Con refresco, con jugo, con una cervecita o con agua... pa’ comer en el carro, pa’ llevar a la casa o la playa o pa’ comerlas allí, las frituras -no importa cómo se consuman-  son, no solamente parte de nuestra gastronomía, sino también una parte importante de nuestra cultura.

Por eso, muchos desafían hasta la lluvia para ir a comerlas a cualquiera de las muchas áreas que existen alrededor del país.

Primera Hora hizo un recorrido por una de las zonas fritoleras por excelencia, Piñones, donde los fogones con madera ardiendo y cazuelas ya negras curadas en grasa se ven ardiendo desde la carretera haciéndole la boca agua a cualquiera de tan solo mirar.

A pesar de la lluvia que caía en el momento, niños,  jóvenes, adultos y personas mayores, locales y turistas, empuñaban su fritura favorita con varias servilletas cercanas para tratar de eliminar un poco la grasa que pinta los dedos y la boca.

Y hablando de favoritas, la ganadora indiscutible es la alcapurria, la más que se pide, la más que se anhela, la más que se come.

En la expedición dimos con Eliezer Hernández un hombre recién retirado quien estaba sentado con su mamá Lucila Oyola y viajaron desde Bayamón para poder saborear su manjar.

“Mi favorita es la alcapurria venimos como cada dos semanas por aquí”, afirmó Hernánadez.

“A veces traigo al viejo”, dijo en referencia a su padre mientras contaba que ahora que no trabaja tiene más tiempo para llegar a esta zona a comer.

Su mamá se defendió de una pregunta indiscreta

¿Y no les preocupa la salud?

Bueno, tenemos un médico de cabecera al que vamos siempre, pero esto es a veces, hay que hacerlo, dijo Oyola con una risilla cómplice.

A tan solo unos pasos, y sin bajarse del carro, Adalis González también le metía el diente a una alcapurria de jueyes.

La mujer, quien se desempeña como secretaria y vive en Guánica, pasaba un ratito en compañía de Rafael Sierra un maestro que vive en Isla Verde que fue quien se bajó a comprar los antojitos.

“Me recibieron muy bien aquí... llueve, truene o relampaguee venimos como dos veces por semana”, aseguró Sierra sonriente.

¿Por qué ustedes creen que a la gente le gusta tanto venir a comer frituras?

“Es lo mejor de Puerto Rico, es lo típico. Todo lo que engorda es lo que le gusta a la gente”, indicó González.

Julia Burgos lleva siete años trabajando en el restaurante “Donde Olga” y asegura que no hay crisis económica ni problemas sociales que le quiten popularidad. Las frituras, siempre se venden bien, especialmente los fines de semana.

“Aquí un fin de semana ves esto lleno y las frituras se hacen al momento, la carne es de calidad, a la gente le encantan”, expresó.

“Con el alza en precios yo no he visto que haya variado nada”, opinó.

Para ella, que las tiene a diario al alcance de la mano, su favorita también es la alcapurria aunque también le encantan los bacalaítos.

Su compañero de trabajo Joel Hernández lleva dos años a cargo del fogón y narró que la misma gente que auspicia el negocio es la que muchas veces les dona la madera para que arda el aceite donde se cocinan estas delicias.

Dijo que se ha quemado unas cuantas veces pero en términos generales son fáciles de hacer y sin importar cuántas cosas cambien en el país, “la gente siempre viene”.

Gabriel Marrero nació y vive en Nueva York, aunque tiene familia en la isla. Este verano quiso venir a pasear junto a su esposa, que también tiene familiares boricuas, y los dos hijos de ambos.

Durante su estadía, Piñones se ha convertido en su parada mandatoria para comer.

“En Nueva York (las alcapurrias) no las hacen igual, el guineo, la carne, yo no sé, saben bien distintas. Aquí son ‘100% good’. Y él (su hijo Gabrielito) se ha comido más de 10. Este (un amigo de la familia que los acompañó) desde que llegó está comiendo. Él no sabe lo que es, pero le gusta”, contó divertido.

Y más adelante un grupo de estudiantes universitarios, al que se le aguó el viaje a Culebra debido a la lluvia torrencial que caía, decidió volver con el mismo amor y llegar hasta la zona fritolera.

“Nunca se pierde la costumbre de venir y probar de todo”, expresó Raúl Menéndez.

“Sí, quisimos venir a darnos la jartera”, indicó su hermano Enrique Menéndez.

Y entonces, ¿no hay preocupación por mantener la línea?

“Esto es de vez en cuando y bueno pa’ eso está el gym”, dijo Paola Irizarry.

El grupo teorizó que comerse una fritura, sea cual sea, es parte de lo que nos identifica como pueblo.

“Y es bien importante que la costumbre... no se pierda”, dijo Mónica Beauchamps.