Mata a su familia y luego se suicida

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 17 años.
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Juana Díaz.- “Papi, suéltame, no me toques. ¿Por qué haces esto?”.
Entre gritos, ésas fueron las últimas palabras en inglés que Gene Pagán escuchó de uno de los niños antes de que el silencio arropara la vivienda donde pereció una familia a manos de un hombre que, tras asesinar a su esposa y sus dos hijitos, se suicidó.
El joven vecino relató que Luz Rosado, de 30 años y Domingo Barrera, de 46, habían comenzado un diálogo que repentinamente se transformó en gritos cuando el mexicano-americano exclamó furioso: “¡¿Cómo que tú me vas a dejar?!”.
“Escuché que hubo gritos y que como que unas cucharas cayeron al suelo, pero luego como que los recogieron, hubo un silencio y luego gritaron los niños y lo que más me dolió fue cuando la niña gritó ‘Daddy, let me go’ (papi, suéltame)” , relató Pagán, quien dijo que no llamó a la Policía porque jamás esperó que la situación llegaría a tal violencia.
“Yo me preguntaba qué debía hacer, pero como yo no me meto en matrimonios… y yo nunca pensé que fuera capaz de matar... Era un tipo callado, nunca había habido ningún problema”, dijo Pagán, que estimó ayer que la discusión duró una media hora.
La matanza ocurrió a las 6:30 de la tarde del domingo, pero los cuerpos fueron descubiertos a las 10:00 de la noche.
Estaban separados
La pareja se encontraba separada y, según familiares, la esposa había llegado a Puerto Rico el 11 de abril luego que sus padres la asistieran al enterarse de que era maltratada y que vivía en unas condiciones físicas lamentables.
El esposo llegó 11 días más tarde y fue a la vivienda, por lo que la Policía intervino, pero no se presentaron cargos en su contra.
Luego retornó al barrio y se quedó en un parque hasta que un vecino le dio alojamiento, pero no dio indicios de lo que pensaba hacer.
“La persona más dulce y decente que he conocido en mi vida, muy noble y muy cooperador”, fue la impresión que el victimario dejó en Jesús Manuel Pagán, tío de Gene y quien cedió su casa a la familia para que pudieran dialogar la tarde del domingo, sin conocer el violento historial del padre de los menores.
“Era tranquilo”
“Yo le dije que no tenía que darme nada, sólo mantener la casa y el patio de mi hermana limpios y fue muy juicioso y hacía mucho tiempo que no trataba con una persona de esta índole. Jamás imaginé… era una persona sumamente tranquila”, agregó Pagán.
Esa noche, Pagán encontró cerrada y apagada su casa. Pensó que se habían marchado y se llevó su llave, pero al llamar al celular de Barrera, sonó desde el interior, por lo que forzaron una ventana para entrar.
Tío y sobrino se toparon con los cuerpos, todos boca abajo, entre la cocina y la sala.
Matthew Barrera, de cinco años, estaba más apartado. Junto a él, su madre. Luego Brassa, de cuatro años y, cerca de la puerta, el propio Barrera.
“Me duele más porque ese día me despedí de ellos. A la niña le dije: ‘Give me a kiss’ y me dio un beso y el varoncito vino y me abrazó la barriga y me dio una sonrisa que no olvidaré jamás”, expresó Pagán.
Comentó que no era la primera vez que la familia se encontraba en su casa, por lo que no tuvo motivos para sospechar lo que iba a suceder.
“Yo le di permiso para que vinieran acá y hasta le di la llave de mi casa… yo tuve que volver por unas habichuelas y la vi a ella sentadita y a él arrodillado frente a ella, pero no había revolú, porque si no, les hubiera pedido que desalojaran la casa”, explicó Pagán.
Según el vecino, Barrera aseguró que el padre de Luz le había prometido trabajo y que no le había cumplido, lo que era falso.
“No sabía que tenía una orden de protección”, agregó.
“Con eso de Objetivo fama, nadie escuchó ná”, se limitó a decir un vecino cercano, quien prefirió no identificarse cuando se intentó indagar quién más habría escuchado los gritos.
Para el sargento Samuel Rodríguez, del cuartel de Juana Díaz, fue la propia madre de los menores la que declinó validar la orden de protección que traía contra su esposo desde Chicago.
“Ella dijo que lo amaba y que no quería hacerle daño”, comentó el oficial al indicar que veía a la pareja compartir con frecuencia y que nunca se reportaron problemas de ningún tipo con Barrera.
“Cuando nos lo quisimos llevar, los niños se le abrazaron y pidieron que no nos lo lleváramos…”, dijo.
Entonces, rememorando lo que presenció el domingo, declaró que “en 29 años de carrera nunca había visto una escena tan brutal como ésta”.
Jueza denegó protección
Entretanto, en el hogar de Lucrecia Aponte, madre de la víctima y abuela de los niños, el dolor era evidente y las muestras de apoyo de amigos no cesaban.
La mujer dijo que ante las amenazas que el hombre lanzó contra su hija, de matarlos a ella y a sus padres, intentó poner una orden de acecho contra Barrera, pero que le fue denegada.
“Fuimos al tribunal y una juez nos lo denegó. Dijo que no había razones porque él no había dado problemas. Yo les dije que si esperaban que hubiera una tragedia”, lamentó doña Lucrecia entre sollozos.
Se espera que las víctimas sean veladas en la funeraria San Ramón de Juana Díaz, aunque no se había decidido cuándo serían expuestas.
En cuanto a Barrera, las autoridades hacían gestiones para localizar a sus familiares en Illinois.