En ese rol de empoderarse a favor de un bien común, Nancy Morales Román y Catherine Valdez Núñez han sido unas titanas.

Una dio su vida en el magisterio ayudando a estudiantes discapacitados y la otra rompió esquemas en la milicia. Hoy en día, ya disfrutando de sus respectivas jubilaciones, la vida se ha encargado de unirlas gracias a la labor voluntaria que han emprendido a través de la Cruz Roja Americana, capítulo de Puerto Rico.

Fue el impacto que tuvo el huracán María sobre Puerto Rico en septiembre de 2017 que llevó a Morales Román a convertirse en respondedora de desastres y líder regional de integración a la diversidad.

“Vi que podía aportar un poquito y ayudar en todo Puerto Rico, porque el desastre fue mayor. No me quise quedar en mi casa esperando que llegara la luz, sino que pensé que podía ser de motivación y trabajar con otras personas”, explicó sobre su motivación.

Nancy Morales Román, al centro, trabajó  como maestra de educación física adaptada y, al retirarse, decidió no quedarse sin aportar a la sociedad.
Nancy Morales Román, al centro, trabajó como maestra de educación física adaptada y, al retirarse, decidió no quedarse sin aportar a la sociedad. (Suministrada)

Valdez Núñez, por su parte, tenía en su mira el devolver todas las “bendiciones” que recibió en la Isla como hija de inmigrantes dominicanos y que la llevaron a alcanzar el rango de teniente coronel en la Guardia Nacional Aérea. Por ello, tras su retiro de la milicia a finales de 2021, fijó su interés en “dar a la comunidad” todo el bien que recibió. Ahora lo hace como voluntaria en el servicio a las Fuerzas Armadas y como enlace de los voluntarios de la organización.

Así fue como ambas mujeres emprendieron una segunda ocupación, en la que ponen de manifiesto el importante rol de luchar desde todos los flancos por el bien común.

“Es una satisfacción como mujer y como madre ayudar a otros y también enseñarles a otras mujeres, muchas que se han retirado y se quedan como ama de casa, que hay algo más. Podemos hacer algo más, podemos sentirnos que nos valoramos, que tenemos todavía ideas y desarrollar con otras personas lo que hemos aprendido”, destacó Morales Román, en el marco del Día Internacional de la Mujer.

Ambas féminas se retiraron temprano. Morales Román tenía 51 años cuando dejó su plaza de maestra de educación física adaptada hace unos siete años y Valdez Núñez 53 cuando abandonó la milicia en septiembre de 2021. Ahora con 58 y 55, respectivamente, siguen activas y han encontrado en el voluntariado esa nueva pasión.

Llegar a los más necesitados, ser compañía en la adversidad, estar preparadas para enfrentar cualquier emergencia, sensibilizarse ante el dolor, aprender nuevas tareas y, sobre todo, sentirse productivas fueron algunas de las razones que motivaron a estas mujeres a convertirse en voluntarias.

Este trabajo, contó la teniente coronel, “amplía tus perspectivas, la experiencia. Es apreciar el bien que la comunidad hace. Te abre los ojos. Uno tiene una perspectiva bien negativa de la sociedad. Pero, cuando uno ve que la gente está donando de su tiempo, hay esperanza. Mira, la sociedad no está tan mal. Hay gente buena. Se puede echar para adelante, y la mujer puede echar para adelante ayudando a la sociedad”.

En el caso de Morales Román, señaló que el voluntariado en la Cruz Roja le ha permitido expresarse mejor en inglés y aprender más sobre computadoras.

Catherine Valdez Núñez, una teniente coronel jubilada, quiere devolver la ayuda que recibió.
Catherine Valdez Núñez, una teniente coronel jubilada, quiere devolver la ayuda que recibió. (Suministrada)

Pero, más importante aún, le hace sentirse productiva y satisfecha al integrar todos sus intereses por el bien del pueblo. Es que esta maestra retirada ha dedicado muchos años a entrenar a deportistas para las Olimpiadas Especiales. Señaló que ahora inmiscuye a sus atletas y a sus familias en esta labor comunitaria, lo que les ha servido de motivación.

