Con un recogedor plástico, una maestra intentaba sacar el fango y las hojas que se acumularon en una zanja en el patio de la escuela elemental Carmen Gómez Tejera en Bayamón. La conserje del plantel golpeaba con un machete una de las ramas de los tantos árboles que terminaron acostados en lo que se supone sea el estacionamiento de maestros, mientras que tres de las empleadas del comedor escolar vaciaban galones de cloro en la nevera donde se guardaba leche.

Personal docente y no docente regresó hoy a las escuelas por primera vez tras el paso del huracán María para pasar revista de los daños, así como comenzar las primeras labores de limpieza.

“Tenemos muchos árboles que están en el piso, entró mucha agua a algunos salones y en el comedor. Pero, por lo menos, no se fue el techo de zinc de los salones”, expresó la maestra de Educación Física, Edna Beatriz Gascot, quien recogía hojas y ramas del patio del plantel.

El principal daño en la escuela elemental fue por el agua que se coló por las ventanas o por las filtraciones en el techo, relató la directora escolar Mónica Román.

“Todo lo que se inundó, estamos tratando de secarlo”, indicó Román. “Aquí tengo una maestra que no es de esta escuela, pero como no pudo llegar a la suya, se reportó aquí”, sostuvo.

En el suelo del comedor escolar se acumuló agua, pero los daños en los comestibles no fue tan fuerte como el que se reportó tras el huracán Irma, aseguró la encargada del comedor, Hilda Reyes.

“Ahora se dañó la leche en el ‘chiller’, los vegetales, las latas que están enmohecidas tenemos que botarlas. Pero fue menos que con Irma, ahí se nos dañaron todas las carnes, todo, todo se tuvo que botar y esto fue horrible”, sostuvo Reyes, quien reconoció que el impacto fue menor porque no habían recibido alimentos perecederos entre ambas tormentas.

Ante los problemas de comunicación que aún aquejan la isla, el Departamento de Educación no tendrá de inmediato los datos sobre la situación en la que se encuentran las escuelas públicas, destacó la secretaria Julia Keleher.

No obstante, que los maestros llegaran hoy a los planteles era un paso importante para poder encaminar nuevamente el semestre escolar, apuntó la secretaria.

“El propósito de hoy es que los maestros vayan a la escuela, se presenten, me dejen sus nombres, me dejen saber si necesitan algo, si están bien y planificar cómo podemos hacer los ajustes para empezar de nuevo las clases”, expresó Keleher.

Las lluvias que trajo consigo el huracán María también generaron los mayores dolores de cabeza en la escuela superior Luis Palés Matos en Bayamón. Los salones del cuarto piso terminaron con varias pulgadas de agua acumulada por las fuertes filtraciones que aparecieron ya que el huracán arrancó por completo la brea que se había colocado en el techo para controlar las goteras. 

Además, varias ventanas se rompieron en el tercer y cuarto piso, señaló la directora escolar Lydia Peña Maldonado.

La primera maestra en llegar a su escuela fue una educadora que reside en Orocovis y salió de su casa a las 3:00 a.m. A las 9:00 a.m., Peña Maldonado le dijo que podía irse de la escuela para intentar conseguir la gasolina que necesitaba para regresar a su hogar sin preocupaciones, contó Peña Maldonado.

“Tengo dos maestros que lo perdieron todo, todo... Una de las maestras que no llegó, cuando Irma la mitad de su casa se quemó porque hubo un corto circuito cuando llegó la luz. De ella no sé nada. De los estudiantes no sabemos...”, logró decir la directora antes que se le cortara la voz.

El maestro de matemáticas, Eduardo Miranda, empezó el día subiendo al techo del edificio de cuatro pisos para remover un bloque de cemento que estaba balanceándose peligrosamente de la orilla de la estructura. 

Una vez allá arriba se dio cuenta de la destrucción que provocó María, al arrancar todo el tratamiento para las filtraciones, los cables de internet y hasta las luminarias.

La maestra de biología Marilyn López Chinea trataba de entender como su salón en el segundo piso se llenó de hojas y agua, al punto que su escritorio -que está casi al centro del salón- se mojó de tal manera que ayer el tope se había expandido.

“Se metió mucha agua, mucha agua... Todos los papeles terminaron en el piso, materiales.... Esos son cosas que pagamos nosotros”, lamentó López Chinea.

Aunque en ambas escuelas las labores de limpieza no se detenían, la cantidad de maestros y empleados no docentes que llegaron fue pequeña, indicaron las directoras escolares.

“No tenemos comunicación con mucha gente y, con este problema de la gasolina, no sabemos por cuanto tiempo la gente pueda llegar (a las escuelas)”, sostuvo Román.

Keleher aseguró que el personal que no pueda asistir regularmente a las escuelas o sus centros de trabajo por falta de combustible no será penalizado.