La dirección del primer gobierno compartido en la historia política del país, sin duda, puso a prueba el carácter de don Luis A. Ferré.

Pero ni aun así el fundador del Partido Nuevo Progresista (PNP) claudicó en sus valores. Durante su cuatrienio, Ferré dio cátedra de cómo tratar con firmeza pero con respeto al adversario, cómo contradecir sin antagonizar y cómo al mantener un balance prudente se podía soslayar a toda costa los conflictos estériles e innecesarios. Y así lo hizo.

Ferré insistió en los principios democráticos, la tolerancia a las convicciones ajenas y la participación igualitaria durante un mandato que cambió la historia del país.

Sus posturas le valieron críticas de sus propios adversarios, recordó ayer el historiador Guillermo Baralt, escritor del libro La gran tarea: la obra de gobierno de Luis A. Ferré 1969-1972.

“A menudo, sus propios correligionarios decían que Ferré era utópico, ecuánime y liberal y hubo quien le reprochara por no ser político y le pedía que fuera intransigente. Sin embargo, en gran medida, por su infinita paciencia, educación y cultura universal, gracias a Ferré, Puerto Rico pudo dar sus primeros pasos en el bipartidismo. Por ello, se fortaleció la democracia y consolidó un mejor gobierno”, sostuvo ayer el catedrático durante la presentación del libro en el Recinto Metropolitano de la Universidad Interamericana.

Éstos y otros relatos del gobierno de Ferré, algunos hasta ahora desconocidos, están plasmados de forma magistral en la obra que le fue comisionada a Baralt por Antonio Luis Ferré Ramírez de Arellano, quien presidió el consejo asesor de su padre.

El libro recoge su obra económica, cultural y social, y cómo ésta no se limitó a cuatro años, sino que trascendió hasta hoy día. Entre sus más destacadas iniciativas resalta el establecimiento del bono de Navidad, la enmienda constitucional para otorgarles el derecho al voto a los jóvenes y el desarrollo del expreso PR-52 que atraviesa la Isla de norte a sur.

“Los éxitos de este gobierno, de tan sólo cuatro años, fueron difíciles de lograr. En ello, Ferré aportó el tesón, la ética del trabajo, el decoro, su inteligencia y preparación académica y demostró un sentido de propósito y una voluntad inquebrantable. Con su fino proceder, Ferré ennobleció el cargo de gobernador”, destacó Baralt.

Gran diferencia

Luego de elogiar el resumen que hizo Baralt sobre el legado de su padre, Ferré Ramírez de Arellano recordó cómo don Luis postergó la consecución del ideal de la estadidad para atender el problema económico que atravesaba la Isla. Dicho proceso, dijo, lo realizó de la mano con su sucesor Rafael Hernández Colón.

Contó que se llevó en “un ambiente de serenidad, tolerancia, armonía y nadie alzó la voz. Allí, no hubo insultos, no hubo recriminaciones como vemos hoy día en la política pública del país”.

“Se negoció con tolerancia y con respeto, muy distinto a lo que se ve hoy en el país. Ésa yo creo que es una de las diferencias grandes entre la época de don Luis y su gobierno, y el presente que estamos viviendo, donde todos conocemos la cantidad de insultos y ataques que hay en la vida pública”, sentenció.

El ex presidente del Partido Popular Democrático (PPD) y catedrático de la Interamericana, Héctor Luis Acevedo, también reconoció la trascendencia de Ferré en la política.