La asistencia que prestó a cientos de estudiantes en Río Piedras durante momentos convulsos que se vivían en la Universidad de Puerto Rico hace 12 años llevó a Belkis Moya a conocer que muchos de esas y esos jóvenes padecían de grandes carencias mientras intentaban llevar a término sus carreras.

Y de esa necesidad, que incluía asuntos tan elementales como contar con una comida al día, surgió el Mesón de Amor, cuya misión de ayudar a los universitarios más necesitados no solo continúa hoy día con esa asistencia alimentaria, sino que se ha extendido a cubrir otras necesidades, como la carencia de hospedajes.

“Durante la huelga del 2010, estábamos en la (calle) Mariana Bracetti. Yo era la pastora allí, una iglesia bien pequeñita, la Iglesia de Dios Pentecostal en ese momento, y recuerdo que los muchachos, Giovanni Roberto (uno de los líderes de la huelga estudiantil), no tenían donde celebrar los plenos. A dónde quiera que iban pues no, acuérdense que si los pelús, revoltosos, ponen bombas, y todo eso, y nadie le quiso abrir las puertas. Y en ese entonces tenía más de 10 estudiantes universitarios que asistían a nuestra iglesia, y preguntaron si podía prestar el sitio”, recordó Moya sobre los eventos que la llevaron a fundar la organización sin fines de lucro.

Belkis Moya fue quien originó el proyecto Mesón de Amor.
Belkis Moya fue quien originó el proyecto Mesón de Amor. (teresa.canino@gfrmedia.com)

Narró que la pequeña iglesia, en la que cabían de ordinario 80 personas, se convirtió en centro para los plenos con sobre 400 estudiantes. Cuando corrió la noticia, el presidente de la institución llamó para reclamar por aquellos plenos, y le dije, “¿pues sabes qué? Aquí tengo un montón de nenes tuyos, hijos de ustedes. Y están aquí reunidos, y aquí nunca han planificado ni que van a poner bombas ni nada de eso. Y yo me siento responsable. Aquí vienen, ni palabras soeces decían”.

“Ese fue el primer contacto con los estudiantes universitarios. Y comenzamos a ver no solamente sus vivencias, sino también sus carencias”, afirmó.

Recordó que poco después, mientras participaban de labores de ayuda humanitaria para Haití, cuya capital y zonas cercanas habían sido devastadas por el terremoto de enero de 2010, alguien sugirió crear un mesón para los deambulantes, y cuestionó por qué no hacían mejor uno para los estudiantes universitarios, toda vez que ya otras iglesias y organizaciones se estaban ocupando de ofrecer desayunos, almuerzos y otras asistencias para las personas sin hogar.

“Ahí surge nuestro primer Mesón de Amor, en la calle Mariana Bracetti, en una iglesia bien pequeñita”, afirmó.

Sin embargo, a diario pasaba frente a un edificio abandonado y clausurado, en la avenida Dr. José N. Gándara, “y siempre que pasábamos por ahí yo decía, ‘Señor, tú me vas a dar este lugar, para atender a los estudiantes’”.

Se dieron a la tarea de buscar a los dueños del edificio, hasta que los consiguieron, e intentaron comprarlo. Pero la cifra que pedían por la venta era muy alta, y terminaron negociando un alquiler por 10 años, con una renta que podían pagar, que luego pudieron extender.

“Obviamente, esto no tenía ventanas, nada. Y todo lo que ves aquí, ha sido producto... a veces dicen que los pastores se roban el dinero y se roban los diezmos. Y yo tengo que darle gracias al Señor porque nuestra iglesia ha sido una iglesia pequeña, somos una institución sin fines de lucro pero con base de fe, y puedo decir con toda certeza y eso me llena de alegría, que los diezmos y las ofrendas, en cada ventana que ves aquí, en cada puerta, en cada contribución para las compras, para los alimentos de los estudiantes, yo puedo decir que hemos utilizado los diezmos y las ofrendas para bendecir a los estudiantes universitarios”, afirmó Moya.

Tras un arduo trabajo de remodelación, la planta baja del edificio se convirtió en la sede de Mesón de Amor, con su cocina y un un amplio salón comedor en el que, antes de la pandemia, servían una cena diaria para más de 125 estudiantes, de lunes a jueves, “sin ningún ingreso, ninguna ayuda gubernamental”, y ahora en tiempos de pandemia entregan sobre 300 compras semanales, mientras esperan para poder reabrir el comedor en agosto próximo y volver a ofrecer las cenas diarias.

“Tenemos una gente hermosa, que han creído en este proyecto y hemos dado fe que este proyecto, con poquito y con buena voluntad, se puede echar hacia adelante”, afirmó Moya, añadiendo su agradecimiento “a todos esos mentores que tenemos, esa gente hermosa que nos patrocina”.

Con el pasar del tiempo, sin embargo, las carencias de los estudiantes han aumentado, y el Mesón de Amor aspira a poder cubrir la mayor parte de las mismas, si bien están conscientes de es algo que tendrá un costo significativo.

La organización ya tiene identificados edificios y estructuras en la perisferia para ampliar sus servicios.
La organización ya tiene identificados edificios y estructuras en la perisferia para ampliar sus servicios. (teresa.canino@gfrmedia.com)

“Durante el 2010, notamos la carencia de alimentos para los estudiantes. Ellos tenían que escoger, o pagaban hospedaje, o comían. Y ese es el testimonio de cientos de estudiantes, ‘esta es la única comida que nosotros comemos en el día’”, comentó.