“Nuestra misión es ayudar a aliviar el dolor de los demás y, entonces, eso obviamente ayuda que uno se sienta bien al ver el producto del trabajo que se hace día a día”, comentó.

Morales Román llamó a las mujeres a quitarse el estigma con los “no se puede” y emprender la ruta de dejar ver lo que sí pueden hacer por el bien común. Llamó a tomar las riendas, porque afirmó que “el cielo es el límite”.

Mientras tanto, Valdez Núñez le restó importancia a que sus motivaciones para emprender como voluntaria puedan verse “cursi”, como describió.

Enfatizó lo agradecida que se siente de las becas que le concedieron para poder estudiar en la Universidad del Turabo cuando tenía 18 años, pese a que vivía en Nueva York y no sabía español.

Contó que su llegada a Puerto Rico le permitió conocer lo mucho que le gustaba la disciplina militar y desarrollarse como profesional.

Ahora, como parte de su retiro, la teniente coronel no solo pone en práctica todo lo aprendido y da apoyo a sus compañeros en la milicia. Dijo que ha comenzado a estudiar una maestría para enseñar inglés. Indicó que una vez se gradúe comenzará a dar clases a las personas que buscan obtener su ciudadanía americana.

“Yo tengo que dar a la comunidad, porque yo estoy bien y yo me hice un profesional. Quien pensaría que una hija de inmigrantes dominicanos iba a llegar tan lejos. Mamá lo que tiene es un equivalente de escuela superior que logró a los 43 años y papi un quinto grado y trabajaba en hoteles. Yo llegué a ser teniente coronel. Lo hice con el apoyo de la familia, la comunidad, la escuela, la ayuda, la beca. Era hora de devolver a la comunidad, hacer el bien”, manifestó.

Lideran en la Cruz Roja

Morales Román y Valdez Núñez seleccionaron a la Cruz Roja para poner en funciones todo lo aprendido durante su vida. Más allá de apreciar la aportación de esta organización sin fines de lucro realiza en la Isla a favor de los necesitados, ambas vieron lo esencial que es para la organización tener a mujeres liderando.

“La mujer se ha desarrollado muchísimo y nosotros vemos cómo se le ha dado la importancia a que pueda estar en diferentes áreas y diferentes proyectos dentro de la Cruz Roja. Pienso que nosotras estamos mucho más sensibilizadas para muchas cosas, sin quitarle mérito a nuestros compañeros”, opinó Morales Román.

Para que tenga una idea, en la Isla hay 449 mujeres activas como voluntarias de la Cruz Roja Americana. De estas, 41 ocupan posiciones de liderato a nivel general o regional.

Lee Vanessa Feliciano, portavoz de la organización en Puerto Rico, contó que hasta ayer, habían visitado 65 municipios. (JUAN.MARTINEZ@GFRMEDIA.COM)
Lee Vanessa Feliciano, ejecutiva regional para Puerto Rico.

Una de las principales líderes lo es la ejecutiva regional para Puerto Rico, Lee Vanessa Feliciano.

“Ellas son primordiales para nuestra labor. Tenemos voluntarias en diferentes posiciones dentro de la organización, pero también en posiciones de liderato. Esas voluntarias hacen una labor extraordinaria que, con su tesón y dedicación, no solo lideran, sino educan a otros voluntarios para que se pueda hacer el trabajo y la misión de nuestra organización en el país”, sostuvo la funcionaria.

Explicó que las mujeres ocupan distintos rangos dentro de la organización, en aspectos como salud mental, salud física, administración, educación, apoyo en masa y logística. Señaló que en cada área marcan la diferencia.

“Yo lo que sí puedo ver es que las mujeres tienen una capacidad muy particular para asegurarse que las cosas que se tienen que hacer se hagan de la manera correcta y que los trabajos se terminen... Le dan fuerza al detalle. No es que los varones no puedan. Es que ellas, cuando se juntan a trabajar, tienen un poder extraordinario para hacer que las cosas pasen, se ayudan unas a otras. Ellas son muy especiales en nuestra organización”, concluyó Feliciano.