Hoy son tres diligentes y queridos empleados en el Municipio de Cidra, pero tienen en común las historias de un atribulado pasado atado a adicciones, así como el exitoso camino a su recuperación, que ha sido posible en gran medida gracias al Proyecto Génesis, una iniciativa que persigue dar esa oportunidad a una reinserción social, familiar y laboral.

Uno de ellos se describe como alguien que estaba “muerto en vida”. Otro casi fallece en un accidente mientras estaba bajo efectos de drogas. Y la tercera persona vivía consumida en las garras del alcohol, al punto que pasaba cada madrugada bebiendo en un negocio.

Relacionadas

Hoy, sin embargo, los tres pueden dar fe que, con las herramientas y la solidaridad adecuadas, dejar atrás las adicciones y encontrar propósito y alegría es posible, y no pierden oportunidad para servir de consejo y apoyo a quienes deseen adentrarse en esa ruta que ellos recorrieron.

Como parte de ese proceso, desde su lugar de trabajo, relataron a Primera Hora sus testimonios.

“No tenía nada”

Samuel “Sammy” Vélez Nieves era usuario de drogas que vivía en pésimas condiciones y “no tenía trabajo, no tenía chavos para comer, pa mantenerme ni nada. No tenía nada”.

Admitió que el uso de heroína lo tenía “casi muerto en vida”, en un estado en el que “ya no tenía la fe, ya yo había perdido la fe de este mundo”.

Samuel “Sammy” Vélez Nieves
Samuel “Sammy” Vélez Nieves (alexis.cedeno)

“Estaba muerto, bien flaco, la gente me veía y decía, ‘yo no sé cómo tú estás vivo’. Había gente que pensaba que yo tenía hasta sida”, recordó.

Pero su vida comenzó a dar un giro luego que entrara en contacto con la gente de Génesis.

“Yo vivo en un vagón, y ellos me fueron a visitar allí y me ofrecieron este programa. Y aquí estoy”, comentó.

“Y más que yo esté aquí, me siento feliz. Y ellos son como mi familia. Y esto funciona. Desde que estoy aquí he echado pa’lante y me siento feliz”, agregó sin titubeos.

Entre otras cosas, describió que “me ofrecieron trabajo, me ayudaron y me apoyaron. Me ayudaron a sacar los papeles, que no tenía nada de papeles, y me llevaron a sacar el Seguro Social”.

“Ahora estoy trabajando bien, en mantenimiento. Tengo esto limpio. Y no falto ni nada. Me siento feliz, porque esto funciona”, insistió.

Como parte de su rehabilitación, entró a un programa de metadona para superar la adicción y desde entonces “no caí más en el vicio”, pues “la metadona funciona también”.

Además, Sammy explicó que sus mascotas también jugaron un papel esencial en recuperación, pues, en medio de su lucha con la adicción, siempre sentía que tenía que estar ahí para cuidar de ellas, y en particular de “una perrita que le puse Julia”.

Chacho, esa perrita me ayudó. La tuve como seis años. Y eso me ayudó a romper, porque yo la quería tanto que yo no iba a caer un vicio y dejarla abandonada. Me ayudó a romper. Me apoyó, la perrita me apoyó un montón”, afirmó.

“Y ahora tengo una, Beba, además de otra. Yo las adopté”, sostuvo, agregando que también tiene tres gatos y varias gallinas, a todos los cuales cuida con devoción.

En cualquier caso, siente “que Dios me dio una oportunidad y nací de nuevo”, y afirma que “la fe nunca se puede perder”.

“Más que hay vida, hay esperanza, y no se puede perder (la fe). Y esto es mucho ejemplo pa la gente que no tienen fe. Yo les doy fe que nunca se puede perder la fe”, afirmó.

“Y funciona. Sí funciona. Hay gente que (ahora) ni me conoce. Me dicen, ‘tú no eres la misma persona de antes’. Yo estaba flaco, muerto. Y ahora estoy gordo y limpiecito. Y me dicen, ‘diache, tú no eres el mismo de antes. Eso fue un milagro de Dios. Y yo, (respondo), ‘ah, pa que sepas que Dios existe’”.

Por otro lado, aunque Sammy indicó que no cuenta con una familia biológica, sí ha encontrado una en la gente del municipio y recientemente le celebraron, por primera vez, y por todo lo alto, una emotiva fiesta de cumpleaños. El festejo incluyó varios regalos que le hicieron entre todos los empleados. En planes está conseguirle una vivienda para que pueda salir del vagón que todavía le sirve de casa.

Al que está por ahí, yo le doy apoyo, le digo: ‘métete en metadona, esta gente te ayuda. Ve al municipio que allí te ayudan. Si salí yo, que ya no tenía fe y estaba muerto, puede salir to el mundo. Porque el más chavao que estaba en este sitio era yo. Mejor ejemplo que yo, no hay, porque to el mundo me conocía como yo estaba de chavao”, agregó.

“Me pude quitar”

Wilfredo Soto Flores es un joven que fue usuario de cocaína. En una ocasión, mientras deambulaba por las calles, fue atropellado por un vehículo, que abandonó el lugar, dejándolo moribundo.

Tras pasar meses hospitalizado en estado de coma, logró sobrevivir. De paso, durante esa larga hospitalización, dejó atrás la adicción. No obstante, los daños que sufrió fueron de tal magnitud que aun carga consigo secuelas del ese trauma.

Wilfredo Soto Flores
Wilfredo Soto Flores (alexis.cedeno)

“Yo deambulaba mucho en Río Piedras. Siempre estaba pidiendo en las luces y eso, porque no tenía nada”, expresó.

