Muere, don Chu, boricua que vio nacer a su quinta generación -VÍDEO
Desde hoy, el cuerpo de don Chu es expuesto en su residencia en el sector Juan Vega.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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Añasco. “María me viene a buscar y yo me voy con ella”. Con esas palabras, se despidió don Manuel de Jesús Ruiz Cordero a los 98 años de edad desde su cálida cama, donde durante unas semanas resumió memorias de 16 hijos, 51 nietos, 84 bisnietos, 14 tataranietos y un chozno.
“Don Chu”, como le conocían en el barrio Piñales, en Añasco, murió ayer en la mañana, no de viejo, sino de un cáncer que le consumió la vida. Este pintoresco personaje añasqueño se ganó el cariño de muchos que lo vieron levantar a su familia trabajando los caminos a pico y pala por 58 años desde la época de Luis Muñoz Marín.
“Fue de los pocos fundadores del PPD que quedaban vivos en Añasco”, detalló el alcalde Jorge Estévez, quien declaró tres días de duelo en su municipio en memoria del caminero de profesión y fundador del Partido Popular en Añasco. Además de eso, era el único hombre en Puerto Rico con la dicha de ver en vida al hijo de una tataranieta.
Desde hoy, el cuerpo de don Chu es expuesto en su residencia en el sector Juan Vega, del barrio Piñales, donde vecinos y allegados se unen a la pena que embarga a la extensa familia de cinco generaciones. Será sepultado mañana a las 2:00 de la tarde en el cementerio municipal.
“Siendo caminero, a sus 16 hijos nunca nos faltó el pan nuestro de cada día. Me siento orgullosa de mi padre porque aunque nos daba nuestros regaños, eso me enseñó a valorar lo que tengo”, agregó Gloria, la séptima hija que tuvo el nonagenario.
“A mi papá tú no le podías decir que estaba ‘como coco’, se enfogonaba. Tenías que decirle que estaba como uva, pues era fiel a su partido (PPD). Pidió que lo enterraran con las dos banderas, la americana y la puertorriqueña, como el ELA, y yo se las tengo también”, agregó.
Pedro, uno de los hijos más pequeños y con quien estuvo don Chu hasta sus últimos días, recordó que su padre “estaba bastante fuerte. Él lo que hizo fue dos semanas de cama. En los primeros días de hospitalizado estaba bien, pero llegó el tiempo que empezó a hincharse. Después quería que lo trajeran a casa. Quería morir en la casa”, narró. Este hijo le dio la dicha de contar con cinco nietos que procreó con su esposa, Zulma Garcés, y de quienes vinieron otros siete bisnietos.
Por su parte, Gloria, con quien estuvo toda la vida porque es quien vive al frente de su residencia, narró que fue en agosto de 2012 cuando su padre recibió la noticia de que tenía cáncer en el pulmón, pero entonces se operó y fue dado de alta. Sin embargo, el pasado mes notó que su padre no quería abrir los ojos y lo encontró desmejorado de salud. Lo llevaron al hospital por referido de su médico de cabecera, pero a los pocos días tuvo que ser hospitalizado nuevamente.
El cáncer consumió también la vida de su segunda esposa, María Méndez Carrero, con quien procreó 12 hijos. Ella falleció a la edad de 79 años hace cinco años, dijo Gloria, recordando a su mamá. “Cuando él supo que se estaba yendo (muriendo), me dijo: ‘Ya me puedo ir porque María me viene a buscar’”, recordó.
Gloria sostuvo que en el tiempo que su mamá lleva de muerta, nunca había soñado con ella, pero hacía unas semanas que estaba soñando con ella. “Mami estaba limpiando la casa. Todos los días me llamaba. Se veía bien feliz limpiando la casa”, relató.
Recordó cómo recientemente don Chu la llamó y le dijo: “Ay, mija, que me estoy muriendo”. Yo le dije: “¡Ah! Eso no es nada, porque mami me está preparando a mí para llevárselo a usted” y ahí me dijo: “Hija, no me deje morir solo. Y me abrazó bien duro”, dijo Gloria con un nudo en la garganta.
Destruida, le pidió a Dios que por lo menos le dejara ver a Francisco “Junior” Ruiz, el quinto de sus hermanos, quien llegó a Puerto Rico para verlo ayer en la madrugada, pues vive fuera del país. A este lo llamaba en ocasiones como si quisiera verlo por última vez. “Cuando mi hermano llegó al cuarto, papi botó dos lágrimas y empezó la fatiga… y se murió”.
Era devoto de cuanto santo había. “Todos los días, a las 6:00 de la tarde, mi papá dejaba lo que estaba haciendo porque tenía que hacerle la devoción a sus santos. Él era devoto del Sagrado Corazón de Jesús, del Sagrado Corazón de María, el Divino Niño, la Virgen de la Candelaria, la Monserrate, la del Pozo, San Judas y un montón más”, sostuvo Gloria.
Javier Martínez Guzmán es el nombre de su choznito, quien tiene tres años y era la luz de su vida. Según cuentan, don Chu pidió que pusieran frente a su cama una foto del bebo, que vive con sus padres en Bayamón, para siempre tenerlo presente.
“La familia del chozno viene de mi hermana mayor, Lalin. Después viene Ivonne y después, la nieta, que tuvo una bisnieta. De toda esa quinta generación, papi tuvo su chozno muy feliz, porque quería estar siempre con la foto del chozno en la cama mirándolo”, recordó Gloria.
Por su parte, Manuel Ruiz, el hijo menor del primer matrimonio de don Chu con Francisca Vega Rodríguez –conocida como “doña Panchita”– y con quien procreó cuatro hijos, recordó que cuando se murió su madre a la edad de 36 años, se fue a vivir con la hermana de su mamá. Aun así nunca perdió contacto con don Chu.
“Él dondequiera que se paraba decía que era un muñocista de los grandes, de los que fundaron al PPD”, dijo entre lágrimas, traicionado por el recuerdo. Manuel le dio a don Chu siete nietos.