Don Félix Muñiz Feliciano es un maestro artesano que, a sus 86 años, ha demostrado que la edad no es impedimento para trabajar por su comunidad del barrio Charcas en Quebradillas.

Sin embargo, su rol se ha caracterizado por embellecer el emblemático sector que, es sede de la Fiesta Jíbara, donde ha confeccionado una impresionante muralla en piedra que mide más de 70 pies y, que aún, sigue elaborando.

Además, construyó una garita que engalana uno de los puntos turísticos de mayor concurrencia, pues el lugar también alberga la icónica obra del reconocido tallador Isaac López Moctezuma quien inmortalizó el rostro del pirata Cofresí a través de una impactante escultura.

“Toda mi vida, fui maestro artesano porque bregaba haciendo escobas. Después, dejé las escobas y empecé a trabajar en la construcción. Hacía escobas desde pequeño, porque mi papá (Francisco Muñiz), tenía una fábrica en el lago Guajataca y ahí nosotros trabajábamos”, relató.

Resulta que su padre también era artesano dedicado a la elaboración de escobas y en el renglón de instrumentos musicales, tales como guitarra y cuatro, entre otros. Entonces, cuando su progenitor decidió retirarse fueron sus ocho hijos quienes dieron continuidad a su legado.

“Estuve como 15 años haciendo escobas, con la palma que usan para hacer el sombrero. Nosotros no usábamos el cogollo, sino que usábamos las ramas, porque el cogollo lo usábamos para darle el engorre, pa’ poner la escoba bonita. La mandábamos a la horma y la cocíamos”, relató al mencionar que luego, siguió en trabajos de construcción.

Así las cosas, este vecino del barrio Charcas contemplaba la hermosura del sector cada vez que se sentaba en el balcón. De esa manera, surgió la idea de hacer una garita.

“Era una piedra que estaba ahí y yo me sentaba en el balcón y la miraba. Yo decía: ‘Aquí yo tengo que hacer algo, en esa piedra’. Un día, le dije a mi hija Sonia, porque me invitó a casa de una nieta y, allá cuando llego a la sala veo una garita en un cuadro y le dije: ‘Retrátame esa garita porque eso lo voy a hacer yo. Me dijo: ‘Usted está loco”, recordó.

“Primero hice una escalera, luego, empecé a ponerle piedras y, entonces, arreglé bien el área, tiré el piso, empecé y terminé la garita y seguí con el paseo para acá. Es un paseo completo. La garita es en bloque. Pero picaba el bloque a mitad para poder darle forma y lo recortaba hasta que quedara bello. Me cogí como año y medio, por las tardes, porque con ese sol no salgo. Me ayudaron algunos muchachos del barrio”, explicó.

Igualmente, detalló que la medida aproximada de la obra, ubicada al final de la carretera PR-437, es de unos 70 pies, aunque actualmente sigue expandiendo “el paseo que es como un puente”.

“Yo me siento bien. Cuando vienen turistas aquí, yo me alegro más que ellos, pues me dicen: ‘Usted ha hecho una cosa aquí tan bonita que, yo he caminado la isla de Puerto Rico y no he encontrado una cosa tan preciosa como esa. Y yo me gozo”, concluyó orgulloso.