CULEBRA 6:00 A.M.: Temprano Despertar

En el 2008, Luz Rivera, de 26 años, se graduó de la universidad y logró un bachillerato en Educación.

Intentó conseguir empleo cerca de su hogar en Río Grande, pero donde único encontró una oportunidad fue en Culebra.

La emprendedora joven no lo pensó dos veces y se fue a Culebra, donde desde ese entonces enseña en la escuela ecológica.

Ahora mira atrás y considera que no evaluó bien las dificultades que le traería viajar en ferry, sobre todo cuando estuviera encinta.

“Hay que usar la lancha para todo, para comprar ropa, para ir a hacer compra en Econo de Fajardo. Y ahora que estoy embarazada es más difícil”, narró al salir del Hospital del Maestro, donde será su parto.

Luz se movilizó a la isla grande para hacerse unas pruebas de laboratorio un lunes. Tuvo que salir antes y en el fin de semana, hospedarse con su familia en Río Grande.

El día en que se haría la prueba de tolerancia de azúcar, se levantó de madrugada. Cargó sus motetes, preparó el coche de su hija Carianys Cruz, de un año, y llegó a la clínica.

“Decidí atenderme aquí porque cogen el plan de salud de los maestros, los laboratorios me salen gratis y los deducibles son bajos. Hacer los viajes es fuerte cuando uno está embarazada, te pesa la barriga y te pesa todo lo que tienes que cargar. A veces hace mucho frío porque ponen el aire acondicionado demasiado fuerte. También hay ocasiones en que el tiempo y el mar están malos y se suspende el servicio. En realidad, no es justo. Debería haber un ginecólogo todo el tiempo en Culebra. Incluso, a veces no se consiguen los medicamentos”, explicó.

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Desde ya, Luz planifica para el momento en que le dé un hermanito o hermanita a Carianys, cuyo parto está pautado para el mes de abril. Una semana antes, se irá a Río Grande para estar pendiente al parto.

10:00 a.M. A sacarle provecho al viaje

Luego de salir del laboratorio y a toda prisa porque se quería ir en el ferry de las 3:00 de la tarde, Luz se movió a la avenida Piñero a tomarle las medidas de los pies a Carianys para unas botas ortopédicas, gestión que no puede hacer en Culebra.

Un experto le tomó las medidas de los pies a Carianys, y Luz tendría que volver a la semana siguiente a buscar los zapatitos.

3:00 P.M.

Al llegar al ferry para embarcar a las 3:00 de la tarde, la situación era tensa.

Mucha gente estaba arremolinada cerca del portón. Los turistas no sabían cuál de los portones conducía a la lancha de Culebra.

“Which is the way to Culebra?”, se escuchó preguntar en varias ocasiones.

Mientras, los residentes buscaban un espacio cerca del portón para montarse rápidamente en la lancha.

“Aquí uno nunca sabe, la situación es caótica. Ahora están metiendo los automóviles”, dice Gloria Vázquez, de 64 años, vecina de la barriada Clark.

“Esto es intolerable, da vergüenza ajena, hemos ido retrocediendo; antes había más seguridad, mejor servicio, eran más puntuales. Hay que pensar que ésta es nuestra única carretera a la isla grande”, dijo, por su parte, Josefina González, también vecina de la barriada Clark.

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Para Ernesto Garay Figueroa, de 64 años, también de Clark, , “ésta es la peor vez que ha estado el servicio”.

3:15 p.m. más embarazadas llegan al muelle

La historia de Luz se vio repetida en el muelle en varias ocasiones.

Llegaron al lugar muchachas jóvenes en avanzado estado de gestación.

Se comían alguna merienda para sostenerse durante el viaje.

Una de ellas, Yariany Quiñones, de 19 años, estaba acompañada de su compañero, César Corsino.

“En estos días ha sido bien malo porque he tenido que volar par de veces porque el servicio de lanchas ha estado malo. A mí no me gusta volar con la barriga, me dan muchas náuseas y me pongo bien mala, pero, pues, no hay mucho más. En realidad, deberían mejorar la supervisión y el mantenimiento en las lanchas”, dijo la joven que dará a luz en Fajardo.

3:30 p.m. atropellada salida

Pocos minutos después, una mujer abrió el portón y comenzó a pedir los boletos para abordar.

Muchos residentes se quejaron por el retraso.

Entre ésos que abordaron se encontraba Luz, quien ya lucía cansada, cargando en su espalda una mochila y tratando de entretener a Carianys, quien ya estaba agotada por el viaje.

Niños, niñas, ancianos y enfermos tuvieron que caminar entre carros y camiones para llegar hasta el área de pasajeros.

La lancha se tardó casi dos horas en llegar a Culebra. Allí una tía buscó a Luz.

Ésta tendría que regresar la semana siguiente a la isla grande para buscar las botas ortopédicas de Carianys y así volver a enfrentar la travesía.

Alcalde hace llamado enérgico

En el muelle de Culebra, el alcalde Ricardo López Cepero observó cómo la gente llegaba en la lancha desde Fajardo.

En entrevista con este diario subrayó que: “Esto se tiene que resolver ya. Hay un plan, pero se tiene que procurar que se cumpla a ciertas fechas. El asunto es que siempre pasa algo que echa para atrás”.

López Cepero enfatizó que el comercio y el turismo en Culebra se ven afectados por la inconsistencia en el transporte.