Por razones muy distintas, Marie Teresa Ferrer García y Luis Roberto Ramos Salabarría han dado el paso de servir como voluntarios en La Fondita de Jesús, en Santurce.

Ella se encarga de mantener las áreas limpias y él de cocinar rico para que personas sin hogar o de escasos recursos puedan tener una buena comida diaria. Ninguno necesita que le agradezcan, pues su misión es, precisamente, dar gracias por su vida en cada paño que se lava o en cada plato comido, no en obtener reconocimientos.

El pie forzado de Marie Teresa es que “me cansé de sufrir”. Solo busca ser feliz. Mientras, Luis Roberto entiende que, tras su retiro de la milicia y el fallecimiento de su esposa en enero pasado por cáncer, sólo tiene que retribuir las bendiciones que recibido y ser cada día una mejor persona.

“Estamos hablando de voluntarios sin buscar reconocimiento. O sea, no es robarte el show, porque la misión de esto es más grande que la persona. No es robarse el show, porque yo tengo mi certificado de cocina. Yo no venía a pasarle rolo a mis compañeros. Olvídate de eso. Ni a salir ‘el voluntario del mes’, nada de eso. Es que esa gente que está ahí se vaya por la noche a dormir con algo en la barriga”, afirmó el militar, quien viaja desde Río Grande aunque sea para “chopear” (cortar) cebolla o encargarse de hacer el arroz.

¿Quiénes son?

Los agradecimientos por sus trabajos, ambos voluntarios los reciben en cada sonrisa o en cada saludo que les dan los participantes de La Fondita de Jesús cuando llegan a realizar su labor.

Esa alegría que les da estos gestos tan usuales que reciben, por ejemplo, hacen que Marie Teresa luzca enamorada, como alega le dice su esposo cada vez que la ve.

Para Marie Teresa Ferrer García, mantener los espacios limpios en La Fondita de Jesús es su manera de retribuir los años de servicios que recibió allí.
Para Marie Teresa Ferrer García, mantener los espacios limpios en La Fondita de Jesús es su manera de retribuir los años de servicios que recibió allí. (Ramon "Tonito" Zayas)

La mujer de 58 años fue deambulante. Por años vivió alcoholizada y separada de su familia. Recibió apoyo de La Fondita de Jesús desde cuando tenía 32 años.

“Me desvié por un camino negativo, sufrí mucho, viví mucho lo que es la vida negativa y los problemas que uno sufre y eso por el estilo. Y aquí fue que me dieron la mano, aquí en La Fondita de Jesús. Aquí yo me bañaba todos los días, religiosamente. Todos los días venía a comer, me bañaba, me daban ropita. Y siempre estaba bien linda y así, aseadita. Era un caso tremendo y, gracias a Dios, me pude enderezar poco a poco aquí, por todo lo que dieron, por todos estos 25 años que yo fui participante. Me brindaron mucha ayuda y aquí estoy, gracias a Dios”, explicó.

¿Qué le hizo cambiar ese rumbo de vida que llevaba?, se le preguntó.

“Me cansé de sufrir. Ay sí, porque es que uno pasa muchos problemas (en la calle). Uno dice: ‘Ay, no, ya está bueno’. Ya yo tengo 58 años y no soy una niña. Yo he envejecido por ahí... Ese sufrimiento me lo busqué. Pero, ahora amo mi vida y estoy agradecida de mí misma. Quiero cuidar mi vida. Como yo me siento mejor aquí que en ningún otro lugar, estoy en la mejor disposición de ser voluntaria”, aseguró.

Explicó que ahora su intención es que las personas que llegan hasta esta fundación sin fines de lucro se sientan bien y que vean que es posible recuperarse.

Con su gesto de asegurarse que todo esté limpio y bonito, da las gracias por la ayuda que recibió, por el socorro que le dieron en cada tropiezo.

Halla una familia en medio del dolor

Luis Roberto, en cambio, nunca tuvo contacto con La Fondita de Jesús, pese que es una organización que ha cumplido 40 años de fundada. El nombre le apareció en una búsqueda cibernética cuando indagaba en opciones para prestarse como voluntario.

Aceptó que esa búsqueda la hizo basada en la necesidad de un cocinero, ya que estudió cocina en la Escuela Hotelera y en la Universidad Interamericana, pero nunca ejerció.

Al enviudar, Luis Roberto Ramos Salabarría encontró paz y propósito en la cocina, una profesión que había estudiado, pero nunca la ejerció.
Al enviudar, Luis Roberto Ramos Salabarría encontró paz y propósito en la cocina, una profesión que había estudiado, pero nunca la ejerció. (Ramon "Tonito" Zayas)

El hombre contó que siempre tenía el interés de servir como voluntario. Pero, sus planes se retrasaron cuando su esposa enfermó de cáncer en el 2018. Ya para el 2020 se tuvo que retirar del trabajo que realizó por 37 años en la Guardia Nacional de Puerto Rico para cuidarla. En enero de este año, Luis Roberto enviudó.

Comentó que le había prometido a su esposa estudiar música, por lo que se inscribió para aprender a tocar bajo. Luego, recordó de que siempre tuvo la intención de ser voluntario. Por ello, hace dos meses llegó hasta La Fondita de Jesús.

Indicó que la primera vez que acudió al centro “se enamoró”, porque pudo ver todos los servicios que les dan a las personas sin hogar o de escasos recursos. Se dijo a sí mismo: “Aquí vale la pena prestar el tiempo libre de uno”.

El hombre lloró durante la entrevista, al aceptar que “yo no tengo explicación de por qué estoy aquí. Pero, entiendo que son cosas de Dios”.

Dijo que estar en este centro le hace recordar lo bien que se sentía compartir en familia, junto a su esposa, en una cena o una fiesta. Aseguró que ese mismo sentimiento le brota cuando los participantes de La Fondita están inmersos en devorar la comida que ayudó a preparar.

“Eso lo que te da es satisfacción. Por lo menos en mi caso, que yo estaba buscando hace tiempo dar este servicio de forma voluntaria, sin cobrar un solo centavo, porque quería darle algo a la comunidad. Pues, mira me sentí igual (que con su familia) y da satisfacción. Antes de venir aquí ya era un hombre bendecido. Todavía después del fallecimiento de mi esposa en enero, sigo diciendo que soy un hombre bendecido”, expresó.

Luis Roberto ahora no se siente solo, dice que encontró una nueva familia. Eso lo hace sentirse agradecido.

“Ese es mi motor de vida, cada día ser mejor que el día anterior. Eso es lo que me motiva a mí a seguir viviendo y sé que mi esposa está también orgullosa”, manifestó.