Han pasado 19 años desde que el ciclón tropical Georges afectó Puerto Rico, y las imágenes suyas, recién operada y luchando por sostener una puerta corrediza que se le vino encima debido a la fuerza del viento están todavía frescas en su cabeza. 

Lucy Crespo, de 67 años, tiene una casa segura, pero esa experiencia fue tan traumática para ella que en lugar de pasar el huracán María allí, junto a su esposo, prefirió cobijarse en la Escuela Superior Vocacional, que sirve como refugio para otras 73 personas en el municipio de Comerío. 

“Yo tengo mi casa buena y todo, pero yo tengo el síndrome post Georges”, afirmó la entrevistada, que compartía esta noche con otros refugiados en un salón habilitado con catres.  

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“Dejé hasta mi marido perdido”, indicó. 

La mujer aseguró haber quedado con un trauma de aquel suceso debido al miedo que sintió cuando los paneles de madera que habían sido colocados sobre las ventanas y puertas de su residencia fueron desprendidos por la fuerza de aquel sistema. 

“Mi esposo era sargento de la Policía; lo mandaron a buscar de emergencia. Yo me quedé sola con mis hijas. Yo estaba de lo más bien, pero en la virazón, (el viento) me llevó todos los paneles, un ‘sliding door’ (puerta corrediza) me lo tiró encima, yo tenía una operación aquí (en el abdomen) con grapas y todo, y tenía que estar aguantando ese ‘sliding door’ con todo ese viento. Estuvimos seis horas en casa sacando agua cuando mi marido llegó de trabajar”, relató la fémina. 

De solo recordarlo, Crespo se exalta.  

“Ahora yo siento un viento y veo un aguacerito y yo me pongo bien traumática. De hecho, para Irma tuve que ir a la sala de emergencias primero”, abundó. 

En el refugio, dijo sentirse más calmada, aunque no libre de preocupaciones, pues teme por la seguridad de su esposo, quien se retiró de la Policia en 2001. 

La trayectoria trazada por el Centro Nacional de Huracanes pone al ojo de María entrando entre a las 8:00 a.m. de mañana, miércoles, por Guayama y saliendo por Hatillo a las 4:00 p.m. 

Georges cruzó la Isla de este a oeste el 21 de septiembre de 1988 como un huracán categoría 3 y vientos de 115 millas por hora.  

Aunque no se reportaron muertes directas al fenómeno atmosférico, los daños fueron cuantiosos. 

El 96% de los usuarios de la Autoridad de Energía Eléctrica sin servicio. Se estimó, entonces, que el 50% de los cables postes eléctricos fueron destruidos. 

El 75% de los clientes de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados, igualmente, quedó sin servicio de agua.

De otro lado, la Isla perdió el 75% de la cosecha del café, el 95% de las cosechas de guineos y plátanos, y el 65% de la industria avícola. 

También se reportó que un total de 28,005 casas fueron destruidas en su totalidad y 72,605 residencias de manera parcial. Los daños fueron estimados en $6 billones.