Cabo Rojo. – El barrio Cerrillo en este pueblo permanecía incomunicado esta mañana debido al desbordamiento del río Guanajibo, al punto que el agua habría llegado cerca los 15 pies, según estimó el alcalde Jorge Morales Wiscovitch.

Uno de los accesos a esa comunidad es por la carretera 311 y a la altura del kilómetro 6.6 reside el matrimonio conformado por Ferdinand Bonilla López y Mildred Zapata Segarra, quienes han vivido allí por más de 30 años, pero esta fue la primera vez que permanecían durante un evento atmosférico. Lo hicieron porque consideraron que, siendo Fiona un huracán de categoría uno, no causaría los estragos del histórico María del 2017.

“Esto no se esperaba, porque pasé María aquí y nunca fue el agua, el agua fue mucha, mucha y viento a nivel de María, porque aquí se sintió eso salvaje”, compartió Bonilla López. “Yo no esperaba que fuera tan fuerte, porque decían que era número uno, pero eso estaba fuerte, fuerte”, agregó.

La familia, cuyos hijos con sus respectivas familias también residen en la finca de unas 37 cuerdas, perdieron muchos de los frutos, tenían árboles caídos, algunos comprometiendo el tendido eléctrico y el agua le entró al vehículo.

“Hasta debajo de la casa me está saliendo agua”, indicó el residente, de 73 años y natural del mismo barrio.

Vista aérea del sector Cerrillos de Cabo Rojo.
Vista aérea del sector Cerrillos de Cabo Rojo. (Jorge A Ramirez Portela)

Para la esposa la experiencia superó al huracán María, tanto por los vientos como por la cantidad de agua que cubrió gran parte de su finca.

“Los vientos daban miedo. Al principio nos quedamos ahí, siendo esta es la primera vez que nos quedamos aquí pasando un temporal y era un vientito lo más chévere, pero como a la media hora hubo que cerrar todo y lo único que oías era el viento como un camión, daba miedo”, contó Zapata Segarra.

El yerno y vecino de este matrimonio, José Báez Caraballo, destacó que la cantidad de lluvia, unida al desbordamiento del río Guanajibo fue “impresionante”.

“Yo pasé María aquí también, pero el nivel de agua era mucho más alto que yo”, describió junto con su esposa Nadya Bonilla Zapata. “Aquí al principio el viento se sentía en la parte arriba de los árboles, pero ya por la madrugada sentías el viento en las paredes y las ventanas que ahí sí pensé, en algún momento nos vamos a tener que meter en el baño que es de cemento completo, porque entendía que el techo se iba”, narró el educador.