Lejos de morir la tradición

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 18 años.
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El sorteo extraordinario de Madres que se 'tira' hoy es uno de los eventos estelares de la Lotería Tradicional que, a pesar de la inauguración de nuevos juegos, sigue arraigado y vigente con su esperanza de que, con un cantito, te puedes 'pegar con algo'.
Además del de las Madres, para el cual ayer estaba todo prácticamente vendido, la Lotería celebra sorteos extraordinarios en Navidad y para el Día del Trabajo en septiembre, adicionales a los 49 sorteos ordinarios que celebra el resto del año.
La entrada de otros juegos, como la Loto y los distintos Pega, le ha robado un poco del lustre público a la Lotería que se vende cantito a cantito a través de una red de 13,000 agentes y 1,500 vendedores pero, para la gente que lleva años supervisando estos sorteos, la “tradición” de la tradicional es fuerte.
“Al principio, por la novedad, la gente se mueve allá (a la Electrónica), pero poco a poco la gente vuelve pa acá. No sé, esto es una tradición. Allá si no te pegaste en los primeros (números), no te pegaste. Acá tienes la esperanza de buscar la lista y quedarte con algo”, aseguró la directora de la Lotería Tradicional, Hilda Ramos, quien lleva 30 años trabajando en la organización del juego en el Departamento de Hacienda.
Para la extraordinaria, en donde el premio gordo es de $1 millón, el billete tiene 100 fracciones, o 'cantitos', y cada uno deja $10,000 en el gordo. Para los ordinarios, cada billete tiene 50 fracciones y cada cantito deja $3,000 del Primer Premio de $150,000.
Teresa Carrión, secretaria auxiliar del Negociado de Loterías, aseguró que la Tradicional y la Electrónica no son comparables en cuanto a los atractivos que ofrecen, pero subrayó que “las dos han sobrevivido y las dos han sobrevivido saludables, pero cada una en lo suyo”.
Un juego menos peligroso
Para Ramos, la Lotería es un juego menos peligroso que otros, particularmente los casinos, porque no desarrollan al “jugador cautivo” que va a un sitio sólo a jugar. La Lotería, sostuvo, se juega de forma más casual, un cantito aquí y otro allá, cuando la persona se encuentra con algún agente en la entrada de un comercio.
Antes las licencias de agentes estaban reservadas para los envejecientes o impedidos pero ya las posiciones están abiertas a los mayores de 21 años que tengan ingresos de menos de $1,200 anuales si son solteros o menos de $2,000 si son casados, ya que la intención es que sirva como una ayuda para suplementar los ingresos. Los agentes y sus vendedores ganan 15 por ciento en las ventas e, igual que los demás, comparten la esperanza de que les toque algo de suerte a través de los billetes premiaos que venden.
“Algunas veces les dejan algo, según ellos dicen. Otras veces se quejan de que le vendieron el premio a Fulano y no le dieron nada. Ellos esperan vender un premio y que al que le vendieron el premio les dé algo, pero no es obligación”, explicó Ramos sobre la dinámica entre agente y cliente.
A lo mejor es que a algún agente le ha tocado vender un premio a uno de los clientes despistados que provocan que, cada año, unos $8 millones en premios reviertan al Fondo General porque nadie fue a reclamarlos dentro del periodo de vigencia de seis meses. Y a doña Hilda le ha tocado de todo, desde el que llega justo antes de los seis meses y se alivia de poder coger el premio hasta el que llega poco después y, por más que pelee, se tiene que resignar a su mala suerte después de la buena suerte.
“He tenido gente que ha venido después de los seis meses y pierden sus derechos. No les gusta, pero el billete lo dice bien claro, son seis meses”, apunta con rigurosidad.