Río Grande. La residencia clausurada de la familia Quiñones en el sector Galateo parecía un silencioso recordatorio de la presencia de Griselda Camacho, la madre de 45 años que murió el martes en una explosión de gas en la ciudad de Nueva York, y de su madre, doña Noelia Quiñones, en su querido barrio en la falda de la Cordillera de Luquillo.

Mientras, vecinos y familiares de Griselda, a quienes conocían como Heidi, lamentaban la pérdida de quien describieron como una mujer ejemplar y trabajadora.

“Yo que no tengo lazos sanguíneos con ella y estoy destruido, imagínese cómo están los familiares”, lamentó Héctor Rojo, casado con la prima de doña Noelia, quien se encuentra en un hospital en estado crítico a causa de las heridas recibidas en la explosión.

“Han estado llamando como 30 veces al día. Casi toda la familia está por allá. Aquí solo está mi esposa, mi suegra -que es hermana de la mamá de Heidi- y un hermano de ella que se quedó por acá”, explicó el hombre de 62 años.

La esposa del hombre, Nelly, quien es prima de Heidi, declinó hablar a la prensa sobre el suceso. Esta lucía visiblemente afectada.

“Mi esposa no ha parado de llorar desde que se enteró. No le hemos dicho nada a mi suegra porque no está bien de salud y ella quiere mucho a su hermana y a su sobrina. Tenemos miedo de que no vaya a tomar la noticia bien y le pase algo”, dijo Rojo.

El hombre explicó que Heidi, junto a su hijo y su madre, vivió en el sector por muchos años hasta que esta renunció a su trabajo como agente en la Policía estatal en la Comandancia de Carolina en octubre de 2005 y se mudó a la Gran Manzana con toda la familia.

“El nene de ella siempre ha tenido problemas de aprendizaje y aquí no conseguía ayuda para el nene, así que cogieron sus cosas y se fueron todos hace como 10 años”, indicó el hombre, quien es hojalatero retirado.

“Ella primero consiguió trabajo allá en Corrección, pero después consiguió en el college donde estaba porque le pagaban más y era menos pesado el trabajo. Estaban muy bien allá, pero venían todos los años. Ahora en verano pensaban venir a visitarnos”, indicó apesadumbrado.

Rojo solo tuvo palabras de elogio para Heidi, a quien indicó que quería como a una hija.

“Siempre la voy a recordar como una muchacha muy responsable y trabajadora. Buena hija, buena madre, buena compañera, buena vecina...”, dijo.

Por su parte, Fe Quiñones, vecina del sector, también lamentó la pérdida de Heidi.

“Ella era una buena persona. Toda esa familia es gente bien buena. Cuando Heidi se metió a la Policía a mí me entrevistaron y yo les dije eso mismo, que era una persona buena, seria y responsable”, explicó la sexagenaria quien vive a solo seis casas de la antigua residencia de la familia Quiñones.

“Esta comunidad es bien pequeña y todos nos conocemos y nos tratamos como familia. Todos estamos muy tristes y orando mucho por que Noelia se pueda recuperar”, añadió la mujer, quien es nacida y criada en el sector.

Asimismo, José París, otro vecino de la zona, dijo estar muy apenado por la pérdida y describió a la mujer como una excelente vecina.

“Era muy buena persona y su mamá también, pero un día toda la familia se fue para Nueva York y se quedaron por allá. Era muy buena vecina”, indicó.