Moca. Había transcurrido poco más de cinco meses de embarazo cuando Aracelis Muñiz recibió la noticia de que su primogénito nacería con hidrocefalia y, que tras el alumbramiento, el pequeño sobreviviría como mucho dos semanas.

Con esa angustia y pena en su corazón, Aracelis dio la bienvenida a Wilfred Abdiel Torres Muñiz un 17 de enero de 2012, cuando alcanzó las 37 semanas de gestación.

“El nene nació con la cabeza así de grande (expande sus manos a lo ancho) y me tuvieron que hacer cesárea para poder sacar a ese muchacho porque era demasiado fuerte”, recuerda sobre aquel momento en el que conoció el amor más puro que ha sentido en su vida.

Devastada por las advertencias de los médicos, la recién parida decidió encomendar su bebé a las oraciones. “Yo dije: esto solo lo sabe Dios, porque si me le dan dos semanas de vida, eso es Dios quién tiene el control y me puede salvar al nene... y yo arrodillándome para luchar como mujer de fe”, relata sobre aquellos instantes de divinidad en que decidió confiar y ser paciente.

De aquel momento, se cumplen 11 años en poco más de un mes y, contrario a lo que pronosticaba la ciencia, Wilfred ha dado la batalla como paciente de hidrocefalia y parálisis cerebral, convirtiéndose “en el milagrito” de su mamá y papá.

Aracelis Muñiz, madre de Wilfred, es paciente de artritis reumatoidea, por lo que el esfuerzo para cargar la maltrecha silla de ruedas y a su hijo le causa mucho dolor.
Aracelis Muñiz, madre de Wilfred, es paciente de artritis reumatoidea, por lo que el esfuerzo para cargar la maltrecha silla de ruedas y a su hijo le causa mucho dolor. (Jorge A Ramirez Portela)

La hidrocefalia, según la definición de la Clínica Mayo, es la acumulación de líquido dentro de las cavidades profundas del cerebro. El exceso de líquido aumenta el tamaño de los ventrículos y ejerce presión sobre el cerebro, causando problemas en la función cerebral.

De otra parte, la parálisis cerebral es causada por el desarrollo anormal del cerebro o por daño al cerebro en evolución que afecta la capacidad de la persona para controlar los músculos, según la definen los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

Los síntomas de parálisis cerebral varían de una persona a otra. Puede ser que individuos con esta afección necesiten usar un equipo especial para poder moverse o que no puedan caminar y necesiten cuidados de por vida, como es el caso del pequeño Wilfred, quien pasa gran parte del tiempo en una vieja silla de ruedas que necesita ser reemplazada con urgencia por una más grande y cómoda.

Además de los problemas con el movimiento y la postura, algunos pacientes pueden presentar otras complicaciones, como las convulsiones, algo que ocurre con frecuencia en el caso del niño. Es por eso que su mamá casi no duerme, pues prefiere vigilar el sueño de Wilfred por si sufre alguna convulsión.

El camino recorrido hasta el momento ha sido complicado para Aracelis y su esposo, Wilfredo Torres, un soldador de profesión que se ha dedicado al trabajo para poder cubrir las necesidades básicas del hogar y los gastos inesperados por la salud de Wilfred, quien visita recurrentemente diversos especialistas -incluyendo neurocirujanos y neurólogos-, en el área metropolitana.

Los viajes a San Juan se realizan en un viejo carro en el que el niño apenas cabe. El baúl del automóvil -cuyo aire acondicionado está dañado- permanece abierto, pues es en esa parte trasera donde colocan la silla de ruedas. Pero lo más difícil del transporte, es lo complejo que se le hace a Aracelis cargar al niño que pronto será un adolescente y pesa casi 100 libras.

“Papi, ayúdame... agárrate de mí, mi amor”, le dice con ternura Aracelis al nene que, casi sin poder, se echa al hombro para colocarlo en la silla asistiva.

La cara de la madre -paciente de artritis reumatoidea- denota dolor por la fuerza física que tiene que realizar a pesar de que sus músculos y huesos cada día están más débiles.

Aunque le da mucho pesar decirlo, Aracelis necesita una guagua con rampa y modificada para personas con necesidades especiales. No se trata de un lujo, sino de un equipo imprescindible para que mejore la calidad de vida de ambos.

Después de todo, la dinámica de cargar al nene “para allá y para acá” ocurre varias veces al día, incluyendo las visitas que realiza la familia -residente en el barrio Río Grande, en Aguada- al Centro de Ayuda y Terapia al Niño con Impedimento, Inc. (AYANI) en Moca, un lugar en el que Wilfred recibe terapias físicas desde los tres añitos.

“Este centro es mi hogar, y todos los que están aquí son mi familia”, expresa Aracelis sin poder contener el llanto y mientras el pequeño Wilfred hacía ejercicios motores con la terapista Wanda Rodríguez.

Las terapias son pieza clave en el desarrollo del menor, pues le ayudan con la espasticidad (rigidez muscular), discinesia (los movimientos involuntarios) y la ataxia (falta de equilibrio y de coordinación).

Desde sus tres años de edad, el niño -que nació con hidrocefalia- recibe terapias  Centro de Ayuda y Terapia al Niño con Impedimento, Inc. (AYANI) en Moca.
Desde sus tres años de edad, el niño -que nació con hidrocefalia- recibe terapias Centro de Ayuda y Terapia al Niño con Impedimento, Inc. (AYANI) en Moca. (Jorge A Ramirez Portela)

“Lo estás haciendo muy bien, Fredo, muy bien”, le decía la terapista al hermoso niño que, gracias a los ejercicios, ya logra mantenerse sentado y se voltea solito en la cama. “Muchacha, hace maromas en la casa”, agrega la madre celebrando el gran logro de su hijo.

De hecho, Aracelis también requiere de un equipo conocido como Easy Stand o Pro Stand, para darle seguimiento en el hogar a los ejercicios que se realizan en AYANI. El problema es que, para esta familia humilde, la máquina -cuyo precio fluctúa entre los $6,000 y $8,000- es demasiado costoso.

Y, es que el sueldo del papá de Wilfred, por más que estiran el peso, ni siquiera ha alcanzado para comprar otros productos que requieren y que incluyen una consola de aire acondicionado o una grúa de transporte para trasladar al pequeño del cuarto a su silla o al baño.

“Yo no me atrevo a pedir pero, sí es verdad, necesitamos muchas cosas”, acepta con docilidad quien protagoniza una de las ediciones de “Revive la Esperanza” que se transmite los miércoles por el programa “Día a Día” (Telemundo) y que cuenta con la colaboración de Primera Hora y MCS Foundation.

Si usted desea ayudar a esta familia, puede enviar su donativo por ATH Móvil al 787-481-5856. También, puede escribir a revivelaesperanzapr@gmail. com o comunicarse por WhatsApp al 787-505-7575 para donar artículos.