Sabana Grande- Ser madre es una de las encomiendas más hermosas y difíciles para una mujer. Es amor, sacrificio, entrega y lucha que se multiplica cuando, el peso del hogar recae en los hombros de una madre soltera. Muchas veces hay que nadar en contra de la corriente y dar el todo por el todo, pero a Mariela Negrón Cruz le brillan los ojos y se le ilumina el rostro, cuando contempla embelesada a su hijo Yediel, ya convertido en un prometedor joven, lleno de metas y sueños.

Mariela crió sola a su hijo, ahora de 15 años, con la ayuda de su familia, en su natal Sabana Grande. Aunque todavía le queda un trecho por recorrer, atrás quedaron los años más difíciles para esta luchadora mujer, los tiempos de las emergencias médicas, de tener dos trabajos para sufragar los gastos del hogar, de buscar cuido y del corre y corre de la escuela. En esos primeros años, la joven madre pasó muchos sustos porque cuando Yediel era pequeño sufría de ataques de asma y a la edad de 6 años, un fuerte episodio que se complicó con una pulmonía, lo llevó a estar en cuidados intensivos en un hospital en Ponce.

Actualmente la familia vive en una casa alquilada en el barrio Rayo Guaras en Sabana Grande. Mariela es coordinadora de salud en el Early Head Start del Municipio y Yediel, es estudiante de piano en la Escuela Especializada Ernesto Ramos Antonini, en Yauco. Le gusta la música clásica y el género del pop. La vena musical le viene de familia, pues su abuelo materno toca guitarra y su abuela materna, es hermana del del reconocido vocalista Bobby Cruz, quien junto al virtuoso pianista Richie Ray, integran esa legendaria orquesta de salsa.

Mariela y su hijo Yediel.
Mariela y su hijo Yediel. (Jorge A Ramirez Portela)

“Había días donde sentía que no podía con toda la carga porque era más complicado buscar con quién se iba a quedar. Tenía dos trabajos. Me levantaba a las 5:00 de la mañana, tenía que dejarlo en casa de mi mamá, irme al trabajo que era ayudante de maestra en el pueblo de Hormigueros y luego, me iba a trabajar al pueblo de Añasco, donde entraba a las 3:00 de la tarde en una fábrica”, narró Mariela, a quien Primera Hora entrevistó en compañía de su hijo, en el Centro Familiar Cristiano, de la Iglesia Evangélica, en el casco del pueblo sabaneño.

“Luego lo buscaba en la casa de sus abuelos paternos para llevármelo a mi hogar.  Esa temporada fue muy difícil para mí porque por mis horarios de trabajo no pude compartir muchas cosas del desarrollo de Yediel. Era súper complicado, llevarlo al pediatra, cumplir con mis horas laborables, hacer compra, hacer las tareas del hogar. Había momentos en que sentía que no podía con todo, pero, la fortaleza y la fuerza, me las daba mi hijo, me las daba Dios en ese momento, y aquí, estamos ahora. Fue un proceso difícil, largo en el que yo sentía que trabajaba demasiado y no le daba la atención que él necesitaba por la necesidad de salir a trabajar para llevar el sustento a la casa”, aseveró.

Recordó que las jornadas eran intensas y largas, pues se levantaba a las 5:00 de la mañana y llegaba a la casa a medianoche. “A esa hora hacía el desayuno para adelantar el día siguiente. Fue una temporada larga. En ese momento un año y medio, a dos y en ese desarrollo, siento que él me necesitó ahí”, sostuvo la joven de 39 años de edad.

“Como madre me sentí culpable y como que tenía que hacer un stop (detente) y ver la prioridad que tenía él en mi vida, cuál era la bendición que Dios me había dado. Dejé el trabajo y tuve un período de tiempo difícil hasta que conseguí este nuevo trabajo en el 2009”, describió. Recordó que terminó su bachillerato en salud escolar y psicología, siendo Yediel un bebé y para lograrlo tuvo que cambiarse del recinto de Ponce de la Universidad Católica al recinto de Mayagüez.

-Lo más difícil en la vida de una madre criando sola, ¿qué es?

“Es tu saber con quién vas a dejar a tu hijo. A mí me creaba cierta inseguridad, dónde y con quién lo iba a dejar. Él es grande ya, pero cuando era pequeño a mí se complicaba dejarlo en un sitio donde hubiera personas que quizás yo no conociera, sin saber qué le podía pasar, siendo yo la responsable de él. Es lo más que todavía a veces me choca y él lo sabe. Mis primeros años de ser madre fueron de prueba, de hasta conocerme a mí misma de lo que podía hacer y de lo que podía dar porque no me sentía capaz en muchas ocasiones de criar a una criatura, de educarla”, expresó.

