Los moteles en Puerto Rico, esos edificios funcionales, marginales, de carretera, son una opción para cerrar el año íntimamente o, en algunos casos, con toda la familia, considerando las diferentes ofertas que se pueden encontrar y que se acomodan al bolsillo del puertorriqueño. 

Hay algo atractivo en los moteles, por más que la clientela sea efímera y anónima. Y si se pueden encontrar en todo el mundo, para todo el mundo puede ser interesante entrar a estos lugares, aunque en ocasiones sean sitios sin alma, sin pasado y despojados de toda nostalgia. 

Quizás ahí estribe su encanto. En esa condición marginal, fugaz y clandestina que atrae a aquellos que buscan transgredir, romper con la rutina que los envuelve y llegar a estos espacios donde nadie conoce a nadie porque no hay recepción, no hay rostros, no hay contacto.  

Para Rubén Santos, asistente administrativo del motel Villa Arcoiris (www.villaarcoirismotel.com), "el 95 por ciento de los clientes son parejas que demandan nuestros servicios por unas horas".  

Son horas para vivir lo clandestino, el cambio, las casualidades. Es, a fin de cuentas, un lugar que a todas luces representa la esencia de nuestra sociedad: ese cuarto de espejos, de luces, donde nos desnudamos y nos desnudan, cobija la precariedad de las relaciones, el no-compromiso. 

Hoy el motel continúa testimoniando que nada ha cambiado y que todo Puerto Rico cabe en esas habitaciones.  

Una pareja que celebra 50 años de casada en la "Love machine", una abuela que espera ver por la mañana a su nieta internada en un hospital cercano, un drogadicto que busca la soledad para inyectarse, una mujer que huye de su esposo y ahora se siente segura, una familia que, con hijos incluidos, disfruta de una noche vacacional. 

Es la vida del boricua en ocho horas, un período suficiente para cerrar el año con la pareja o con toda la familia.. 

La vida, por ejemplo, de esa familia que busca un lugar económico donde dormir y que lo encuentra en este sitio, en un motel transformado en hogar. Ya hay varios que tienen ofertas familiares (vea en www.moteldepuertorico.com). 

Para eso, y mucho más, los moteles de Puerto Rico están preparados. Al menos los moteles miembros de la Asociación de Moteles de Puerto Rico (AMOPRICO), que suman 39 de los 69 existentes en la isla. Y ojo, solo los encontrará en 29 de los 78 municipios, de los cuales los más "moteleros" son Trujillo Alto y Caguas.  

Cerca de 1,500 habitaciones están disponibles a nivel nacional para albergar a los visitantes, locales y extranjeros que buscarán en estos días una opción diferente, pero atractiva. La cantidad de cuartos es considerable, lo mismo que la cifra de personas a las que este negocio da empleo: aproximadamente 500. 

"Cupidos", "Géminis", "La Roca", "Monte idilio", "The rose", "Venus", "El edén"… Variedad de nombres para una diversidad de moteles de la AMOPRICO, la entidad encargada de autoregular a los propietarios. 

El presidente, Wilmer Tacoronte, creció viendo moteles. Su padre, del mismo nombre, fue uno de los primeros en instalar un motel en Puerto Rico en 1968. "Instaló el motel Cupido, en Aguadilla, y el Destiny Motel, en Arecibo. Los dos aún están en funcionamiento. Yo siempre lo ayudé, desde pequeño, en hacer las compras de bebida, ropa de cama, materiales de limpieza… pero hasta que cumplí 18 años no estaba de tarde. Él sí se amanecía". 

En los años ochenta, recuerda Tacoronte, "había una comunidad se surfers que siempre iban al motel de Aguadilla. Iban todos los fines de semana y la playa la tenían al lado. También llegaban chicas solas", rememora el motelero. 

De ahí que la fórmula para este fin de año en los moteles sean las habitaciones familiares. "Las hay desde hace tiempo, con un par de camas en un mismo cuarto, literas, con televisor y baño.  Todo esto porque hay personas que no tienen para pagar un hotel con cuartos familiares y llegan hasta nosotros y tienen donde acostar al nene por un precio más económico y en un lugar seguro. Incluso el carro lo dejan junto al cuarto", señala Tacoronte. 

"La idea es que estamos diversificando el negocio. En verano, en áreas de playa, llegan muchos turistas a solicitar habitaciones en moteles que tienen, además, servicios las 24 horas, planta eléctrica, reservas de agua, porque incluso para épocas de huracanes tenemos mucha gente que se va a proteger y a pasar esos días con nosotros", añade. 

También los moteles trabajan con fechas importantes, como el Día de los enamorados y la noche de Año Nuevo. "Se regalan velitas, chocolates, tenemos muchos detalles para las parejas que llegan". 

"Queremos que la gente que nos visite pueda compartir su intimidad en un lugar tranquilo y que es necesario para disfrutar 'ese' momento a plenitud y que no pase que el papá llega, el vecino que aparece a buscar esto y lo otro, que la tía llama…", explica el presidente de la AMOPRICO. 

Los clientes, como se ve, son variados. Incluso hay quienes duermen todos los días en el motel o todos los fines de semana. Viven en el motel. Otros, prefieren la seguridad de los moteles porque pueden tener su carro cerca y proteger equipos de distinta índole. 

Hasta el motel llega el anónimo, "por eso nosotros, como base esencial de este negocio, debemos mantener una confidencialidad máxima, aunque siempre hemos tenido una buena relación con la policía y las autoridades". 

Y esto no es menor, ya que los moteles deben cumplir con determinados requisitos: "Son regulados por el Departamento de Salud, el Cuerpo de Bomberos, la Junta de Calidad Ambiental, los municipios, la Compañía de Turismo, la Policía", informa el director ejecutivo de la AMOPRICO, Gilberto Moreno. 

Pese a todo, los moteles siguen ahí. "Se pueden encontrar moteles con precios que van desde los 20 dólares hasta los 75 dólares en habitaciones regulares o costos superiores a los 100 dólares cuando se trata de extras, como jacuzzi, barbacoas, cuartos independientes o cabañas y habitaciones con motivos especiales", agrega Moreno. 

"Hay también habitaciones con motivos. Está la egipcia, tropical, de espejos o de otros tipos diferentes a los normales", indica. 

Uno de los moteles más atractivos de la Isla es el Villa Arcoiris. "Se instaló en el año 65. Era un lugar lleno de vegetación y lo sigue siendo. La gente que nos visita cree que está en un parador", afirma Rubén Santos, asistente de la administradora, Yvonne Rodríguez, hija de Gilberto Rodríguez, quien instaló el motel en el lugar. 

El motel posee 47 habitaciones. "Albergamos familias con niños, profesionales que necesitan un lugar donde dormir por razones de trabajo, pero nuestros principales clientes son las parejas que buscan intimidad y seguridad, al margen de calidad, que también se la damos". 

De las habitaciones, están disponibles la "Love machine", finamente decorada y con un cuarto contiguo donde está instalada la máquina del amor; "Del monte", que destaca por su cama acolchonada; "Disco", que tiene instalado un tubo y luces de discoteca para disfrutar de un show privado; y la "Balcón", que posee un balcón que da a la exuberante vegetación del lugar. 

También está la "Jacuzzi", que ofrece este servicio; y "Reales", el cuarto clásico, pero exquisitamente adornado. Hay para elegir. Moteles hay muchos. Precios también. La opción íntima para cerrar el año está ahí, a la vuelta de la esquina.