Nuestra realidad: ¿Realmente, puedo encargarme de un adulto mayor?
Además de enfocarnos en la necesidad del envejeciente, resulta imperativo educarse sobre las aptitudes y la salud del cuidador

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Mientras Puerto Rico se posiciona en el cuarto lugar en el mundo con mayor envejecimiento poblacional, la necesidad de que los adultos mayores tengan compañía que les brinden cuidados especializados crece exponencialmente.
El problema es que “no hay una capacidad para poder cumplir con la cantidad de pacientes que hay a nivel Isla que ameritan una cuidadora o que ameritan lo que es un servicio de ama de llaves”, demarcó la enfermera Carmen Silva Báez, quien tiene un centro educativo para preparar a cuidadores, Vitally Education Center.
Las familias tampoco cuentan con $7,000 mensuales, que es lo que aproximadamente podría costar el contratar personal que esté las 24 horas al día a cargo de un adulto mayor. Por ello, gran parte de la responsabilidad recae en los hijos, algún familiar, amigos o vecinos.
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Sin embargo, la realidad que destacan los expertos entrevistados es que hay muchos adultos mayores cuidando a adultos mayores o muchos se quedan solos sin ninguna ayuda exterior para atender los problemas de salud y físicos que llegan junto al envejecimiento.
Contar con ese cuidador o compañía podría hacer la diferencia entre una mejor calidad de vida de los adultos mayores, que estos ingieran sus medicamentos y que no se desarrollen más enfermedades.
Ante el complejo escenario, los expertos entrevistados por Primera Hora aconsejaron que el cuido no recaiga en una sola persona y que es importante que se provean alternativas de distracción o esparcimiento, que impacten tanto al adulto mayor como a la persona a cargo del cuidado. Pero, ¿cómo se logra compaginar todas estas necesidades?
Necesaria la asistencia
La secretaria del Departamento de la Familia (DF), Suzanne Roig Fuertes, explicó que no todos los adultos mayores necesitan un cuidado total. Pero, sí requieren actividades diarias en compañía de otras personas, una llamada telefónica de un familiar que le recuerde lo apreciado que es, una visita reconfortante o alguien que vaya con ellos a su cita médica.
“Tenemos una población en crecimiento que es observable y que cuenta con grandes necesidades y retos para adaptarse a los nuevos estilos de vida, a la tecnología, y a los cambios abruptos que se dan en la sociedad contemporánea”, delineó la funcionaria sobre el reto principal de los adultos mayores, que ya conforman el 31% de la población boricua.

Para enfrentar los cambios que llegan con el paso de los años, el “acompañamiento” es trascendental para la vida del adulto mayor, dijo la funcionaria a Primera Hora.
“¿Por qué? Porque la mente nos va a traicionar y nos va a llevar a pensar, probablemente, en aspectos negativos como son el dolor, la propia soledad”, apuntó Roig Fuertes.
A modo de ejemplo, la secretaria trajo como ejemplo a su padre de 88 años. Señaló que es una persona ilustrada e independiente. Sin embargo, comentó que “mi papá se confunde cuando va al médico, cuando le dan muchas explicaciones. A pesar de ser una persona instruida, se confunde. Son muchos medicamentos, ya tiene varios diagnósticos, y eso lo pone ansioso, el no poder recordar con claridad las órdenes o instrucciones médicas que ha recibido. Así que, en el mejor de los casos, ese acompañamiento, esa cita médica es sumamente importante para muchos adultos mayores”.
Hay algunos casos que, en este pasar de los años, pierden sus destrezas o la autonomía a causa de enfermedades u otras condiciones, lo que llevaría a que ese acompañamiento trascienda a un cuido total. Esta atención va a requerir mayor esfuerzo de los familiares o encargados, quienes tendrían que hacerse cargo de aspectos como higiene, al igual que suministrar alimentos y medicamentos.
