Los trabajos de investigación de abejas que se realizan en la Estación Experimental Agrícola de Gurabo, de la Universidad de Puerto Rico (UPR), siguen a medio pocillo, ya que desde el paso del huracán María están sin luz.

En este centro -uno de los cuatro en el mundo especializado en el ciclo circadiano- se levanta data imprescindible para frenar la disminución de la población de abejas.

Cerca de la zona donde ubica el laboratorio, cayeron cinco postes de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) tras el huracán y lo que conocen los investigadores y científicos entrevistados por Primera Hora es que los ubicarán en otra ruta para abaratar costos.  

El grupo denunció que la falta de luz ha provocado la pérdida de material biológico al no tener neveras para almacenarlos. Además, tienen que llevar muestras de los estudios hasta el laboratorio en Río Piedras y usar métodos arcaicos para transmitir data sensible -con el riesgo de perderla- porque tampoco tienen Internet.

Y ni hablar del calor, que es insoportable.

Cuando hablamos de la importancia de este centro, el doctor Tugrul Giray, director interino del Departamento de Biología de la UPR en Río Piedras, mencionó uno de los tantos proyectos que realizan: el de “Big Data”, donde monitorean 10 colmenas 24/7. Los trabajos iniciaron en el 2017 y finalizarán en junio próximo.

Uno de los principales investigadores del proyecto, el Dr. José Agosto, profesor catedrático asociado del Departamento de Biología, abundó que estudian el comportamiento de las abejas para ver cómo organizan sus turnos de trabajo durante el día y cómo recogen y llevan el material hasta la caja. También analizan la humedad  y temperatura de la colmena.

Eventualmente, esto también se aplicará al comportamiento humano para “evaluar cómo estamos organizando nuestro trabajo en turnos… Ahora mismo la forma en que se están haciendo los turnos se asocia con alta incidencia de cáncer, de distintos desórdenes mentales, accidentes…”, enumeró Agosto.

En estos primeros años del proyecto, los especialistas desarrollaron la tecnología para estudiar las abejas y ahora recolectan datos.

Las operaciones del centro siguen a medio pocillo debido a que desde el paso del huracán María está sin luz.

Resultados preliminares han arrojado que algunos de estos insectos salen alrededor de las 10:00 a.m., regresan, y luego salen un ratito por la tarde. Otros, mientras haya luz no paran de trabajar.

Otra iniciativa es el Estudio Nacional de la Salud de las Abejas, en coordinación con el Departamento de Agricultura local, a cargo de la estudiante del programa doctoral de la UPR, la entomóloga Aixa Ramírez.

Puerto Rico es parte del studio desde el 2013 junto a decenas de estados.

Algunos resultados del análisis, que es auspiciado por el Departamento de Agricultura Federal, reflejaron que mientras en Estados Unidos se pierde el 40% de las colmenas anualmente, en la Isla “ese efecto tan marcado no se ha visto”.

La también agrónoma dijo que los estudios han revelado que nuestras abejas son más saludables y menos contaminadas con plagicidas.

En cuanto a los ácaros, incluyendo a uno que es como una garrapata, la abeja de aquí los combate.

Fue precisamente en estas facilidades que el doctor Giray descubrió que la abeja africanizada, conocida como abeja asesina y que llegó a la Isla en el 1994, se juntó con la local y produjo una abeja única en el mundo que es dócil (mansa) “pero con la resistencia para poder combatir las plagas y los ácaros a quienes le comen la cabeza”. 

“Tambien (en este la laboratorio) se ha demostrado que genéticamente nuestra abeja ha evolucionado… y es más resistente a los viruses”, agregó, por su parte, el especialista en abejas, Tilden Aponte, al referirse a trabajos de genética y genoma.

Actualmente, también estudian el impacto del huracán María sobre la especie.

Por todas estos trabajos es que los investigadores insisten en que la electricidad es vital en el centro, donde una de sus características es la continuidad.

El doctor Giray dijo que están lidiando con el problema trasladando “el material sensible (como enzimas y proteínas)” al laboratorio de Río Piedras. 

A veces usan hidrógeno líquido para preservar las muestras, otras hielo seco o regular “y de aquí hay que llevarlas en el mínimo tiempo posible. Se nos hace muy difícil no tener electricidad para poder hacer el trabajo…”, agregó Giray.

Aunque han conseguido fondos para hacer trabajos como el de la electrificación del edificio Amarillo, donde ubica el laboratorio, esto no es suficiente. Fue con parte de ese dinero que compraron seis placas solares para que funcionara el equipo para grabar las abejas.

Otro escollo que enfrentan es la poca asignación de fondos a la UPR. 

Aponte ejemplificó que ahora no hay dinero ni para comprar alimentos para las abejas.

De hecho, durante este reportaje usaron un fogón (ante la falta de luz) para calentar agua y derretir azúcar para darle alimento a las abejas.

El también apicultor mencionó que toda esa situación “se está reflejando en nuestras facilidades… Las órdenes de compra en la UPR es una cosa espantosa… el material no llega”, denunció. 

“El llamado que le hago a las autoridades correspondientes es que provean las facilidades necesarias para la operación de un laboratorio como este. Si estas facilidades dejan de existir, todos los datos que generamos, no solo a Puerto Rico, al mundo, se perderían”, sentenció.

“Con la falta de luz hemos sobrevivido como hemos podido, pero el tiempo es ya demasiado”, añadió Aponte.