¡Está camarón!

Siempre se presumía que existía en los ríos y los estuarios del país pero no fue hasta el verano pasado que un equipo de investigadores pudo documentar su presencia en el río Piedras.

Mediante su consignación científica, el Palaemon pandaliformis se convierte en la novena especie de camarones que habitan las aguas dulces puertorriqueñas, facilitando el procesamiento de la vegetación de las cuencas y formando parte de una abundante diversidad que sobrevive ante la constante amenaza de la contaminación.

Su mera existencia confirma, además, que hay suficiente comida y nutrientes en el agua para garantizar, hasta el momento, su supervivencia. Su cantidad luce ser abundante pero resultaría impráctico comerlo debido a su tamaño. Alcanza apenas los dos centímetros de largo.

La documentación de la especie se está llevando a cabo por un estudiante doctoral de biología de la Universidad de Utah, Omar Pérez Reyes, con la asistencia del Instituto Nacional de Dasonomía Tropical.

“Mientras el mundo entero está perdiendo especies nosotros ahora estamos encontrando otras especies, las cuales amplían la biodiversidad de la Isla”, sostuvo Pérez Reyes, mientras mostraba algunos de los camarones que nadaban en un contenedor de plástico en las inmediaciones del río Piedras, que cruza por el Jardín Botánico de la Universidad de Puerto Rico.

El camarón nace como una larva en las partes altas de los ríos y experimenta un proceso de metamorfosis que lo convierte en camarón una vez alcanza el estuario. Regresa a las aguas dulces donde habita hasta su muerte. Aunque abundan las nueve especies de camarones en la Isla, la canalización de los ríos sí representa una de sus principales amenazas, ya que la aceleración del agua las expone a riesgos que atentan contra su propagación.

El Cuerpo de Ingenieros de Estados Unidos ya comenzó la canalización del río Piedras debido a los desbordamientos y las inundaciones que el cuerpo de agua provoca en las zonas bajas de Puerto Nuevo.

La canalización consiste en gigantes muros de contensión que comenzaron a construirse en ambos lados del río, desde la bahía de San Juan hasta Cupey, que deberían ser lo suficientemente altos para contener las crecidas del agua.

Según indicó la especialista en ríos del Instituto Internacional de Dasonomía Tropical, Tamara Heartsill-Scawey, la canalización podría asestar un golpe severo sobre la diversidad del río Piedras, ya que provocaría un aumento en su temperatura y una disminución de oxígeno. Estos dos factores guardan relación con la corriente del agua.

La agencia federal en Estados Unidos ha encaminado un agresivo plan para restaurar los ríos mediante la eliminación de las canalizaciones.

La dependencia evita las inundaciones mediante otras obras que aguantan el agua en el subsuelo para reenviarla a otras zonas aledañas a través de canales, entre otros sistemas de acueductos.

“Pero el mensaje no ha llegado a Puerto Rico. El hallazgo de este camarón es un memo que nos envía la naturaleza, nos está diciendo que el río está vivo”, sostuvo el director del Instituto de Dasonomía Tropical del Servicio Forestal estadounidense, Ariel Lugo.