Nuestro primer héroe militar

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 17 años.
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En estos días se conmemora en nuestro país, el Día de la Recordación, actividad en que se reconoce la contribución de los militares que han participado en las diferentes guerras en las que ha estado envuelto EE.UU. Son miles los boricuas que en los últimos 100 años se han destacado sobresalientemente y han sido reconocidos como excelentes guerreros por su arrojo y valentía. Muestra de ello es la impactante cantidad de todo tipo de medallas de las que han sido recipientes numerosos militares puertorriqueños, como miembros del ejército norteamericano.
Pero la realidad es que cuando EE.UU. invadió nuestro país en el 1898, ya nuestra nación contaba con una rica y antigua historia militar que se extendía por siglos. Si el Memorial Day es el Día de la Recordación, pues vamos a recordar. Encontramos en nuestra rica historia citas de cronistas e historiadores que comprueban la calidad y excelencia de los nuestros en asuntos militares. Tan temprano como en el 1647, Diego de Torres Vargas escribió sobre nuestros hombres: “Celebran fiestas de a caballo en las cuales grupos de caballeros se arrojaban unos a otros canas que debían detener con sus escudos… Deporte éste de gente guerrera”.
Un siglo después Fray Iñigo Abbad y Lasierra escribió: “Tienen inclinación a las acciones brillantes y de honor, han manifestado intrepidez en la guerra y sin duda son buenos soldados”, y añadió: “Se inclinan más a las expediciones navales y se dedican al corso y contrabando con afición y valentía; resisten mucho el hambre y tienen gran espíritu y resolución para un abordaje”.
¿A quién identifica nuestra historia como el primer héroe militar que parió esta tierra?
Hace cuatro siglos, en septiembre de 1625, diecisiete barcos con 2,500 holandeses capitaneados por Baldwin Hendricks invadieron y lograron ocupar la ciudad de San Juan. Las mujeres, ancianos y niños buscaron refugio en el Convento de los Dominicos, mientras los hombres y militares se refugiaron en El Morro. El plan holandés era construir trincheras donde protegerse y aislar el fuerte para que los criollos y españoles que en él se encontraban se rindieran por hambre y cansancio. Diez días después de sitiar esta fortaleza, al mando del capitán puertorriqueño Juan de Amézquita, salió decidido un grupo de 50 hombres que atacaron a los holandeses por sorpresa en sus propias trincheras causando más de 60 bajas, entre ellas el propio líder Baldwin, al que Amézquita enfrentó con espada en mano y lo hirió en la garganta.
Los holandeses quemaron “medio” San Juan (más de 100 casas) pero se vieron obligados a huir por los continuos ataques que sufrieron de soldados, vecinos y campesinos.
Por su acto heroico el rey de España recompensó al capitán puertorriqueño con 1,000 ducados y lo nombraron comandante de la guarnición de Santiago de Cuba, cargo al que renunció poco después para poder regresar a su tierra, Puerto Rico.
El monumento de la foto que acompaña este artículo está situado en el lugar exacto donde los holandeses construyeron sus trincheras y donde fueron derrotados en los terrenos del fuerte. ¿Su nombre? La Columna del Morro, el monumento nacional más antiguo que honra a puertorriqueño alguno.
Los militares puertorriqueños no son excelentes por pertenecer al ejército de España, de EE.UU. o de cualquier otro país; los militares puertorriqueños son excelentes porque son puertorriqueños. El sello de calidad y excelencia lo llevan en su sangre. Si la pregunta es héroes militares, la contestación es Puerto Rico.