Más allá de Villas del Sol
Deben recaudar $1.2 millones para poder iniciar los trabajos con la AEE y la AAA.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 13 años.
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El proyecto de construcción de viviendas para la comunidad de Villas del Sol trasciende el interés particular de cada uno de sus miembros y, al mismo tiempo, el de una comunidad. El éxito de este tipo de cooperativa novel –de autoconstrucción y ayuda mutua– podría sentar precedentes sobre una nueva forma de levantar casas para las personas en situación de pobreza en la Isla.
Según el arquitecto Elio Martínez, del grupo técnico de la Junta de la Directiva de la Cooperativa de Autoconstrucción y Ayuda Mutua Villas del Sol, lo “que salga de aquí hay que estudiarlo porque puede ser una solución de proveerle vivienda a todo el resto de los puertorriqueños con esquemas no tradicionales”.
“Esto es un modelo que hace tiempo en Puerto Rico no se ve. Hay diferentes modelos que van a hacer de Villas del Sol un proyecto único porque lo que salga de aquí va a ser un precedente para otros proyectos. Esto puede ser una manera de repensar la vivienda”, agrega el también representante del Taller de Diseño Comunitario de la Universidad de Puerto Rico.
Es la oportunidad de descubrir si la autoconstrucción y ayuda mutua tienen el potencial de sustituir la edificación informal, individual y no legal o no reglamentaria que existe en la Isla, según otra de las voces involucradas en el desarrollo de esta comunidad, el doctor Eduardo Ibarra.
“Queremos orientar a esta comunidad y a comunidades futuras a que ellos mismos, como se ha venido haciendo en Puerto Rico, construyan sus casitas, pero bajo las guías y orientaciones de personas educadas (...), que les van dando parámetros para que la construcción cumpla con los requisitos mínimos de seguridad”, expuso Ibarra, quien también es presidente del Colegio de Médicos Cirujanos de Puerto Rico.
Pero, lo alentador del panorama es que, al no estar exento de desacuerdos que dividen a la comunidad, requieren dosis constante de paciencia y buena voluntad ante desafíos espinosos, como la procedencia del dinero necesario para la instalación de la infraestructura y la construcción de residencias, que proveerán un lugar digno a una comunidad que aprendió a vivir en condiciones poco saludables –como la falta de calles, agua y luz, la presencia de plagas y fango–, y que tuvo que enfrentar desalojos en terrenos que rescataron o invadieron, según la óptica con la que se mire.
A casi tres años de que la amenaza de desalojo por parte del Gobierno copara la atención de los medios de comunicación, el grupo técnico de la Cooperativa –compuesto por profesionales que ofrecen servicios pro bono– decidió ofrecer declaraciones públicas –dos meses después de solicitadas por Primera Hora ante inquietudes de algunos residentes por el temor de tener que asumir préstamos, según publicado– sobre el estatus del proyecto, que tiene un costo estimado de sobre $7 millones.
Los permisos, dos años después de solicitados, fueron concedidos, a excepción del de construcción, el que esperan concedan en par de meses. ¿Lo próximo? Las recaudaciones necesarias para los pasos relacionados con la construcción de las 170 unidades.
En primer lugar, la concesión de los permisos otorgados por las autoridades de Energía Eléctrica y Acueductos y Alcantarillados requieren que la Cooperativa haga aportaciones (contribución al Estado) de $188,700, que se dividen en $18,700 correspondientes al agua y $170,000 de la electricidad. Para ambos casos, se ha pedido una exención, al amparo de la Ley General de Cooperativas,y así no tener que pagar.
En segundo lugar, la Cooperativa tendría que asumir parte del costo de la infraestructura eléctrica, que equivale a $1 millón. Mientras, el Municipio de Toa Baja (donde están los terrenos) se ha comprometido a pagar entre $2.5 y $3 millones para infraestructura sanitaria, calles y aceras.
Para el doctor Ibarra –quien donó terrenos a la comunidad que permitieron que llegaran a los actuales, donde construirán–, las recaudaciones no solo vendrán de actividades, sino de préstamos, una palabra que es como un “cuco” para algunos en la comunidad.
¿Los socios están de acuerdo?
Eso es parte del debate que tiene la Junta de Directores. No ha tomado decisiones específicas sobre esa solicitud de préstamos.
En caso de que la Cooperativa, como ente, asumiera préstamos, el activo principal sería el terreno de 14.7 cuerdas, además del compromiso de otras cooperativas.
“Se está en el proceso de discusión sobre las diferentes opciones (de financiamiento y construcción) para ver cuál es la que más le conviene a la comunidad”, explicó Ibarra.
¿Qué harán para llegar a los acuerdos?
Se está dialogando. (Se están haciendo) llamados a sentarse en mesas de discusión; escuchando argumentos a favor y en contra para llegar a acuerdos consensuales.
Algunos temen que no puedan pagar y se queden sin casas...
Entendemos que todas estas personas, con un poco de esfuerzo, van a poder pagar una cantidad moderada al mes, de menos de $150. En casos de personas que no pueden, por incapacidad, etcétera, se creará estructura; de quienes puedan aportar un poco más, y de eso se trata el cooperativismo. Ese monto total es el que va a pagar cualquier préstamo. Cada quien aporta según sus capacidades.
Una tercera fuente de ingresos sería programas internacionales de desarrollo de vivienda.
“Esta comunidad de Villas del Sol es parte de la agenda de las Naciones Unidas y en el 2010 fue mencionada directamente en la Asamblea General. Este es el momento de hacer el acercamiento. Es un proyecto que ya es realizable”, sostuvo Ibarra.