Hace un tiempo se me acercó en el vestibulo de una importante televisora del país, mi hermano, el vaquero nacional, Orvil Miller. Nos saludamos como hacemos los boricuas, como si nos conociéramos de toda la vida aunque nunca nos habíamos visto en persona. Luciísimo, me comentó que me estaba esperando para compartir un tremendo Boricuazo que me iba a encantar. Llevaba en un cartapacio fotos, artículos y otros documentos. ¿Estás listo pa’ que se te hinche el corazón? Ésta es la historia.

¿Usted nunca oyó una canción que decía: “Por medio peso compré un perro y ese perro me dio perritos, ahora tengo un perro, tengo perritos y todo eso por medio peso…”? Algo así. A esta pegajosa canción se le añadía cuanto animal existiera en este planeta hasta hacerla interminable. La canción la popularizó el grupo puertorriqueño Los Borincanos. Este grupo músico-vocal compuesto por Guito Vadiz, Pedrito Berríos, Miguelito Alcaide y Germán “Salinas” Vega se transformó en 1963 en el grupo The Four Amigos para entrar y conquistar el mercado del showbiz norteamericano.

Mi gente, comparto con ustedes algunos de los datos que lucíamente me entregó. Estas estrellas boricuas “actuaron en los espectáculos de Ed Sullivan y Johnny Carson. Además se presentaron en Manila, Tokio y Hawaii. Importantes críticos los catalogaron como “el grupo más profesional de su época”. En el club nocturno The Hungry 1, en San Francisco, siendo ellos las estrellas del espectáculo, el joven principiante que salía a escena para hacer chistes y calentar al público era la hoy superestrella afroamericana Bill Cosby.

Durante una de las presentaciones del grupo en el Hotel Tropicana de Las Vegas lleno a capacidad se enteraron de que unos agentes (scouts) de talentos fueron a evaluar su presentación de esa noche. Andaban buscando músicos y cantantes hispanos para participar en la grabación de la pista sonora de la próxima película de Elvis Presley, Fun in Acapulco. Dicen que cuando éstos le llevaron a Elvis un LP de los cantantes puertorriqueños, al oírlo inmediatamente dijo: “este es el grupo que quiero para mi película”. Así, nuestros muchachos llegan a Los Ángeles en el verano del 1963 para encerrarse en los estudios de la Paramount durante toda una semana con el Rey del Rock’n Roll.

Toda esta información es brutal en asuntos boricuazísticos. Cuatro exitosos jóvenes nuestros en el exterior graban con una leyenda mundial de la música. Está buenísimo pero Orvil no le da pausa a su lucimiento. Me cuenta que uno de los integrantes (Guito) le había contado que “durante un descanso en la agitada grabación se dio un incidente que nunca olvidaría”. Elvis, sin aire de superestrella, se sentó en el piso alfombrado del estudio a escuchar para sorpresa de todos a Miguelito Alcaide, quien había comenzado a tocar un concierto. “Elvis, extasiado, escuchaba cómo el excelente guitarrista puertorriqueño tocaba en forma magistral “El vuelo del moscardón”, “Noche de ronda” y muchas otras selecciones boricuas, internacionales e hispanas. Apantallado con el talento de Miguelito, Elvis, que era un fanático de la guitarra, aplaudía calurosamente cada una de sus ejecutorias mágicas. Aquel descanso de 15 minutos se convirtió en un recital improvisado que duró más de dos horas. Al final, todos se quedaron atónitos cuando Elvis se puso de pie, se quitó el reloj que llevaba y se lo obsequió a Miguelito Alcaide como muestra de admiración y respeto. Dicen que el boricua se puso el reloj y se pasaba mirando la hora a cada minuto”.

Desde hace un tiempo, gracias a los esfuerzos de hermanos orgullosos como Orvil Miller, se exhibe en el hogar de Elvis, la residencia privada más visitada en los Estados Unidos, Graceland, una gigantesca foto de pared a pared donde aparecen juntos Guito Vadiz, Pedrito Berríos, Miguelito Alcaide, Germán Vega y Elvis Presley, en la que se presenta esta historia. Nuestros muchachos tuvieron el honor de compartir con una gran estrella; Elvis tuvo el honor de compartir con cuatro. “Quién será el puertorriqueño que heredó el reloj de oro de Elvis Presley?”