Más vigente que nunca el tatuaje
Hay momias de más de siete mil años de antigüedad con tatuajes, y es una práctica que se ve en todas las culturas del planeta.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 11 años.
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Símbolo de estatus. Malas mañas de marineros y prostitutas. Símbolos de dioses protectores. Marcas de animismo. Moda de celebridades. Reflejo de las vicisitudes de la vida. Historias de amor. Apologías de la muerte.
Los tatuajes son eso y más. Tratar de encasillarlos en una “moda” o “rebeldía” es faltarle el respeto a la venerable cultura de marcar la piel -sea con tinta, costuras, cicatrices o escarificaciones- para siempre.
En nuestro mundo actual en el que todo es reemplazable, llevar una marca indeleble siempre llama la atención y son muchos los que preguntan qué significan, opinan si les parece feo -aunque nadie les pregunte- y llegan, de plano, con el pensamiento de que un tatuaje no solo es símbolo de una vida de problemas, sino que cierra puertas y fomenta estigmas. Si ven uno recién hecho, hacen la inevitable pregunta: “¿te dolió mucho?”, seguido de, “¿cuánto te costó?”. Son pocos los que aprecian que es un auténtico arte.
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Luis Santiago, un artista del tatuaje con 16 años de experiencia, reconoce que el auge reciente por los el arte dermal puede haber sido empujado por los programas de televisión y hasta por los artistas de fama mundial, como Ricky Martin, Miguel Cotto, Angelina Jolie o David Beckham, que han adornado su piel y exhiben sus obras sin pudor. Sin embargo, comenta que “como persona tatuada, puedo decir que, cuando vas a un banco, por ejemplo, todo el mundo se te queda mirando como si fueras un maleante, y aunque ha evolucionado sigue habiendo una preconcepción de lo que es un tatuaje”.
El dueño de Evolution Tattoo lamenta que “siguen viéndolo como que es para gente mala o del bajo mundo, títeres, y no captan que hacer esto es bien difícil: las marcas en la piel no son algo que todo el mundo puede hacer correctamente”.
Santiago ha visto pasar de todo por su silla. “Vienen personas mayores, jóvenes, personas de mediana edad, todos traen un motivo diferente... A veces hablan de expresar sentimientos, despechos, recordar a un fallecido, y hay hasta los que no saben por qué se los hacen”.
El elemento identidad es vital, como explica el doctor en sociología Manuel Torres Márquez. “Yo creo que es parte también de cómo el ser humano descubre y redescubre su cuerpo y usa la anatomía. En el siglo 21 es como una tarjeta de presentación, una representación de la personalidad, hay personas que lo consideran un carnet de identidad. Vamos avanzando en términos de simbolismo, en respetar la intimidad. De hecho, el ser discreto responde a que todavía hay estigmas”, comenta el catedrático de la Universidad Interamericana.
Torres Márquez agrega que ese instinto de adornarnos la piel “puede tener que ver con coquetería, con insinuación erótica, incluso hay personas que lo usan para disimular defectos, y eso es súper legítimo e interesante que sea una opción. Hay culturas que utilizan el tatuaje como un ritual para pasar a la edad adulta, y también tiene que ver con la pertenencia a un grupo”.
Quien más y quien menos tienen un tatuaje, pero hoy día este arte sigue siendo visto con malos ojos.
“Es que la apariencia cuenta muchísimo”, dice Santiago. “Muchas empresas quieren darle al público una apariencia transparente y limpia y traducen el tatuaje como si fuera algo sucio. Tristemente no es así, pero es la forma en que ellos lo ven... Muchos piensan que los hace deslucir, pero yo pienso que estas personas no viven en el mundo real. En el mundo real la gente pasa hambre, tienen deudas, viven la vida, la sufren, y (los que critican los tatuajes) se están basando en algo que es superficial, la apariencia, si eres o no lindo”, explica.
“Parte de la definición del tatuaje es que le cambias el color a tu piel; no es una mancha, porque entonces también podríamos decir que muchas obras de arte que tienes en la pared de tu casa son manchas. Especialmente el arte abstracto. Serían manchas de color, pero la gente lo define arte. Y el tatuaje es arte”, puntualiza.
De hecho, una entrevista hecha por el Centro Pew en 2006 reveló que al menos 40 por ciento de los norteamericanos entre 26 y 40 años llevaban este arte en su piel. Pero en Puerto Rico, sigue siendo visto con recelo, algo que Santiago rechaza. “Es un discrimen. El que tengas un tatuaje no te impide para nada ejecutar ninguna labor... yo puedo dar fe de médicos, abogados, jueces, fiscales, que están tatuados y hacen su trabajo. Obviamente no están expuestos, pero los tienen”.
¿Eso no es hipocresía?
No quería decirlo así, pero sí. A todo el mundo le encantan los tatuajes, siempre es tema de conversación. Pero para ciertas personas la vara es diferente. Por ejemplo, hay gente que le gusta ver el tatuaje pero no quiere que sus hijos se hagan tatuajes.
¿Es un grito de atención?
Siempre lo ha sido. Yo me debo haber hecho un tatuaje con ganas de llamar la atención. A veces nos definen, a veces nos protegen, a veces son amuletos, promesas que hacemos, pero sí es una forma de llamar la atención. Te tatuaste porque querías que te miraran. Si quieres pasar desapercibido en esta sociedad, pues fácil: una capa, un sombrero y no te hagas tatuajes.
Torres Márquez coincide. “Igual que llamas la atención con una corbata de un color flashy o, si eres mujer, con un escote, la moda y los tatuajes van de la mano. Es un ornamento, la diferencia es que una pantalla o un collar, te lo quitas, pero el tatuaje te va a acompañar”.