Utuado. Juan Adolfo Jiménez Maldonado se dedica a transformar vidas a través de la agricultura, pues en su clase hay que tomar la azada, ponerse las botas y tirarse a la finca para sembrar.

Pero antes, los alumnos de sexto, séptimo y octavo grado de la Escuela Inocencio Montero de Utuado deberán limpiar el terreno que albergará las semillas que, con amor y esfuerzo, cultivarán.

Es la principal tarea del maestro Jiménez Maldonado, quien lleva 27 años en el sistema de Educación Pública, enseñando a miles de niños una lección que pretende marcar su existencia.

Sentado frente al escritorio donde imparte el curso de agricultura a estudiantes de su pueblo, este agrónomo de profesión y vocación recordó el modelaje que tuvo de sus abuelos -Adolfo Jiménez Ríos y Juan Maldonado de Jesús- que también “fueron agricultores y eso lo llevo en las venas”.

“Mi padre, Juan Jiménez López, fue estudiante aquí; tiene 80 años, fue mecánico industrial, pero siempre estuvo ligado a la faena agrícola. Tuve el honor de que cuando me gradué del Colegio de Mayagüez, ya tenía trabajo como secretario ejecutivo de la organización Futuros Agricultores de América. Tuve el privilegio de que, una vez empecé, trabajaba con todos los jóvenes líderes de la organización a nivel isla”, contó.

“Eso me abrió puertas para seguir compartiendo con jóvenes de gran liderato; muchos eran ganaderos, caficultores, productores de hidropónicos, domadores de caballos y hoy día, uno es veterinario. Eso me permitió ver mucho talento en los jóvenes, de los cuales muchos se hicieron agrónomos, profesionales en la vida en muchas facetas”, sostuvo.

Según Jiménez Maldonado, las comunicadoras Nuria Sebazco y Katiria Soto pertenecieron a la organización estudiantil que cuenta con, aproximadamente, “120 capítulos a nivel de Puerto Rico con una población de 1,500 a 2,000 estudiantes”.

“El trabajo que se ha hecho es comunitario, desarrollo agropecuario, y por lo menos, la misión mía como persona inmersa en el campo de la agricultura, es la transformación de vida de estos niños. Que ellos no piensen que la comida sale de una nevera o de un gabinete; eso tiene un trasfondo que comienza con una semilla, un compostaje y un proceso de vida que los va haciendo seres humanos para toda la vida”, confesó.

“Cuando le preguntas a mis estudiantes, si la tierra ensucia, dicen: ‘No, la tierra no ensucia, lo que ensucia son las drogas. La tierra me da vida”, reveló el padre de dos hijas.

Mencionó que “tengo tres áreas de trabajo: el salón de clases y la finca, Futuros Agricultores en el liderato y el proyecto de experiencia agrícola que llevan a cabo en el hogar”.

“Tengo nenes del caserío que no tienen espacio; están en tiestos sembrando pimientos y lechuguitas, pero eso para mí tiene un gran valor. Pero tengo nenas, por ejemplo, que llegaron de escuela privada, que sus padres tienen ganado y ellas trabajan con las vacas, porque aquí hay inclusión”, puntualizó al señalar que la mayoría de sus estudiantes son féminas.

“Imagínese que no hubiera comida en este país, porque este país solo se produce apenas un 15% de lo que consume. Ese llamado a la conciencia, ellos entran a reflexionar de que hay que producir. Que el maíz y el arroz lo podemos producir mejor que cualquiera”, apuntó.

Durante el curso, es imprescindible que los alumnos conozcan las reglas de seguridad y, además, utilizar el andamiaje requerido para trabajar en la finca de nueve cuerdas.

“La azada es el instrumento de trabajo que le llevó el sustento a muchas familias. Las botas por seguridad y el ‘trimmer’, son elementos que tienen que aprender a utilizarlos por seguridad. Cómo disponer apropiadamente de ellos, todo un código de disciplina, el respeto que deben tener con los compañeros, con el agua, con el reciclaje”, explicó el también líder comunitario del sector Puente Blanco.

“También estudian la ecología; trato de enfocar en agricultura orgánica. Mi función es enseñarle todas las cartas y que ellos escojan. La experiencia ha sido brutal. El poder ver la transformación de ellos, es demasiado grande”, manifestó.

“En la finca hay café, yautías, en el llano de arriba hay sembrado maíz, girasol, habichuelas y otras hortalizas. Plátanos, chinas y otros árboles frutales y guineos que los usa el comedor escolar. Ahí inculcas valores, porque algunos venden los frutos, otros se los llevan para el hogar y, también se lo llevan al comedor escolar”, expuso.

“Hay que retomar la vida rural de este país. Tenemos que despertar como país. El perfil del agricultor en Puerto Rico es de 57 años y eso hay que transformarlo”, concluyó al destacar que el paso del huracán Fiona no ocasionó daños mayores a la finca escolar.