“No quiero llegar a ser una primera plana ni a estar postrada en una cama”.

Griselda Verdejo pesa 650 libras y por años batalló para conseguir la aprobación de la cirugía bariátrica a la que necesita someterse.

Después de luchar incansablemente desde el 2007 con la aseguradora Medicare para que le aprobara la operación en la Isla, logró que se la pautaran para la primera semana de abril en Miami, Florida.

Medicare sólo le cubre el proceso quirúrgico y los especialistas. Ella, por su parte, tiene que costear los boletos aéreos: dos para ella y uno para que su hermana Maritza la acompañe. También tiene que encargarse de la estadía y el transporte. Aún no sabe cómo se va a movilizar allá pues, en ocasiones, algunos taxistas aquí en la Isla le han negado transportación.

Griselda necesita estar cuatro meses en Miami, según le han dicho los doctores. Pero ella espera estar al menos dos y luego viajar mensualmente para el seguimiento, lo que resulta más económico.

La mujer ha recibido $4 mil en donativos de quienes se han conmovido con su situación. Todavía necesita $6 mil más.

La paciente y su familia están aliviados de que en hospitales estadounidenses exista un protocolo de manejo para este tipo de casos.

En Puerto Rico no es así y un ejemplo de ello fue el lamentable caso de Carlos Collazo, de 900 libras, cuyo sepelio se convirtió en un circo. Ante la falta de un protocolo adecuado, el cuerpo del hombre, cuando iba a ser enterrado, cayó de plano en la fosa porque los cables de una grúa que lo iban a colocar se rompieron. Esto provocó la burla de muchos de los presentes en el funeral.

Griselda, de 44 años, dejó de trabajar en 1993 por la celulitis que sufrió en una de sus piernas. Esto le provocó la elefantitis que actualmente padece.

Antes se enfrentaba a las burlas de los propios profesionales de la salud; hoy día recibe un trato más humano, dice. Aun así, no es el que se supone que reciba.

Por ejemplo, afirma que ningún gastroenterólogo la ha querido atender.

La obesidad mórbida (personas que tienen un índice de masa corporal mayor de 40 por ciento) no se relaciona con la ingestión desmedida de comida. Es una enfermedad.

Barreras materiales

El mayor problema que enfrentan estos pacientes son las barreras arquitectónicas y de recursos. “Aquí no hay sillas de ruedas para personas como yo”, lamenta Griselda, quien necesita cargar con una silla del comedor de su casa para aguantar su peso. Tampoco cuenta con una cama adecuada para su tamaño.

La mujer, mientras, agradece a Dios que su situación “no es tan grave”, según dice. Su hermana Maritza es quien le confecciona la ropa, y su médico primario la visita en casa.

Pero, ella sí conoce muchos casos en que los pacientes están delicados de salud, al punto de no poder caminar o respirar bien, a lo que se suma el poco apoyo de familiares que se avergüenzan de ellos.

Si desea ayudar a Griselda, puede hacer su donación en la cuenta #0806950085 de RG Premier Bank. También, puede comunicarse con ella al (787) 996-2511 o al (787) 251-8458.