La casa de los Rodríguez-Colón tiene una campana en cada rincón. Su propósito es vital: Jeannette Rodríguez Colón a veces no tiene energía ni para hablar y usa la campana para llamar a sus padres.

El cuerpo de Jeannette se está desvaneciendo. Sus pasos no se sienten, su voz apenas se escucha y tiene la mirada triste. Tiene 15 años, mide 5'1'' y pesa 74 libras. Hace dos años le diagnosticaron anorexia nerviosa, un trastorno de la conducta alimentaria que provoca que la persona prácticamente deje de comer. Es una enfermedad mental, estigmatizada y poco comprendida.

Jeannette ha rebajado 64 libras y todavía, en ocasiones, se mira en el espejo y se encuentra gorda. Cuando todavía tenía algunas energías, hacía ejercicios compulsivamente. Pero “Ginny”, como la llaman cariñosamente, ya casi no puede ni moverse. Su condición ha empeorado, aunque recibe el apoyo de sus padres, Marilyn Colón y Víctor Rodríguez, y de sus hermanas mayores Jo-Anne y Jessica.

Jeannette apenas puede ir a la escuela, donde ha logrado mantener 4.00 puntos e incluso les ofrece tutorías a compañeros estudiantes. Apenas puede dormir, conversar o sonreír. Es una dibujante, una artesana y una cocinera talentosa. Pero nunca ha probado las galletas que hornea para levantar fondos para poder recibir la atención médica y psicológica que necesita en un centro especializado en Estados Unidos.

¿Por qué dejaste de comer?

-Yo quería rebajar... Estaba sobre peso, la nutricionista me había dado una dieta para rebajar, baja en grasa. Quería rebajar hasta estar flaquita.

¿Qué pasó?

-Yo no veía que rebajaba.

¿Alguien te hizo algún comentario que te provocara esta enfermedad?

-(Piensa) Una tía me decía que estaba gorda.

La voz de Jeannette es casi imperceptible. Está muy frágil, cansada y, en momentos durante la entrevista, se queda dormida en el sofá de su casa en las montañas de Orocovis.

Ha residido toda la vida en el barrio Damián Arriba, sector Gregorio, en una casa que parece de muñecas. Está llena de fotografías de las tres hermanas, de los nietos, de las medallas de excelencia académica de Jeannette y de sus artesanías. De repente, en alguna pizarra se puede leer: “Jeannette, te amamos” o “Recuerda el calcio”. Son los mensajes de su madre.

Marilyn, una mujer tierna y cariñosa, explica que a consecuencia de la anorexia —por la que Jeannette ha estado hospitalizada varias veces—, a su hija le han bajado los niveles de potasio, tiene osteoporosis en la cadera izquierda, se le ha caído el pelo, las uñas se le han puesto amarillas, le han crecido vellos en la cara, tiene insomnio y problemas de concentración.

Antes, Jeannette contaba cada caloría que comía. Su meta era estar debajo de las 500 calorías diarias. Ahora, tiene una dieta especial, diseñada por una nutricionista, con la que idealmente ingeriría 1,600 calorías diarias. Pero Jeannette piensa que es demasiado, por eso hace una dieta con porciones diminutas que come en un horario estricto. Ni un minuto antes. Sus padres dicen que aunque siempre ha sido organizada, esta cualidad se ha agudizado con la enfermedad. Su cuarto está meticulosamente ordenado, cada cosa tiene un lugar preciso, la cama está perfectamente recogida y en el armario la ropa está acomodada por colores.

“Ha habido un cambio total en su temperamento. A veces se enfogona de nada. No se le puede hablar de comida”, dice su padre.

La trabajadora social de la escuela superior Alberto Meléndez Torres, Myriam Rivera, relata que todos admiran y quieren a Jeannette. Sus compañeros y maestros la están ayudando a levantar fondos para que pueda irse a Estados Unidos porque en Puerto Rico no hay un centro especializado para personas con trastornos alimentarios. Sus padres son personas humildes y necesitan $36,000 para pagar el tratamiento. Es su única esperanza. La vida de su hija depende de esto.

“La admiramos porque es una campeona”, dice Rivera, quien participó en la entrevista para apoyar a una de las mejores estudiantes de la escuela.

Jeannette sonríe suavemente cuando escucha los elogios.

¿Qué les dirías a otras nenas que están en una situación como la tuya?

-(Suspira) Que esto es difícil, que traten de no caer.

¿Y qué les dirías a las personas que hacen comentarios sobre el peso de las personas?

-Que no lo hagan porque causan daño.