Vivió la dolorosa experiencia del huracán San Ciprián cuando era una niña de ocho años y a sus 93 años le tocó María. 

Ambos huracanes, de categoría 3 y 5 respectivamente, vuelven a dejar sin casa a Francisca Carrión.  

Y aunque es muy poco lo que recuerda de aquel momento en 1932, quizás porque tenía solo 8 años o porque a su edad “ya su memoria no es buena”, Carrión pudo relatar que el viento soplaba fuerte y la lluvia era intensa. 

“Destruyó muchas casas. Tuvimos que salir de la casa porque la destruyó. Estaban mis padres y mis hermanos. Éramos seis mujeres y un varón”, reiteró Carrión.  

“Yo vivía en Fajardo. La casa era de madera y zinc, por eso fue que se la llevó”, sostuvo.

En 1928, San Felipe pasó por Puerto Rico pero de ese huracán categoría 5 no comentó. Carrión tendría unos cuatro años.

La casa que perdió con el huracán María también era de madera, pero Carrión insiste en que solo fue el techo de cuatro aguas.

De acuerdo a su amiga que la cuida, Argentina Díaz Dionisio, el huracán reventó las ventanas de la residencia, el techo voló y sobre la casa cayó una palma de coco.

La nonagenaria no puede comparar entre los rugidos de los huracanes porque según dijo, “no he tenido que salir”. Ella es una de las personas que se refugió en el coliseo Roberto Clemente junto con su hermana Mariné Carrión, de 88 años de edad.

Esta vez, el único susto que pasó fue cuando el viento abrió la puerta del coliseo y los plafones comenzaron a moverse y se desprendieron.

“Nosotras pasamos la noche durmiendo hasta que tuvimos el susto. No nos podemos quejar, estamos bien”, puntualizó.