“Me ayudaron, mi familia y mi papá. Me ayudaron a salir de la droga y eso, para conseguirme un trabajo. Y pues, paré de pedir. Mi papá me ayudó a limpiarme. Y me ayudaron a conseguir un trabajo aquí en la alcaldía de Cidra. Y me pude quitar de las drogas, y empezar a trabajar”, agregó.

Aunque con algunas dificultades para expresarse, Wilfredo dejó más que claro que se siente satisfecho y feliz con el cambio que ha dado su vida, así como con su nueva realidad como empleado del municipio.

Me va bien, gracias a Dios. Me pude quitar y ya no uso nada. Aquí trabajo limpiando y ayudando en cualquier cosa que me necesiten. Siempre los ayudo. Cualquier cosa que me manden a hacer, siempre los estoy ayudando. Y me siento bien. Ya no uso nada, no estoy por ahí pidiendo. Siempre estoy aquí, trabajando en cualquier cosa que me necesiten”, afirmó sonriendo.

“Y me van a subir las horas (de trabajo)”, agregó, ampliando su sonrisa, e insistiendo en que el programa de Génesis “funciona”.

“No me importaba nada”

Lynnette Santos Cotto vivía ahogada en el alcohol, sin importar las consecuencias.

“Yo era una persona que era alcohólica, que toqué fondo en el alcohol. Lo último que me tocó beber fue el alcohol del hospital”, afirmó. “Si tú me llegas a ver cómo yo estaba, ni me reconoces, porque yo pesaba 96 libras, y me pasaba ahí (bebiendo)”.

Describió que pasó “por muchas” situaciones, y de igual forma “mi familia estaba sufriendo mucho”.

Lynnette Santos Cotto
Lynnette Santos Cotto (alexis.cedeno)

“Tengo mis tres hijas bellas, preciosas, profesionales, que estoy muy orgullosa de ellas, porque, para la vida que yo les di, porque era muy fuerte, yo tenía demasiado de pegá al alcoholismo, malcriada, no me importaba nada, ni mi familia, ni mis nietos ni nada. Solamente levantarme a las 4:00 de la mañana e irme para la ‘liquor’, todo el tiempo”, relató.

“Y le doy gracias a Dios que mis hijas sobrevivieron a esto que yo les di. Porque esto, para ellas… mis hijas, mis hijas fueran unas locas. Para la vida que yo les di a mis hijas, no fueran ni profesionales. Pero ellas no. Son profesionales, que estoy orgullosa de ellas”.

Sostuvo que, a pesar de esfuerzos y oraciones, “cada día era peor, era más, más para atrás. Pero mis hijas seguían, ‘mami, vamos para el hospital’, y que si esto que si lo otro”.

Pero resultaba en vano, pues “me ingresaban en el hospital, siete días, y volvía de nuevo”.

Hasta que un día “Diosito me tocó. Yo seguía aclamando a Él, y me hizo el milagro”.

Ese día, “me fui para la ‘liquor’ de nuevo, cinco pesitos cogía todas las mañanas, cinco dólares, eran tres para la canequita y dos la cerveza. Me iba con los amigos míos del chupe, y me sentaba allí a hacer nada. Pero ese día, no. La bebida no me bajaba de la garganta hacia abajo. Me fui para casa de mis hijas. Cuando llegué a casa de mis hijas, eso fue como una cosa que me dio en la mente. Me vino ese número. Llamé al (Hospital) Panamericano”.

Acudió al hospital y “cogí mi rehabilitación”, y “gracias al Señor, seguí con la siquiatra, esto y lo otro, y llegué al programa (Génesis)”.

“Empecé echando para alante, con el apoyo de todo el mundo porque aquí esto es una familia. Me seguí integrando, al trabajo, a ellos. Todo el mundo ahí, ahí, ‘vamos pa’lante, tú puedes, tú puedes’. Tenía las cuatro horas (de trabajo), y seguí echando pa’lante. Mi familia, mis hijas (me decían): ‘mamá, ¿estás bien? Estamos orgullosas de ti’… Seguían llegando bendiciones. Hasta que un día me dijeron, ‘¿tú puedes trabajar por la tarde?’. Y yo le dije, sí. Pues vamos, vamos pa las siete horas y media”, añadió.

Lynnette no titubea en asegurar que Génesis es un camino adecuado para dejar atrás adicciones y salir adelante, pero recalca en que las personas deben procurar la ayuda.

“El programa ayuda. Lo que pasa es que tienes que tener mucha perseverancia. Dicen que la mente es poderosa, y tú tienes que estar bien claro. Y la ayuda la hay, pero tienes que buscarla, porque si no la buscas, jamás la vas a encontrar. Y yo, que fui alcohólica, y todavía lo soy, porque eso es una enfermedad, no toques el alcohol. Porque con una gota de alcohol que tú cojas, vas para al hoyo”, indicó.

“Pero yo, gracias a Dios, ya llevo tres años y medio, voy para los cuatro, y ni una gota de alcohol. Para mí eso no existe. Y aquí todo el mundo me quiere y me adora, siempre ando con una sonrisa de acá a acá. Por más que esté bien mal, pero pa’lante”, añadió.

Lynnette sumará en enero próximo dos años trabajando con el municipio de Cidra, agradecida y satisfecha por lo que ha conseguido.

“Mira la mujer que soy ahora, con la ayuda de Dios, la ayuda de toda esta gente que nos rodea y del programa. Y me siento muy feliz y muy orgullosa de mí misma con el cambio que he dado”, afirmó.