Variedad de opciones
En la gama de alternativas, los municipios o el gobierno, a través del DF pueden proveer un ama de llaves para que -por ciertas horas- cuide al adulto mayor; la familia puede fungir como un cuidador informal que se haga cargo de todo lo relacionado a su atención médica y física; se puede contratar a un cuidador para el hogar, o el adulto mayor puede ser ingresado a un centro para recibir atención especializada.
La diferencia de estos tipos de cuidos es limitada.
Silva Báez comentó que se trata de quién los contrata y que las amas de llave que provee el municipio o el gobierno no pueden suministrar medicamentos, a menos que una enfermera los haya preparado.
Mientras, aquellos cuidadores que sirven en centros de envejecientes o acuden al hogar contratado por un municipio, necesitan contar con estudios especializados para atender a una población geriátrica.
“Al final del día, no importa cómo le llamemos, es una persona que va a atender y apoyar las necesidades básicas de higiene personal y del hogar, de alimentación y de salud de este adulto mayor, incluyendo la compañía mental”, subrayó Roig Fuertes.
¿Qué hace un cuidador?
De manera general, el catedrático de la Escuela de Enfermería del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico, Félix Román, explicó que el cuidador puede “desde administrar medicamentos, asistirlos en el baño, asistirlos en la alimentación, movilizándolos para evitar lesiones por presión, conectándolos con los servicios médicos, llevarlos a sus citas de seguimiento, buscando medicamentos en las farmacias, entre otras cosas, y promoviendo que los pacientes se tomen sus medicamentos”.
Más allá de estas atenciones, “un cuidador puede promover que (los adultos mayores) tengan una mejor calidad de vida”, añadió.
El catedrático pidió que no se confunda a un cuidador con una persona que se encargue de hacer la limpieza del hogar.
La secretaria de la Familia señaló que los familiares deben analizar todos los factores que estén relacionados a las necesidades del adulto mayor a la hora de decidir qué tipo de ayuda se buscaría o si el cuidado recaería en manos de un conocido.
Si se determina que el adulto mayor permanecerá en el hogar, se debe evaluar la fortaleza física y mental de quien se convertirá en cuidador.
Llamó a pensar si “realmente puedo hacerlo yo. ¿Yo estoy en la condición física y mental de poder cuidar a mi adulto mayor?”
A base de su experiencia, Román contó que en la zona metropolitana se ha destacado la contratación de personas con estatus migratorio no definido para servir de cuidadores, mientras en el resto de la Isla predomina el que los familiares asuman la responsabilidad.
El catedrático lo que recomendó es que, si se va a contratar a una persona, se limiten las tareas que tendrá ese cuidador.
“Muchas de las familias contratan al cuidador no solamente para cuidar a adultos mayores, sino también para hacer tareas de hogar. Ahí se comienza la confusión y la sobrecarga de este cuidador. No es lo mismo que tú me contrates para cuidar a tu papá, a que tú me contrates para limpiar ventanas, darle comida al gato y atender al adulto mayor. Son tres cosas diferentes”, destacó.
El determinar el ingreso de un adulto mayor a un centro de cuidado está sujeto a la disponibilidad económica. Es que este tipo de contratación puede costar sobre $2,500 mensuales.
“Lo que pasa es que no todo el mundo puede (pagar esa suma), y no todo el mundo cualifica para una ayuda gubernamental. Y adicional a eso, encontramos todavía población que no recibe ni un Seguro Social”, contó Silva Báez.

Educarse es la clave
Si se determina velar a ese adulto mayor en el hogar, es importante que ese cuidador se eduque.
“Hay muchos familiares que no aceptan las condiciones crónicas que tienen sus familiares, y al tener desconocimiento se comete mucha negligencia”, precisó Silva Báez.
La educadora, quien también tiene tres centros de envejecientes en Yabucoa y Caguas, emitió un listado para evitar la negligencia que puede afectar al adulto mayor:
- Conocer de las enfermedades diagnosticadas en el adulto mayor y cómo cuidarlo para evitar, por ejemplo, lo que representaría el uso excesivo de medicamentos.
