Ayer, como todos los domingos, en la calle Diez de Andino de la comunidad El Chícharo, en Santurce, se escuchaba la animada música de una iglesia ubicada en una residencia. Un hombre arreglaba los hierros de una reja, una familia salía hacia un pasadía. Todo parecía normal, aunque las últimas dos semanas que han transcurrido, la comunidad capitalina ha recibido unos visitantes algo inusuales.

Estos han caminado tranquilamente por las calles, se han trepado en árboles frutales y no frutales, en aleros, en cables, y hasta se han adueñado de estructuras abandonadas. Hace dos semanas, Teresa Romero, de 69 años, estaba en su casa con su esposo cuando se asomó y se quedó estupefacta al ver quién paseaba por la calle.

“Venía caminando tranquilito por la calle. Era un mono pequeño, flaco y peludo, marrón. Después se adentró en el solar que está aquí al lado y se trepó en el palo, donde comenzó a moverse de rama en rama. Aquí estábamos acostumbrados a las iguanas, pero no a los monos”, dijo con una sonrisa Teresa.

En 30 años no había visto un primate andando por su vecindario.

“Cuando lo veo, yo me escondo, no es que me da miedo, pero no sé cómo va a ser su reacción”, agregó.


En la casa de al frente de donde vive Teresa se encontraba Rosángel Moya, una joven de 19 años, quien mostró fotos del pequeño mono en su celular.

“Al principio, el mono estaba tranquilo, pero se le ha visto algo alterado desde que se ha percatado que los vecinos lo estamos mirando y retratando. Hace dos días se puso aquí encima de mi casa y se fue. Mi hermano le colocó una manzana en el techo y sabemos que fue él el que se la comió porque las iguanas dejan cantitos, pero el mono no”, precisó Rosángel, quien dijo sentirse temerosa de que el mono transmita enfermedades. En la tarde de ayer vigilantes de Recursos Naturales fueron a la zona de Punta Las Marías, donde se reportó un avistamiento de los monos.