, y sus estudiantes investigan esta área como parte de una propuesta apoyada por la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA en inglés) sobre la erosión y su asociación con el cambio climático. Los datos de la costa de Arecibo, junto a los de otros nueve municipios costeros, serán los primeros en publicarse en enero del próximo año. 

Al momento de la entrevista, todavía no poseía datos cuantitativos sobre la pérdida de playa en barrio Obrero en Arecibo. 

Pero reconoce que las costas de la Villa del Capitán Correa reflejan una severa erosión a partir del huracán en 2017 y la marejada de marzo de 2018.

“Esa área de barrio Obrero y de barrio Pueblo son de las más críticas de todo Puerto Rico”, señaló la catedrática de la UPR.

El alcalde de Arecibo, Carlos Molina, indicó que la costa de los barrios Obrero y Pueblo fue evaluada por un bufete de ingeniería contratada por el ayuntamiento tras el huracán María. Los hallazgos y recomendaciones de este grupo técnico fueron sometidas tanto a FEMA como al COR3, con la esperanza que se incluya en los proyectos de mitigación.

Todavía no ha recibido contestación, dijo Molina.