Hace siete años que Gilberto Luna se atrevió a emprender con la receta de sorullos dulces que confeccionaba su suegra, María Antonia Rivera, quien no fallaba en freír el delicioso aperitivo en cada celebración familiar.

Para tantear la aceptación del producto, el aiboniteño se enrollaba las mangas y ayudaba a la madre de su esposa, Wanda Alvarado, a elaborar la fórmula que muchos esperaban, ya que el hombre los regalaba a sus amigos y compañeros de trabajo durante la época navideña.

Así comenzó a elaborar Sorullitos Artesanales Mamá Toña, una marca que ha tenido tanto éxito que, actualmente, forma parte del inventario de unos 80 supermercados y cerca de 150 restaurantes en toda la isla.

El negocio arrancó en noviembre de 2016, cuando Luna se acogió al retiro tras laborar por 30 años en una cooperativa de Aibonito a donde fungió como ajustador y “vicepresidente encargado de la operación”.

“La receta siempre ha estado en la familia de mi esposa por décadas. Esa receta, mi suegra preparaba los sorullitos cada vez que había una actividad familiar, para Navidades, Día de las Madres, etcétera. A mí me gustaban los sorullitos, yo siempre tuve una visión de negocio con los sorullitos, pero tenía un trabajo permanente en la cooperativa”, relató el hombre de 60 años.

La empresa produce unos 20,000 sorullitos diariamente y genera 11 empleos.
La empresa produce unos 20,000 sorullitos diariamente y genera 11 empleos. (Isabel Ferre Sadurni)

“Sin embargo, yo cogía vacaciones en Navidad y le decía a la suegra que me preparara, y yo le ayudaba con la tanda de sorrullitos, que de eso salían como 220 (unidades). Yo iba al supermercado, compraba los empaques y ponía de 12 a 24 sorullitos para visitar compañeros de trabajo, que algunos se convierten en amigos y se los regalaba en navidades”, recordó.

Así las cosas, el aiboniteño fue insertando el producto poco a poco, y “de cada 10 personas que los probaba, la aceptación era de 9.5 porque son sorullos dulces”.

Su primera fábrica fue en la casa de sus padres en el barrio Los Llanos, pero luego, un amigo suyo quería darle empleo en su empresa.

“A solicitud de un amigo empresario, William Santiago de Latin Shots, hice un plan de negocios para su empresa y, mientras yo hacía el plan de negocios para ellos, pensaba en mi negocio de sorullos. Terminé haciendo mi plan de negocio de los sorullos”, confesó.

“Entonces, fui por la mañana y le dije que el plan de negocios que trabajé era para montar mi negocio. Me dijo: ‘Cuenta conmigo que, dondequiera que yo vaya, que puedas, vamos a estar juntos. Y así lo hizo”, afirmó.

Para su asombro, Santiago consiguió un contrato de alquiler para elaborar sus productos en el antiguo Parque Industrial de Aibonito “y me subcontrató para que yo tenga mi fábrica a donde él tiene la suya. De hecho, Pridco (Compañía de Fomento Industrial) autorizó el contrato”.

Desde allí, se elaboran cerca de 20,000 sorullitos diariamente.

“La empresa se dedica a elaborar sorullitos de maíz dulce. En principio fue totalmente artesanal, hechos a mano, la masa se hacía a mano al igual que el sorullito. Cada uno de los sorullitos que se fabrican aquí pasan, por lo menos, por tres manos antes de que lleguen a tu casa. Todavía hay mucha labor artesanal en ellos”, explicó.

“Con la misma masa de los sorullitos hacemos otros productos que se hacen también para el mismo propósito. Es un sorullito pequeño, de aproximadamente una onza, en una forma un poco distinta al sorullo tradicional. La masa de nosotros es diferente porque se tuesta por fuera, pero queda cremoso por dentro”, acotó.

Además de los sorullitos dulces, en el lugar se confeccionan otros productos artesanales, en una operación que genera 11 empleos.

‘Nosotros fabricamos unas bolitas que son rellenas con queso cheddar, también fabricamos bolitas rellenas con crema de avellanas y chocolate, y fabricamos también una bolita rellena con queso crema, salsa roja y jalapeño; es una combinación de dulce y picante”, asintió.

“En ocasiones, fabricamos unos minisorullitos con sabor a coco y, casi siempre para Navidad, fabricamos unas bolitas rellenas con queso crema y pasta de guayaba; es lo tradicional que le pones a un pastelillo, pero la masa es de sorulllitos. Estamos pensando en el futuro hacer otras cosas relacionadas, porque nuestra masa pega con todo”, expuso.

El negocio arrancó en noviembre de 2016, cuando Luna se acogió al retiro tras laborar por 30 años en una cooperativa de Aibonito.
El negocio arrancó en noviembre de 2016, cuando Luna se acogió al retiro tras laborar por 30 años en una cooperativa de Aibonito. (Isabel Ferre Sadurni)

Entretanto, señaló que el sorullito regular viene en empaques de 12, 24 y 48 unidades. Mientras que las bolitas con queso, así como las rellenas con queso crema, salsa roja y jalapeño se venden en cajas de 15 unidades.

“El sorullo grande relleno de queso, que es el que ponen en las vitrinas, estamos poco a poco introduciéndolo. Comenzamos en vitrinas y varios supermercados para ver cómo era la aceptación de la gente, antes de comenzar a producirlo en masa y la aceptación ha sido increíble”, esbozó.

Cabe destacar que la forma de cada producto es distinta para que el comensal pueda distinguirlos.

“Hay una bolita totalmente redonda, tiene avellanas y chocolate. Tenemos otra que parece una gota de agua y esa tiene queso cheddar, La otra tiene dos puntas que es con

jalapeño. Esto para que cuando se frían y se pongan juntos en una bandeja, sabes de qué están rellenos por la forma del producto”, explicó.

Aunque se producen cerca de 20,000 sorullitos diariamente, “según llegan, así se acaban”.

Para detalles: 787-615-4277.