Las imágenes de alegría, camaradería y algarabía que se destacaban en los tradicionales almuerzos organizados por La Fondita de Jesús en la víspera del día de Reyes fueron alteradas este año por el uso de termómetros, mascarillas, alcohol y la práctica del distanciamiento físico.

Sin embargo, el deseo de llevar esperanza a las personas sin hogar continuaba intacto.

“Me siento raro es el primer (día de) Reyes que hay que estar tan extraño… Siempre han hecho una actividad, pero con más ánimo. Yo toco el güiro y se canta; una cosa bien chévere. Extraño eso”, reconoció Jesús Nieves, de 66 años.

El hombre, quien pernocta en una hamaca que coloca en las calles de San Juan o Guaynabo, recibe ayuda de la entidad desde 1994 y, aunque señaló que la emergencia salubrista no ha modificado su rutina, dijo que el mayor impacto ha sido ver la reacción de las personas que le rodean cuando se ve obligado a quitarse la mascarilla. Su deseo es que este año “todo esté más calmado y arreglado”.

Mientras Nieves comía, los voluntarios y empleados de la entidad- tres de ellos vestidos como Reyes Magos- servían los almuerzos, tomaban la temperatura de los participantes que ingresaban al salón, desinfectaban las mesas cada vez que una persona terminaba de comer y les brindaban un obsequio cuando salían.

A diferencia de años anteriores, solo ocho participantes podían ingresar al mismo tiempo, uno por cada mesa disponible. En su mayoría, recogían la comida y se marchaban.

“Desde la pandemia, ya no hay esa interacción que teníamos antes de repartirles la comida por las mesas, de conversar con ellos. Yo añoro eso, pero ya volverá”, manifestó, a Primera Hora, Charito Lamadrid, española que hace 18 años es voluntaria de la organización.

Según la mujer que reside en la isla desde 1956, nunca han cesado de brindarle desayuno y almuerzo a las personas que van en busca de una mano amiga y el recuerdo de la confraternización les motiva a continuar trabajando pese a las circunstancias.

“Se ha hecho una obra muy buena, y se sigue haciendo porque no solamente se les da comida, sino que se les ayuda para conseguir vivienda”, añadió.

Ese es el caso de Ismael Sotomayor, pues, a pesar de contar con un hogar donde refugiarse, estas actividades le permiten compartir con otras personas, las que describe como “especiales” porque siempre lo han tratado “bien”.

“Este año, estamos aquí tratando de sobrevivir a una pandemia. Espero que, este año nuevo, esa pandemia se vaya poco a poco y podamos disfrutar más”, expresó.

Por su parte, Gabriel Gracia, quien comenzó a trabajar en La Fondita de Jesús hace seis meses, destacó que lo más importante es que las personas sin hogar “se puedan sentir bien en esta época del año”.

“Aquí podemos ver personas que no tienen un lugar donde vivir, pero quieren salir y se quieren superar. Yo pensaba que ‘La Fondita’ solamente daba comida, pero da un servicio, un apego y una amistad” subrayó el joven disfrazado de Rey Mago durante una pausa en su labor como distribuidor de los almuerzos.

Según el director de desarrollo y recursos externos de La Fondita de Jesús, Edwin Otero, usualmente, hacían órdenes de comida para 200 personas, pero, como tras la pandemia el flujo de participantes ha disminuido, tenían 100 platos característicos de la época navideña.

“Nosotros tenemos que continuar, y 35 años (desde la fundación) se podrán escribir fácil, pero vivirlos es un reto… Nosotros no cerramos en ningún momento. Es nuestro llamado; la gente tiene que comer y se tiene que bañar”, indicó al puntualizar que las personas sin hogar son quienes les motivan a continuar adelante.

“Hoy llegamos los Santos Reyes para traer ilusión y el mensaje de que siempre hay una esperanza para poder salir de la calle y reintegrarse a la comunidad productivamente”, apuntó Otero.

La Fondita de Jesús atiende, anualmente, a más de 3,500 personas sin hogar en el área de San Juan a través de la entrega de alimentos, el suministro de ropa, el acceso a vivienda y programas educativos.