¿Flores o explosivos?

Un insólito proyecto de ley radicado por la senadora estadista Lucy Arce, que persigue colegiar a los floristas y diseñadores florales, impone unos estándares académicos y de calidad hasta a los floristas que se buscan tres o cuatro pesos vendiendo arreglos desde el balcón de su casa.

El polémico P. del S. 2077 fue devuelto para evaluación por la propia senadora Arce, quien lo radicó a petición de la Federación y la Asociación de Floristas de Puerto Rico, que reclaman que “hay que reglamentar de manera efectiva toda actividad comercial que pueda constituir un riesgo para la salud, entre éstas la profesión floral”.

Los propulsores de la medida alegan que las flores “pueden resultar peligrosas para aquel que desconoce el manejo correcto. Los riesgos de enfermedad y de foco de infección que podemos desarrollar con un mal uso son altos”. El planteamiento está recogido en la exposición de motivos de la medida.

“El proyecto se devolvió para evaluación. Hay que ver quién resulta afectado”, indicó Arce a este diario.

Se le planteó a la senadora que la informaron mal porque es incorrecto que el mal manejo de las flores represente un peligro.

“Bueno, por eso le pedí a los departamentos de Salud y de Agricultura que reaccionaran al proyecto y no contestaron. Salud dijo que no tenía injerencia y el otro ni contestó.

Sí, ¿pero la indujeron a engaño?

- Puede ser... Uno no es experto...

¿Usted cree que, entre todas cosas que hay que atender y legislar en este país, eso es importante?

- Bueno, eso depende del color con que se mira. Yo he atendido mucha legislación importante, pero también tenemos que atender las peticiones que hagan grupos ciudadanos.

Enid Monge, presidenta de la Asociación de Floristas y dueña de la Floristería Estrellita, en Villa Carolina, indicó a este diario que lo que buscan con la colegiación es la excelencia, como sucedió con los electricistas y los plomeros.

“No es privarle a nadie de trabajar, al contrario, que lo hagan bien”, argumentó.

“La intención es asegurar la mejor calidad, un diseño bien preparado, con estudio, bien elaborado y que las flores estén en su mejor calidad”, agregó.

Pero, ¿cómo les afecta a ustedes que otras personas que tienen un don natural vendan sus arreglos?

-Nos afecta porque las personas que se preparan, todo es costoso, tienen sus tiendas, sus patentes y tenemos que mantener esos precios versus personas no preparadas que le cobran como si tuvieran la calidad y el diseño.

La quieren, no la quieren

A Peter Morales, que hace 30 años tiene un puesto de flores en el triángulo de la calle Wilson, en el Condado, la colegiación no le va ni le viene.

¿Entiende lo que es la colegiación?”

“Tendría que irme a estudiar. Nosotros no vendemos arreglos. Vendemos flores sueltas. El que hace arreglos, casi siempre coge estudios”, comentó, en medio de sus margaritas, pompones, lirios, rosas y girasoles.

Anita Wiedehmann, de la floristería Pavillion, en el Condado, quien estudió floristería y diseño en Estados Unidos y favorece la colegiación, rechazó sin embargo que las flores sean peligrosas, como reza el proyecto.

“Desconozco de qué peligrosidad se habla, porque lo que esté infectado con insectos, al momento que pasa por Aduana federal y local y por Agricultura, lo mandan a quemar. Primero, el productor sabe que si la flor está muy enferma, él sabe que si él lo envía lo van a destruir y pierde dinero. Si entra un insecto, lo destruyen. En el Aeropuerto lo controlan”, explicó.

Las flores vienen del extranjero, según indicó al mencionar a Nueva Zelanda, Holanda, Ecuador, Canadá y Tailandia.

“Aquí no se produce mucho la flor, por las temperaturas. Se producen flores tropicales, como orquídeas, girasoles, lirios calas y azucenas. Las azucenas se producen en Cayey o áreas más frescas”, ilustró.

La ventaja de colegiarse, según Wiedehmann, es que al igual que sucede en Estados Unidos, los floristas pueden convertirse en un grupo de presión para defender sus intereses.

Dio como ejemplo un comercial de televisión que intentaba disuadir al consumidor de no regalar flores por ser efímeras.

“No regales flores, que se mueren”, se exhortaba en el anuncio.

En ese caso, la Asociación de Floristas logró que se cambiara la expresión, señaló.

Alejandra Arango, de Flores y Servicios, en la calle Del Parque, indicó, por su parte, que no es necesario colegiarse para ser florista.

“Para llegar a ser florista lo que se necesita es experiencia y práctica. Más que cátedra, es práctica. Es el día a día. Es un don. Para mí es un don. Es un arte. La gente que lo hace bien, nace con eso. No creo que sea necesario que estudien cuatro años en un sitio”, agregó.

¿Le molestan las personas que que no tienen la infraestructura que ustedes tienen, pero se las buscan haciendo sus arreglitos?

- Para nada. El mercado es muy amplio y da para diferentes gustos y presupuestos. Cada cual tiene un espacio en el mercado. Son clientelas diferentes. Si estudió cuatro años y piensa que su trabajo debe tener otro precio... pues hay un mercado para todos.

Aura Correa, una veterana florista que labora en Fioridella, en Santurce, indicó que no cree que sea necesaria la colegiación, haciendo énfasis en que hay personas que llevan 15 y 20 años trabajando con flores y no ha hecho falta.

“Hay personas que no tienen un negocio, pero se pueden buscar dos o tres pesos haciendo un arreglo en su casa.¿ Quien no va a estar de acuerdo con que trabajen?”, cuestionó.