“De aquí no me saca nadie”.

Con esa frase, aseguran fuentes, el destituido director del Albergue de Testigos, Edwin Carrión, alardeaba mientras iban saliendo a la luz las irregularidades y denuncias sobre el estado del lugar que capitaneó hasta que Primera Hora sacó a la luz pública su récord criminal.

Tras años de impunidad formando parte del Departamento de Justicia, que maneja información confidencial de investigaciones a funcionarios, crimen organizado y a policías corruptos, Carrión fue removido del puesto que ocupó por casi dos años.

Primera Hora supo que en la tarde de ayer Carrión fue escoltado hasta el Albergue, “ para recoger sus cosas porque la verdad sí pudo sacarlo”, enfatizó una de nuestras fuentes.

La fiscal Arlene Gardón, quien será la directora interina de la institución, lo acompañó a recoger sus cosas y estuvo varias horas reunida con él.

Un fotoperiodista de Primera Hora llegó hasta el Albergue y un agente de apellido Martínez, en quien la agente Ivette Pomales delegó la encomienda, dijo que debía abandonar el área porque “aquello era zona restringida”. Fuentes confirmaron que Carrión salió del Albergue a las 4:54 p.m. cargando varias fundas blancas que depositó en la guagua Blazer azul en la que abandonó finalmente la institución.

Para los que saben sobre las fechorías de Carrión, su destitución no es suficiente para reivindicar al Negociado de Investigaciones Especiales o para lavar la cara de Justicia. Para ellos, si Carrión es reinstalado en la posición que ocupaba antes de ser el director, el resultado “será escandaloso”.

Se refieren a que, aunque pueda parecer irónico después de haberse revelado su largo expediente criminal, Carrión estaba destacado nada más y nada menos que en la División de Integridad Pública del NIE. “Imagínate el escándalo: estuvo años trabajando con la división que vigila la integridad de los funcionarios y él tenía esos esqueletos en el clóset. Sería el colmo que lo mandaran allí de nuevo”, dijo con indignación un agente del NIE.