Lilian y Raymond dan la impresión de ser hermanos.

Todo el mundo les pregunta sobre su parentesco cuando llegan juntos en una ambulancia a atender una emergencia. A menos que a Raymond se le escape un “Ma” en medio del ajetreo de atender a un paciente, ya todos se dan por enterado de que los dos paramédicos de la zona de Aguadilla son, en realidad, madre e hijo.

Ambos tienen iguales facciones, en los que destacan los ojos achinados y la sonrisa. Pero, más allá, Lilian y Raymond igualaron los intereses y se han convertido en un apoyo mutuo para alcanzar sus metas.

Lilian Galán Pineda tenía 15 años cuando se convirtió en la madre de Raymond Calderón Galán, y 35 cuando decidió embarcarse en la aventura de estudiar junto a su primogénito un grado asociado para convertirse ambos en paramédicos.

La vida de Lilian había estado llena de “sacrificios”. Era la tercera vez que iniciaba sus estudios para cumplir “mi sueño, mi meta” y lo hizo con el apoyo de su hijo.

“Tuve una situación que iba de camino a mi escuela y hubo una emergencia. Pasó un señor, entiendo que fue que se desmayó, y llegó la ambulancia. Y yo dije: ‘¡Wow! Mira’. Los vi como si fueran ángeles que rapidito fueron a darle la primera ayuda y dije: ‘Yo quiero ser como ellos. Yo quiero estar ahí en esa ambulancia”, contó.

Pero, alcanzar la meta para la mujer, que ahora tiene 41 años y labora para el Negociado de Emergencias Médicas, no fue fácil. Quedó embarazada entre la adolescencia y la juventud de sus tres retoños, dos varones y una niña. Raymond fue su primer bebé.

“Cuando yo digo bajo sacrificio es que, a veces bajo la ignorancia, verdad, cuando uno es joven, contra, mientras otras personas jugaban con muñecas, yo jugaba con mis hijos a ser mamá, madre real, con vidas de verdad. Y, yo digo, que todo se puede lograr. Lo logré. En aquel momento ser madre joven era (comentarios sobre): ‘¡Wow! ¡Qué difícil se le va a hacer!’ O era el hablar de muchas personas. Pero yo decía, ‘lo voy a lograr’. Y Dios me ayudó mucho”, explicó Lilian, sin querer entrar en detalles sobre cómo fue su vida como madre adolescente.

Era la tercera vez que Lilian iniciaba sus estudios para cumplir “mi sueño, mi meta” y lo hizo con el apoyo de su hijo.
Era la tercera vez que Lilian iniciaba sus estudios para cumplir “mi sueño, mi meta” y lo hizo con el apoyo de su hijo. (Carlos Giusti/Staff)

Entre lo poco que contó, explicó que su suegra en aquel entonces le cuidaba a los niños en lo que pudo terminar su cuarto año y estudiar por primera vez para paramédico. Pero, cuando terminó sus estudios, tuvo que quedarse en la casa a cuidar de sus tres hijos.

“Tuve que darle un ‘stop’ a mi vida. No pude irme a revalidar, que es lo que requiere, porque mis hijos estaban pequeños y tenía que cumplir muchas tareas. O sea, llevarlos a la escuela, cuidarlos, y eso me lo impedía. Hubo un momento en mi vida que sí, lo dejé paralizado”, indicó.

Volver a empezar

Diez años pasaron antes de que Lilian comenzara a hacer gestiones para comenzar a revalidar y conseguir un trabajo en el 2016. Pero, ya había perdido todas las acreditaciones de sus primeros estudios.

Me dicen que habían pasado varios años, que tenía que volverlo a estudiar. Decidí estudiar paramédico básico, el cual me lo terminé y rapidito revalidé y saqué mi licencia de básico”, sostuvo la mujer.

Explicó que como paramédico básico podía hacer muy pocas cosas, como conducir la ambulancia o asistir al paramédico a conseguir lo que necesite durante la emergencia. Pero, no podía intervenir con el paciente para colocarle un suero o tratar de salvar su vida. Con este título, que logró con unos pocos meses de estudio, comenzó a trabajar en Emergencias Médicas.

Cuando llegó el huracán María (2017) fue que Raymond comenzó a interesarse por la misma profesión. Es que había visto el esfuerzo que su madre puso para ayudar a los damnificados.

“Yo creo que fue una de las cosas que más lo motivó, porque decía: ‘Mi mamá es paramédico. Ella está ayudando a toda la gente en este momento de emergencia’”, expuso Lilian, quien contó sentir una “alegría inmensa” por el apoyo que recibía.

Raymond, de 26 años, por su parte, explicó que “quería sentirme útil también y ayudar a los demás. Al estar viendo a mi mamá todo el tiempo, llegaba cansada, pero a pesar de que llegaba cansada, llegaba feliz. Entonces, pues eso me motivó bastante ver la labor de ella hacia las demás personas”.

