Guayanilla. En el suroeste, pocas escuelas han quedado en pie con los terremotos, mientras que en la pandemia, padres y madres recurren al ingenio y creatividad para que sus hijos puedan continuar con sus estudios académicos a distancia.

Nidia Torres Méndez, es una madre joven de Guayanilla que con pocos recursos, pero con mucho empeño, lucha sola para que sus pequeños, Onix Javier (10), Javielys Isonix (9) y Jayvier Oneil (8) sigan adelante con su proceso de aprendizaje.

La nevera del humilde hogar, en el barrio Verdún, es la pizarra con la que Nidia intenta que sus hijos comprendan las lecciones escolares. La joven subió una fotografía de la improvisada pizarra a las redes sociales, una de las maestras de los nenes la compartió y el post se hizo viral.

“Le dije a la maestra: ‘Teacher, puedes ponerlo público para que vean que se puede, que hay que ser creativos’. Hay que ver también si se ponen blandos (en el Departamento de Educación) y reparten esos pupitres que están en la escuela y se están perdiendo”, relató Rivera Méndez.

“Yo no hice esto para que me cojan pena, lástima, ni para que me regalen. A veces nos enfocamos en nuestros problemas y por estar cegados por esos problemas no vemos que la solución la tenemos al frente de nosotros”, sostuvo.

“Yo me desesperé porque no tenía una pizarra para los nenes. Desesperada cogí un magic marker de los nenes, pasé una línea en la nevera y le dije a una amiga que me trajera magic markers… Pensé que la nevera funciona para escribir y que la tinta sale con degreaser. Después que mis hijos tengan cómo educarse, eso es material, eso se borra”, aseveró la madre guayanillense, quien trabajaba de mesera en un chinchorro y con la pandemia el establecimiento cerró. La joven decidió dedicarse de lleno a la educación de sus hijos.

Dijo que también quería darle a entender a muchas madres que no hay obstáculos ni barreras que les impidan salir adelante. “Hay que demostrarles a nuestros hijos que somos fuertes. También le quiero demostrar a mis hijos que en un mañana digan: ‘Mami utilizó la nevera para enseñarme a mí y no tenía pizarra y si mi mamá pudo hacer eso, yo puedo hacer cosas más grandes’. La creatividad y la imaginación a mí no me faltan porque tengo tres niños brillantes”, expresó.

Torres Méndez dijo que hay muchos estudiantes y niños de bajos recursos que no tienen los medios para comprar una mesa donde poner sus libretas y pueden dar uso a los pupitres de las escuelas que tuvieron que cerrar por la pandemia y algunas del suroeste que han sido derrumbadas.

“Ahora mismo no estamos tampoco para sentar a esos niños en el piso de nuestras casas porque hay muchas bacterias. Hay que hacerle un llamado al secretario de Educación (Eligio Hernández) para ver si nos hacen caso con esos pupitres, esos niños los necesitan. Hay madres que tenemos tres y cuatro muchachitos en la escuela y se nos hace bien difícil para comprar tantos materiales”, expresó Torres Méndez.

Nidia Torres MŽéndez, madre de Guayanilla con sus tres hijos,  Javielys Isonix (9), Onix Javier (10) y Jayvier Oneil (8).
Nidia Torres MŽéndez, madre de Guayanilla con sus tres hijos, Javielys Isonix (9), Onix Javier (10) y Jayvier Oneil (8). (Nydia Bauzá)

La sencilla mujer vive alquilada en los bajos de la residencia de una tía, quien le comparte los servicios de Internet para que los niños puedan conectarse a distancia. El miércoles pasado los nenes recibieron las computadoras del Departamento de Educación.

Torres Méndez relató que el mismo día que subieron la foto de la pizarra casera, una amiga de la maestra le ofreció un escritorio usado que había que ponerle un papel para cubrir la parte superior. “La nena me dijo: ’¡Ay, mami, que emoción tengo un escritorio para mí!”, comentó.

En la sala de la pequeña casa, Torres Méndez improvisó el salón de clases. A un lado colocó el escritorio junto a otro, también pequeño. No tenía sillas y utilizaba unas de hierro del reducido comedor de la modesta vivienda, pero el sábado un matrimonio de Caguas llegó con tres sillas plegadizas y un escritorio que su hija, ahora universitaria, ya no utilizaría.

Dijo que aceptó las sillas porque “mi hija es operada del riñón izquierdo y estas sillas (las de hierro) son duras y la espalda de la nena la necesita”.

En la pared “del salón de clases” la creativa madre colocó un cartel con la contraseña para que no se les olvide y los nenes puedan entrar a sus computadoras.

En varios cajones organizados estaban las libretas, crayolas, pega y otros materiales de clases. “Todavía no les han dado libros, los que tienen son los que dieron cuanto estaban cerrando las escuelas y algunos maestros las repartían...”, destacó.

En el patio trasero de la casita había un pupitre que le trajo la maestra que compartió la foto de la pizarra casera y antes de Primera Hora llegar Torres Méndez lo limpió para que sus hijos lo puedan utilizar.

También en el patio había un huerto casero y a uno de los lados, otro pequeño huerto con matitas de los nenes para que también aprendan “que hay que cultivar la tierra”, dijo la madre.

“El cielo es el límite”, leía un rótulo improvisado en cartón en el salón de clases casero.