Cuando Jim Pérez decidió establecer el negocio Bellas Mascotas en junio de 2017, no fue bajo la sospecha de que una tormenta sería una amenaza para sus anhelos como comerciante.

El río Tanamá provocó inundaciones en el casco urbano arecibeño, y el local de Bellas Mascotas quedó 10 pies bajo agua y fango. 

La mercancía se arruinó y Pérez lo perdió todo. 

Por el contrario, no se rindió y enseguida comenzó las labores de limpieza aferrado a la esperanza de que con toda probabilidad estaría abierto para el público.

“Ha sido bien cuesta arriba y agotador. Compré este negocio tres meses antes de la tormenta y uno lo que hace es arreglarlo y meterle mercancía. Ver que de un día para otro se pierde todo, es fuerte”, compartió el empresario.

Relacionadas

El negociante puso su empeño en restablecer el espacio a pesar de que otros establecimientos aledaños están abandonados. 

“Estamos echando para adelante poco a poco. Mi familia completa estuvo cuatro días sacando fango, los cristales y las puertas se rompieron. Aquí no servía nada. Me han dado la oportunidad de abrir nuevamente”, sostuvo.

A pesar de que la zona cuenta con servicio eléctrico, Pérez ha tenido que hacer maravillas para preservar las vidas de las mascotas para la venta.

“La electricidad no está constante todavía. Con la ayuda de un generador me mantiene a los peces y los animales que se me estaban muriendo. Tuve que estar buscando y moviendo agua para darle un poco de oxigenación al agua”, relató Pérez, quien está consciente de que todavía tiene enormes retos por delante.

“Hay que hacerlo atractivo nuevamente para los clientes, porque Puerto Rico completo sufrió un golpe con la tormenta y las mascotas no son una necesidad. Tener una mascota es un lujo, un pasatiempo y que la gente se interesa nuevamente ha sido cuesta arriba. Hay que traer cosas que le llamen la atención”, dijo en tono reflexivo.

Por suerte, Pérez ha percibido una aceptación positiva.

“La gente ve la diferencia y, honestamente, el pueblo puertorriqueño tiene un corazón gigante. Personas venían simplemente para saber si el negocio estaba abierto. Le decíamos que sí, que íbamos a echar nuevamente hacia adelante y nos están dando la mano”, concluyó el empresario arecibeño.