Raymond, de 26 años, explicó que “quería sentirme útil también y ayudar a los demás. Al estar viendo a mi mamá todo el tiempo, llegaba cansada, pero a pesar de que llegaba cansada, llegaba feliz. Entonces, pues eso me motivó bastante ver la labor de ella hacia las demás personas”.
Raymond, de 26 años, explicó que “quería sentirme útil también y ayudar a los demás. Al estar viendo a mi mamá todo el tiempo, llegaba cansada, pero a pesar de que llegaba cansada, llegaba feliz. Entonces, pues eso me motivó bastante ver la labor de ella hacia las demás personas”. (Carlos Giusti/Staff)

Juntos ante las emergencias

No fue que hasta el 2019 que madre e hijo se matricularon en un ‘college’ para estudiar un grado asociado. Con estos estudios, Lilian podría convertirse en la paramédico que soñó, esos que llegaban como “ángeles” a salvar a las personas, y su hijo comenzaría su vida profesional tras graduarse de escuela superior.

Estudiar juntos representó “una experiencia muy bonita… Era una meta que yo había empezado sola y estaba por cumplirla, pero con mi hijo grande. O sea, mi hijo estaba al lado mío”, dijo la madre.

Para Raymond estudiar paramédico también representó seguir los pasos de su padre, quien se formó en esta profesión y estableció en Aguadilla la empresa Calderón Emergency Services. En la actualidad, el joven trabaja como paramédico básico allí y su madre realiza algunos turnos en tiempo parcial ya como paramédica licenciada.

Sin embargo, aceptó que, si su madre no se hubiese movido para comenzar sus estudios por tercera vez, él no se habría motivado para seguir la carrera. Reiteró que fue ella quien lo inspiró.

Como en el 2016 Lilian había realizado un curso básico, algunas clases le fueron acreditadas. Sin embargo, en muchas ocasiones madre e hijo estuvieron juntos en el mismo salón. Pero, no se sentaban juntos, ni tampoco estudiaban para los exámenes juntos.

“Yo soy su mamá, él no me va a ver como una compañera. Él me sigue viendo como su madre. Yo lo veo como un hijo que lo quiero ayudar en todo y él no me permitía cruzar esa línea. ‘No, mami, yo sé hacerlo. Yo lo hago. Tranquila, no te preocupes’. Yo: ‘Mira existe (la tarea)’. ‘No, mamá, ya yo lo hice. Yo: ‘Ok’… Él no me permitía cruzar esa línea”.

“Dentro de las clases, éramos como dos estudiantes completamente diferentes. Pero, ya cuando salíamos de la clase era: ‘¿Mami, vas a comer algo?’”, añadió.

Por ser su tercera vez en este proceso de estudiar, Lilian fue muy dedicada y de inmediato se licenció. Pero, Raymond dijo que se tomó “un receso”. Ahora, busca pasar los exámenes de la reválida para no sólo licenciarse como paramédico, sino para comenzar a laborar también en el Negociado de Emergencias Médicas junto a su madre.

En todo este proceso, el joven ha tomado la experiencia de su progenitora como ejemplo, para “siempre estar dispuesto a ayudar a los demás, dar un buen servicio, ayudar lo más posible y lo principal es nunca rendirme y siempre seguir hacia adelante. En verdad, mami me ha enseñado mucho de eso y es lo que mayormente yo me he establecido”.

Ahora, cuando trabajan juntos, la pareja intenta no mostrar su relación de madre e hijo. Por ello, Raymond suele llamarla por su apellido, Galán. Cuando se le zafa el “Ma”, sin embargo, las personas a las que atienden en las emergencias les toman más confianza y hasta les preguntan cuál es su vínculo.

“Como que siempre llama la atención”, comentó Lilian.

Ambos se sienten cómodos al trabajar juntos. Aunque, Raymond aseguró estar “admirando” por su madre y todo el empeño que pone en su trabajo.

“He visto completamente el esfuerzo de ella. El estar estudiando, cuidándonos, trabajando. A veces con dos trabajos, estudiando y cuidándonos. Son cuatro cosas a la vez, solo en 24 horas del día. Y mami para mí siempre es 100%, no la cambiaría por ninguna… Ella es mi madre, es mi maestra”, sostuvo.

La mujer aceptó que buscó que sus hijos se interesaran por la profesión. Pero, comentó que el menor le teme a utilizar agujas o ver sangre, por lo que no pudo. Su hija del medio, entretanto, es despachadora de ambulancias en la empresa que fundó su papá.

“Siempre soñé que uno de mis tres hijos siguiera mis pasos. Me enorgullece, me pone súper feliz que (Raymond) haya tomado este camino, esta profesión. Espero haberle enseñado y mostrado lo bueno, pero también lo difícil que puede ser esta profesión. Pero, si se trabaja con honestidad y amor, sé que lo va a lograr. Me siento muy feliz que sea él que haya tomado el camino, porque él tiene un gran corazón, su forma de tratar los pacientes, cómo se dirige a ellos, se preocupa. Yo digo, él tiene un pedacito de mi corazón, o sea, él heredó eso de mí y eso me enorgullece mucho”, concluyó Lilian.