También tenían un colmadito, al que los estudiantes acudían para llevarse artículos de higiene, tales como papel de inodoro, cepillos de dientes o jabón.

“Esas eran las carencias en el 2010, obviamente porque había residencia de la Universidad de Puerto Rico. Pero todos sabemos que cerraron Torre Norte, cerraron la residencia, así que ahora no solamente es alimento, ahora también necesitan vivienda”, sostuvo Moya.

La joven Laurian Rosa Rosa, manejadora de casos en Mesón de Amor, explicó que “con el cierre de Torne Norte y el ResiCampus ha habido muchos estudiantes desplazados. A esto se le suma el aumento de las rentas de apartamentos en el área. Y ahora mismo la necesidad es latente, es algo que tenemos que atender, porque los estudiantes se han tenido que dar de baja o están viviendo en la calle, o quedándose con un amigo. Es una situación bien triste”.

Agregó que, al recibir a los estudiantes todos los miércoles para entregarles la compra, “partimos de la premisa de que la necesidad de alimentos puede esconder otras necesidades, entre ellas de vivienda o de ayuda sicológica, por ejemplo”. Comentó que “es un reto conseguir que los estudiantes puedan abrirse a uno, porque hay un estigma de lo que es ser una persona sin hogar, y muchas veces no se conciben a ellos mismo como una persona que no tiene techo”. Pero una vez lo consiguen, intentan resolver o buscan ayuda con otras organizaciones sin fines de lucro, “pero la realidad es que no damos abasto ahora mismo”.

Sostuvo que “entre los perfiles más comunes”, hay “estudiantes pernoctando con sus parejas en relaciones abusivas, hay algunos en situaciones de maltrato con sus padres, tenemos estudiantes viajando desde pueblos lejos que es hora y media de camino todos los días”. También saben que hay algunos que duermen en carros, aunque se les hace difícil admitirlo.

Rebatió el mito de que con las becas se puede pagar por todo lo que necesita el estudiante, pues la realidad que ven es que a muchos ese dinero no les alcanza. De hecho, agregó, hay estudiantes que ni reciben la beca, “y eso no significa que tengan el apoyo económico para poder costear un estudio a $800, que es como están los precios ahora mismo en Río Piedras”.

Entretanto, los hospedajes en esa zona de Río Piedras han continuado subiendo, y paralelamente han aumentado también los costos de matrícula y créditos, y muchos estudiantes se ven forzados a incurrir en onerosos préstamos y acumular deudas que llegan a superar los $100,000 para poder completar una carrera.

Al momento, Mesón de Amor ofrece hospedaje a 16 estudiantes a través de su proyecto Duerme Tranquilo, en un espacio del Seminario Evangélico de Puerto Rico. La lista de espera, sin embargo, “sobrepasa los 150 estudiantes, que solicitan”.

“Pero aspiramos a más”, asegura Moya. “Allí mismo (en el Seminario) tienen un edificio en la parte de atrás, que salen como 40 habitaciones, pues ese lo queremos. Espacios que la Universidad de Puerto Rico tenga que están abandonados, nosotros lo queremos. Porque a nosotros Dios nos ha permitido tener la capacidad, sin ayuda gubernamental, de poder rescatar esos espacios”.

Por lo pronto, tienen la mira en remodelar la segunda planta del edificio sede, que sumaría unos 40 espacios de hospedaje, y otras dos estructuras en el área, que podrían sumar unas 50 camas más. Pero son espacios que necesitan “una cantidad de dinero sustancial para poder rehabilitarlos y llevarlo al cumplimiento de códigos”.

Mari Fuentes, directora del área de alimentos.
Mari Fuentes, directora del área de alimentos. (teresa.canino@gfrmedia.com)

“¿Qué necesitamos? Necesitamos habilitar la segunda planta. Necesitamos habilitar espacios que usted vea por ahí, casas que nosotros podamos rescatar”, insistió Moya. “Usted dígame dónde hay un espacio, que allá nosotros vamos. Y le aseguro a usted que, en el nombre del Señor Todopoderoso, nosotros vamos a meter allí estudiantes”.

Sin embargo, los costos son cuantiosos, y por tanto necesitan de cualquier ayuda que puedan recibir, sea dinero, materiales, asistencia de expertos, o hasta confección de planos, como han recibido ya de la estudiantes y profesores de la Escuela de Arquitectura de la UPR.

“Hace falta muchas cosas, ventanas de seguridad, puertas, tuberías de electricidad, pintura, cualquier asistencia, bienvenida sea. Aquí en la segunda planta conseguimos $200,000 para la impermeabilización del techo y la pintura del proyecto. Si alguien aparece con las ventanas, pues ya son $100,000 menos, si viene una compañía eléctrica y nos quiere tirar el alumbrado de arriba, pues tenemos ahí cuántos, como $200,000 menos”, comentó Rosa, insistiendo en que “ninguna aportación es muy pequeña” y todas son bienvenidas.

Si usted quiere ayudar a Mesón de Amor en su labor de ofrecer alimentos, asistencia y hospedaje a estudiantes universitarios puede contactar a los teléfonos 787-376-9704 o 787-306-2468. También puede donar directamente en ATH Móvil, bajo la opción Donate, a CasaAmorFeyEsperanza.