La teoría de que una mucama que laboraba en un hotel de Río Grande asesinó a golpes a una compañera de trabajo como secuela de un alegado patrón de humillaciones y abusos psicológicos perpetrados por la víctima ha provocado la atención de expertos en conducta humana, quienes advierten que este tipo de acoso laboral –conocido como mobbing– es más común de lo que muchos piensan. ¿Lo peor? Que no hay leyes para ir contra los que asumen este terrorífico comportamiento.

Así lo dejó establecido a Primera Hora la psicóloga clínica y especialista en mobbing, Jackeline Rosado, quien ha estudiado el fenómeno durante los últimos 20 años.

“Esto es más frecuente de lo que cualquiera pudiera pensar y en Puerto Rico la situación es alarmante... y lo vemos en resultados como el de una posible víctima de mobbing que pasó por un patrón de acoso brutal y sistemático en el que, tras un largo tiempo de callar y soportar, tuvo una reacción que llegó hasta la muerte”, explicó en referencia al caso de Lissette Cotto Casanova, la empleada de housekeeping que, enfurecida tras una maraña de chismes, asesinó en medio de una golpiza a su compañera de labores en el Wyndham Rio Mar Beach Resort, Elia Arizmendi Cantero.

El pasado miércoles, un grupo de empleados domésticos manifestaron a este diario que la presunta homicida –quien enfrenta cargos de asesinato en segundo grado– era “inocente”, pues su comportamiento fue una reacción ante el ciclo de humillaciones y agresiones psicológicas a los que la víctima la sometía diariamente. Señalaron, además, que ellos también eran agredidos moralmente por Arizmendi y que los supervisores y directores de recursos humanos de la hospedería tenían constancia de los hechos y no intervinieron en la situación.

De hecho, trascendió que, supuestamente, la imputada había hecho decenas de reportes denunciando la situación ante sus jefes pero, en ocasiones, algunos de éstos se burlaban pasando a ser parte también del acoso.

“Precisamente, un dato interesante de los estudios que hemos hecho en Puerto Rico es que el mobbing más utilizado en la Isla es el que se da de jefes que, en colaboración con otros empleados, atacan a subordinados”, expresó la experta, quien indicó que los hallazgos de un estudio que realizó determinaron que el 53% del acoso psicológico se manifiesta en empleados públicos.

“La mayoría de los casos que estoy viendo ahora mismo, en cuanto a empleados públicos, son de empleados del Departamento de la Familia, de la Policía de Puerto Rico y del Departamento de Educación..., pero hay muchos también de empresas privadas”, destacó Rosado.

“Se ve todo tipo de casos, y casi todos comienzan con actos bobos, como criticar al otro (por) su vestimenta. Es que lo que reina en casi todos estos casos es la envidia hacia alguien, y puede comenzar simplemente porque al acosador le cae mal el otro por su ideología política, su religión o hasta preparación académica”, dijo la experta al explicar que una vez el patrón se agudiza, comienzan los síntomas de depresión en las víctimas.

“El 93% de las personas acosadas sufren niveles de depresión que van desde leves a severos e, incluso, podrían llegar al suicidio. Por eso urge que las empresas intervengan de forma correcta en este tipo de situaciones. Pero, lamentablemente, aquí en la Isla se ha demostrado que las empresas eligen las soluciones negativas donde el patrono dice: ‘Esto es un problema personal entre ustedes dos, resuélvanlo como puedan, pero no aquí en el trabajo’. Se lavan las manos como Poncio Pilato y ahí es que vienen situaciones lamentables, depresiones en empleados e incidentes violentos”, expresó al recordar dos casos que estudiaba y culminaron de forma fatal.

“Eran víctimas de mobbing y uno se suicidó, y al otro le dio un ataque cardíaco en su escritorio... fue bien triste”, dijo.

La mejor manera para describir el perfil del acosador, según Rosado, es la definición que utiliza la psiquiatra forense Marie-France Hirigoyen, quien bautizó a los mobbers como los “psicoterroristas laborales”

“Marie- France, quien trabajó casos de asesinos en serie, decía que la manipulación mental que utilizan para destruir a su adversario laboral es exactamente el mismo proceso psicológico que utiliza el asesino en serie, pero con la diferencia de que en los casos del asesino se encuentran esqueletos y, en el acoso laboral, los esqueletos están en el clóset, en silencio, tú no los ves porque se manifiesta cuando el acosador logra que su víctima renuncie al empleo, se enferme, etc.”, dijo.

Tomando en consideración la seriedad del problema y las manifestaciones fatales que pudiera tener, es que Rosado está convencida de que urge que en Puerto Rico haya una política pública y leyes que vayan en contra de este tipo de comportamiento.

“Aquí no hay una ley que tipifique como discrimen laboral el acoso moral como causa de acción independiente, aun cuando hay un proyecto de la senadora Lucy Arce que se presentó en la Legislatura para estos fines”, dijo Rosado en referencia a la medida 1008 que se presentó en 2005 y quedó engavetada.

El licenciado Carlos Mondriguez, quien ayudó a elaborar el proyecto, también se ha manifestado sobre el asunto al decir que “la idea de que un patrono, por sí o por conducto de un supervisor, pueda humillar, maltratar, intimidar, victimizar, hostigar, difamar, aislar, insultar, degradar o burlarse de un trabajador sin que éste tenga un remedio legal contra éstos resulta una aberración (...) dentro de nuestro ordenamiento jurídico”.

Por su parte, el secretario del Departamento del Trabajo, Miguel Romero, dijo que no hay estadísticas sobre este tipo de conducta precisamente porque no hay una ley que rija el acoso moral o mobbing.

“Pero aun así, la Constitución establece que la dignidad del ser humano es inviolable y, en ese sentido, los patronos tienen que proveer un lugar de trabajo libre de riesgo y accidentes. Lo lógico, aunque no hay una ley que defina el acoso moral, es que los patrones tomen cartas en esos asuntos y que los investiguen. Eso es labor management”, expresó Romero, quien orientó que en casos de discrimen pueden acudir a la Unidad Antidiscrimen del Departamento del Trabajo.