Relató que desde pequeño Yediel comenzó a sufrir de asma y las idas al hospital y oficinas médicas eran constantes. “En ocasiones yo tenía que salir con él a las 2:00 de la madrugada con un ataque de asma. No tenía los medicamentos y no sabía qué hacer”, dijo para recordar que esos tiempos de hospitalizaciones pernoctaba en una butaca. “No descansas bien, tienes la incertidumbre de cuándo va a ser el próximo episodio de asma y cuándo tu hijo va a estar bien. Era angustioso tenerlo en el hospital cuando pasaban siete días. Fue un proceso difícil verlo en una cama con oxigenación y medicamentos porque uno quiere ver a su hijo saludable y verlo corriendo…”, expresó mientras se le quiebra la voz.

Mariela dijo sin embargo, que en esos momentos y todavía, cuenta con una red de apoyo, que va desde su mamá, hermanas y amigas y amigos de la iglesia a la que asiste. “Sé que cuento con ellos y que en alguna emergencia van a socorrernos”, sostuvo.

-Una madre soltera a veces es criticada, juzgada, discriminada, ¿cuál ha sido tu experiencia?

“Como madre soltera me he sentido discriminada, he sentido en algunas ocasiones que las personas me miran como que no soy capaz de lograr algunas cosas o no soy capaz de lograr la educación de mi hijo, que no soy capaz de educar a un varón”, expresó.

-Y en tu vida profesional, ¿te has podido realizar?

“Me gustaría terminar mi maestría y seguir más allá, pero igual uno le da un detente a esas metas, a esos sueños porque la prioridad más grande es educar y criar a los hijos. Pero, siento que todavía no estoy tarde y en un período de tiempo, siento que sí lo voy a hacer y que lo voy a lograr. Voy a lograr terminar esas metas y esos sueños en conjunto con mi hijo y él me va ver graduarme. Los tacos unos los deja, se pone más sport para correr detrás de los hijos. Uno deja de ser uno, pero sin perder la esencia que uno tiene, sin perder eso que Dios nos dio y que uno se lo transmite a los hijos”, sostuvo.

Sobre la carga económica compartió que reciben una “mínima ayuda (pensión)”, del padre de Yediel, quien reside en Estados Unidos. Dijo que como jefa de familia ha aprendido a estirar el dólar. “Uno aprende a establecer prioridades. Si hay algo médico, es decir, saco de aquí y lleno aquí y saco de acá y pongo aquí. Sí se puede hacer”, sostuvo para agregar que afortunadamente los temblores no causaron daños en su vivienda.

“Lo que nosotros hicimos fue servir a las personas que estaban en necesidad en ese momento. Sí, la escuela de Yediel tuvo daños y ese proceso de adaptación fue difícil para él”, consignó.

“La pandemia también ha sido difícil. Al este virus afectar el sistema inmune, el sistema respiratorio yo reviví los momentos que pasé con él en el hospital y hasta se me hacía difícil salir al supermercado, a echar gasolina. Me sentía temerosa, pero a través del tiempo uno va tomando las medidas de precaución. En cuanto a la escuela la situación se complicó aún más”, detalló Mariela.

Dijo que el Departamento de Educación suplió a Yediel una computadora, pero no tenían Internet en la casa. “Empecé a hacer los ajustes monetarios, vino la ayuda. Todo se complicó en ese momento, pero a la vez, se fue reajustando poco a poco y hemos podido sobrellevar esta situación en armonía y con mi familia que siempre ha sido mi apoyo y mi sustento”, afirmó.

Yediel, quien se mantuvo muy atento durante la entrevista, contó que colabora en las tareas del hogar. “A veces hago el patio, saco la basura para ayudar a mami y la ayudo a cocinar”, sostuvo en voz baja.

“Los mejores momentos que paso con mi mamá son cuando nos sentamos a ver una película, nos reímos juntos, hacemos popcorn, hacemos ejercicio, nos vamos a las tiendas y nos vamos a hacer cualquier cosa juntos. Ella me cuidó cuando era chiquito y quiero darle felicidad ahora que estoy grande, darle lo que ella me dio cuando era chiquito…  Yo no sé cómo lo hace. Ella es la mejor haciendo sus cosas”, expresó el jovencito.

Dijo que a pesar de que solo tenía seis años recuerda ver a su madre sufrir cuando lo recluyeron en cuidados intensivos. “Mi mamá estaba sola y asustada porque yo estaba con oxígeno. Ese momento fue súper difícil para ella y para mí”, narró Yediel, quien dijo que mantiene comunicación con su papá.

“He pasado muchas situaciones de salud, donde se ha visto su vida en peligro y Dios ha sido mi sustento. Yo digo: soy madre soltera, pero él está ahí y eso es lo que me da fortaleza y eso me ayuda a seguir criando, educando y aprendiendo de mi hijo”, afirmó Mariela.