- Reconocer las conductas de acuerdo con las condiciones.
- Conocer técnicas físicas para reposicionarlos en caso de tener riesgo a caídas o postrados en cama.
- Practicar técnicas de comunicación entre el cuidador y el adulto mayor.
- Buscar grupos de apoyo, ayuda de profesionales, como por ejemplo psicólogos o trabajadores sociales.
También es importante que el cuidador evite la quemazón y atienda sus necesidades físicas y emocionales, destacó Román, portavoz del Programa HOLA del RCM. Bajo este proyecto se busca disminuir el aislamiento social y el sentimiento de soledad en adultos mayores que viven solos y se provee cursos a cuidadores informales.
Educarse para ser un cuidador también es la clave que ayudaría a evitar contagiarse con lo que llamen el Síndrome del Cuidador, el que puede llevar a otras acciones en contra el adulto mayor, como el maltrato.
El catedrático explicó que en los cursos que provee el Recinto de manera gratuita, o los que provee Silva Báez desde $25, puede ayudar a “darle herramientas (al cuidador) y darle también un espacio de ‘self-care’, de autocuidado”.
Los expertos también mencionaron que las familias pueden buscar ayuda con una ama de llave que esté por varias horas con el adulto mayor a lo que el cuidador sale a hacer sus diligencias o a distraerse.
La secretaria de la Familia comentó que se deben aprovechar momentos en que llega una visita o hay un cambio de cuidador para irse a dar una “vuelta a la manzana” o hacer actividades diferentes a estar sumido en el hogar.
“Salir de la rutina, eso es bien importante. Otra recomendación que siempre podemos dar es que al ritmo que el adulto mayor duerma, procure dormir y descansar, porque el descanso es sumamente importante y el cuidado de un adulto mayor es extenuante, sobre todo si están encamados o tienen Alzheimer”, indicó Roig Fuertes.
La funcionaria también recomendó que a los adultos mayores que no estén encamados se les pueden enviar a los centros de cuido diurno que tienen los municipios o los de Familia, llamados Campea, para que el cuidador pueda tener unas horas de distracción.
Además, sugirió establecer “cuál es el plan de acción diario, teniendo actividades de recreación con el propio adulto mayor. Porque, si lo estoy cuidando y no tengo a nadie, no podemos estar mirándonos la cara todo el día o lamentando las penas. Así que buscar, por ejemplo, leer un libro, leerlo en voz alta, que la persona esté encamada a una actividad que se puede hacer con ese otro adulto mayor. Ver algún programa de televisión que puedan disfrutar ambos. Hacer ejercicio de alguna manera que tenga algún nivel de movilidad. Ahora vemos muchos ejercicios que son sentados o en la cama, pues, promover ese tipo de actividad para fortalecer el movimiento. De la misma manera escuchar música o bailar en la propia casa, jugar algún juego de mesa o de cartas, que conozcan. De manera, lo que procuramos es actividades recreativas que distraen, ciertamente, la mente”.
La recompensa que tendrá ayudar a apoyar a ese adulto mayor serán más años de vida, según afirmó Román.
“El explorar el sentimiento de soledad en los adultos ha sido uno de mis mayores intereses durante estos años haciendo investigación y he identificado que los adultos mayores en el país tienen la necesidad de conectar con sus hijos y personas significativas. Aprovecho para exhortar a todos los miembros de la familia que, si tiene un adulto mayor en el hogar, que lo busque, que lo llame, que le envíe un mensaje de texto, que le escriba ‘te amo’ y esas palabras. Ese contacto es sanador y los motiva a ellos hasta para vivir, para tomarse sus medicamentos. Pero, imagínate una persona sola, que nadie se acuerda de ella, pues, obviamente pierde hasta el sentido de la vida y nosotros no queremos envejecer en Puerto Rico así. Queremos un Puerto Rico que sea amigable con el envejecimiento”, dijo el catedrático.