Le sacan el jugo a la lata

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 17 años.
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Para el que mira puede parecer una bolsa de basura, pero para quien pasó el trabajo de acumularla sabe que ahí está el pago de la gasolina.
No se sabe cuántos son, pero cientos de personas llegan a los centros de acopio para cambiar latas y otros metales por la cantidad de dinero que establezca el mercado.
Hace unos meses pagaban la libra de aluminio a 70 centavos, pero con la caída de la bolsa, también cayeron los metales. Ahora fluctúa entre los 30 y los 38 centavos. Depende de cuánto lleve.
José Antonio Morales es uno de decenas de metaleros que compran aluminio. A su negocio, El viejo metal, llegan personas a vender latas, ventanas, radiadores y hasta baterías de carro.
“La lata es el más que se recibe, le sigue la ventana, la calamina (otro tipo de aluminio), el bronce, el cobre y la batería”, contó Morales desde su local en la comunidad Río Nuevo del barrio Espinosa de Dorado.
Para obtener más dinero del que vale el material, hay gente que se vale de unos trucos que Morales ya conoce muy bien. Se los enseñó su padre, quien empezó en el negocio mucho antes que él.
“A veces le echan piedras (a las latas) para que pesen más. Pero yo sé más o menos lo que debe pesar una funda. Muchos sitios no la quieren espacharrá porque le echan de todo. Hasta tornillos he encontrado yo”, aseguró.
La limpieza o la suciedad de las latas puede redefinir cuánto Morales pague por la libra de aluminio. “Si me lo trae sucio te pago menos; si me lo trae limpio te pago más”, admitió y aclaró que se debe al tiempo que se invierte en limpiarlas antes de llevarlas a la planta de reciclaje.
El cobre, un metal tan cotizado que miles de personas han quedado sin luz cuando ha sido robado de torres de la Autoridad de Energía Eléctrica, tiene sus restricciones a la hora de venderlo.
“El cobre yo no se lo puedo comprar. Tiene que venir con un electricista o con un plomero (que certifique la procedencia del metal). Firmamos el documento y entonces le compro el cobre”, explicó el metalero, quien aseguró que cada vez es más difícil conseguir clientes porque la industria creció.
El perfil de la gente que lleva metales a reciclar es bastante sencillo. Son, básicamente, personas que necesitan un dinerito que los saque de apuro.
“Hay gente que viene por $45, por $7.85. Mayormente la excusa es pa' gasolina, pa' los pampers. Hay un señor que lo usa pa'l palo, pa' cigarrillos”, expresó.
Aunque durante las crisis pos- huracanes es cuando más metales se reciben -por todo lo que voló por los aires- es en Navidad cuando más dinero se puede generar.
“La Navidad es la mejor época por las remodelaciones y las latas de las fiestas”, expresó.
De la misma manera en que Morales tiene la esperanza puesta en la época festiva que se avecina, la gente que cambia metales también.
“Ahora mismo lo que hace la gente es guardando, esperando a que lleguen las Navidades”, observó.

