La exposición mediática que recibió Mario Moczó, principal defensor de Luis Gustavo Rivera Seijo, conocido como El Manco, le permitió ganar gran simpatía entre un sector de la población.

Se trata de un abogado de cuna humilde que como muchos otros puertorriqueños estudió y completó una carrera profesional que, por lo visto, desempeña bien. 

Sus ejecutorias, al defender al imputado en el caso sobre el crimen del niño Lorenzo González Cacho, las siguieron en directo miles de personas pegadas principalmente a las pantallas de teléfonos celulares y computadoras. 

Esos seguidores lo colmaron de elogios en redes sociales y esta semana tomó auge su postulación ciudadana para el cargo de Secretario de Justicia.

A esas sugerencias reaccionó ayer sonriente. “Estoy muy agradecido por el apoyo de la gente. Siempre se agradece. No se esperaba, pero fascinado con ellos y muy muy agradecido, de verdad”, afirmó.

Cuando Primera Hora le recalcó la insitencia de la gente sobre considerar ser titular de justicia, contestó humilde. “Lamentablemente no soy político. Hasta ahí", afirmó.

En la transmisión desde el Centro Judicial de Bayamón también pudo apreciarse el desempeño de los fiscales, pero contrario a otro caso en parte comparable y que generó altísimo interés público hace 30 años, en esta ocasión los representantes de la fiscalía  no fueron las estrellas preferidas de la audiencia.

Y es que la figura de Moczo alcanzó paralelismos con la del abogado Héctor Rivera Cruz cuando a principios de la década de 1980 actuó como principal investigador senatorial sobre los crímenes de  Arnaldo Darío Rosado y Carlos Soto Arriví, ocurridos el 25 de julio de 1978, en el Cerro Maravilla.

Su trabajo interrogando testigos fue transmitido en directo por televisión por más de 12 meses y casi toda la población se mantuvo atenta al asunto en todo momento.  

Al igual que Moczo, el fiscalito, como fue bautizado popularmente Rivera Cruz, también es un hombre de cuna pobre y cautivó por su forma de preguntar y desarrollar asuntos en torno a un acto criminal que se pretendió encubrir, como también se desprende en el caso del crimen del niño doradeño.

Rivera Cruz ganó tanta popularidad mediática que al culminar la histórica investigación -que propició con condenas contra los policías implicados en los asesinatos de los independentistas-  fue nombrado Secretario de Justicia.

En el caso de Mario Moczó su historia como abogado reconocido está por escribirse.